El trastorno afectivo
estacional (TAE), depresión estacional, depresión invernal o tristeza en tiempo
de invierno, es un trastorno del estado de ánimo caracterizado por la presencia
de síntomas de depresión durante una cierta época del año, generalmente en
invierno. Regularmente, los síntomas se manifiestan al final del otoño o
principios del invierno y desaparecen durante el verano. Un tipo menos común
ocurre durante el verano; comienza al final de la primavera o inicios del
verano y desaparece durante el invierno.
El Manual Diagnóstico
y Estadístico de los Trastornos Mentales lo define como un especificación de
patrón estacional para el trastorno depresivo mayor que ocurre en una
determinada época del año y es recidivante. La prevalencia de la enfermedad es
mayor en lugares con noches invernales de mayor duración.1 Se cree que el TAE
es causado «por la respuesta del cerebro a la disminución de la exposición a la
luz natural», lo que provoca niveles bajos de serotonina y melatonina,
encargados de regular los ciclos de sueño y vigilia y el estado de ánimo.
En los casos de
invierno, los síntomas más comunes son: cambios en el apetito, aumento de peso,
fatiga, somnolencia (poco común en otros tipos de depresión), desesperación,
irritabilidad, ansiedad y anhedonia. En la depresión de verano existe falta de
apetito, pérdida de peso, insomnio, irritabilidad y ansiedad. Se ha comprobado
que la exposición repetida luces brillantes (como el caso de lámparas
fluorescentes) es efectiva como tratamiento, probablemente por la implicación
de la luz en la restauración de los niveles de serotonina.
Muchas personas sufren
de depresión durante la época decembrina, sin que necesariamente esto se
relacione con la depresión estacional. Las Navidades constituyen una época del
año que, aunque no lo parezca, pueden ser fuente de estrés, frustraciones y
melancolía. Desde diferentes medios nos bombardean con escenas felices de las
navidades, pero en la realidad no todo es tan bonito y tan alegre.
Entre los síntomas que
pueden presentar se encuentran:
Tristeza y melancolía al llegar la Navidad.
Nostalgia exagerada.
Frustración al no contar con lo que
supuestamente otros sí tienen.
Aislamiento.
Amargura.
Pensamientos negativos.
Tristeza por la ausencia de otra persona.
Apatía ante los festejos de esta época.
Las causas son
diversas entre ella se encuentran:
1. Llegan las vacaciones y para los pequeños es
motivo de ilusión. Pero para los adultos esto puede suponer una fuente extra de
estrés: ocuparse de compras, organizar eventos y comidas, obligaciones
sociales, etc.
2. En estas fechas se celebra el fin de año y
la entrada en un año nuevo. El cambio de año suele ser el momento de hacer
balance de los objetivos cumplidos, de lo que nos queda por hacer, etc. Puede
ser que nos demos cuenta de que no siempre conseguimos todo lo que nos
proponemos.
3. Cuando hay personas queridas que ya no
están, aunque el duelo no sea reciente, es normal echarles especialmente de
menos en estas fechas de reunión.
4. La Navidad es la época de menos horas de
luz, con las noches más largas, eso unido al clima hace que tendamos a
encerrarnos en nosotros mismos y sentirnos tristes. Está demostrado que durante
los meses de menos luz, las dolencias relacionadas con el estado de ánimo se
intensifican.
5. En Navidad parece que estamos obligados a
sentirnos felices. Esta obligación actúa como una toma de conciencia de
aquellas personas que no se sienten felices. Es decir, para los que sienten
melancolía, esa obligación se convierte en frustración y se genera el efecto
contrario, se intensifica el malestar.
Cómo evitar o
solucionar la depresión navideña
Si te sientes triste,
melancólico/a y apagado en una época como la navideña, es fundamental que tomes
nota de los siguientes consejos básicos que te proponemos a continuación:
Expresa esas emociones negativas o
conflictivas que puedas sentir en estos momentos. Un amigo o un familiar pueden
serte de gran ayuda.
Levanta tu estado de ánimo con actividades
que te ayuden a desconectarte y a sentirte mejor contigo mismo/a.
Trata de rodearte de personas positivas.
Evita cualquier situación negativa o
conflictiva que pueda influir en tu estado actual.
Aquellas actividades que puedan tener
sentido o ser útiles (como actividades de caridad) pueden ayudarte a sentirte
mejor mientras haces algo por los demás
Cambia tus
expectativas: No esperes a la Navidad y el Año Nuevo para ser feliz,
simplemente recibe estas fechas sin esperar grandes acontecimientos, vívelas
como unas fiestas más.
No pienses que la
navidad y el Año Nuevo son la solución a tus problemas emocionales y sean estas
fechas las que llenen los vacíos afectivos que hay en tu interior. Si crees que
tu vida no tiene sentido dale un cambio, tienes todo un año y los que vendrán para
lograrlo.
Aumenta tu capacidad
para ilusionarte y date la oportunidad de sentirte contento, es trabajo sólo
tuyo.
Si nuestro estado de
ánimo anda por los suelos, es momento de revisar nuestro interior para lograr
deshacernos de ese pasado que nos atormenta. Con este ejercicio podremos además
conocer aquellas conductas que nos limitan y que nos impiden cambiar el rumbo
de nuestra vida. No permitas que los pensamientos derrotistas y negativos
aparezcan, sustitúyelos por los de carácter positivo.
Evita el agotarte
mentalmente con las compras, la comida, los regalos, las visitas e intenta
relajarte y disfrutar del momento. Puedes ayudarte haciendo una lista de lo que
tienes que hacer, establece prioridades y delega responsabilidades.
Durante estas fechas
la gente deprimida lo esconde ya sea alejándose, poniéndose a la defensiva o
llevando todo al extremo, sobrepasan límites en la comida y la bebida
sintiéndose peor luego, disfruta sin excesos.
Si no consigues el
objetivo y la depresión continúa semanas después de las navidades, debes
consultar a un médico psiquiatra o a un psicólogo.
Espero que estos simples
tips puedan servirte de ayuda.