. El stuka, un avión de bombardeo en picado, fue el nuevo juguete experimental. Dio buenos quebraderos de cabeza al Servicio Secreto Soviético, que tuvo que poner toda la carne en el asador para descubrir sus secretos mientras España sangraba de la Guerra Civil. Poco importaban las heridas ajenas, cuando se calentaban los previos de la Segunda Guerra Mundial.
En este complejo escenario se mueve Carmen Albaida. Una joven de origen humilde que resurge de sus cenizas, pisoteadas y humilladas como ella, en el anonimato de un batallón de españolitos durante la contienda. El odio le sirve para sobrevivir y superarse en un mundo tan desconocido para ella como el del espionaje. Se rearma para escupir el asco que lleva dentro y aunque no dispara como las bombas del Stuka, llega a conocerlas como la palma de su mano.
El amor le pilla en medio sin verlo ni olerlo mientras el mundo se vuelve loco en uno y otro bando. Eslava Galán nos cuenta lo que ya sabemos, pero qué bien lo hace. Las almas no son rojas ni de ningún otro color cuando sufren. Pertenecen sólo a personas de carne y hueso, aunque algunas parezcan estar hechas de acero si juzgamos sus actos. Y en esta novela, los actos manchan a todos. La guerra está por todas partes –antes, ahora y siempre– aunque a veces, no suenen las balas. Tiene el terrible poder de arrasar en todos los bandos aunque muchos duden y no tengan muy claro, si merece la pena morir y matar por ideas. Con todo el lastre de crueldad que recorre las páginas de “Señorita”, Eslava Galán, tiene tiempo y maestría para el humor. La practica con comodidad entre tanto horror; con apodos, comentarios, situaciones y diálogos que hacen sonreír, incluso en en las peores circunstancias. La sabiduría popular que derrocha la amalgama de pequeños y grandes personajes, pulula por ahí, desenvuelta; humanizar y deshumanizar momentos difíciles de explicar: divertidos y crueles en distintas proporciones. El trabajo de documentación es excelente, aunque sobrecargue al lector en algunos momentos con los entresijos militares y las explicaciones teóricas sobre aeronáutica. Pero es cierto, que en gran medida son necesarias para comprender la importancia y el peso de la aviación alemana en el futuro por parte de quienes pretenden ser los líderes en Europa y en el mundo. Todo el que quisieron abarcar. Pero esa es la historia grande. Con mayúscula y minúscula. Porque Carmen no es nadie, o en todo caso, una humilde trianera, como otros muchos civiles de la España profunda, que como “por arte de magia” (y una dura formación) se convierte en la gran protagonista. Estuvo abajo, en lo más bajo. Subió, sí. Aunque fuera interpretando su gran papel. Pero al final, el amor la empuja de nuevo al escalón inferior. Muy de novela este amor contado por Juan Eslava Galán que gusta, para disfrutar de manera sencilla, si es que esta obra tiene algo de sencillo además de su lenguaje ágil y accesible. Pero si le buscamos alguna pega, es cierto que la pareja –aunque no imposible– es muy difícil de creer. No por el romance que surge, sino por la posterior evolución de su historia. Aquí me quedo: nada más digo, para no destripar la trama y su desarrollo. Y aun así, todos los peros que se pudieran buscar, no tienen una dimensión ni mucho menos destacable, si la comparamos con todos los aciertos de la “Señorita” de un autor, que sin duda, es admirable.