Es
cierto que hemos pasado la barrera psicológica de $20 pesos dólar, algo nunca
visto en México; sin embargo, tenemos que guardar calma, priorizar gastos y
minimizar deudas.
Lo peor
sería entrar en pánico y propiciar un ambiente de mayor incertidumbre y
volatilidad. Si la memoria no me falla, hablar de dólares caros era pensar en
crisis económicas y recesión. ¿Se acuerdan de los años 1976, 1982, 1985 o 1994?
Eran recurrentes los finales de sexenio con inflación, depreciaciones, deuda
pública y privada incontrolables y nulo o hasta negativo crecimiento del PIB.
Pues
bien, hoy nuestra economía está a prueba, pero, en descargo de las autoridades
monetarias y hacendarias, afortunadamente, no tenemos los mismos escenarios de
antes. Por principio de cuentas está la autonomía del Banco de México como
principal activo ante este flujo de volatilidad internacional en el que nos
encontramos y, por otra parte, se tiene un instrumental monetario diverso para
hacer frente a este nuevo episodio de volatilidad: reservas internacionales,
bonos, cetes y la tasa de interés, por supuesto.
Obvia
decir que si el periodo de volatilidad se prolonga más allá de nuestras
capacidades sí tendremos un serio problema; no obstante, me preocupa la parte
interna. Nuestros fundamentos macroeconómicos internos se han descuidado: Deuda
pública, déficit presupuestal, recorte público, consumo interno y poca
credibilidad en la Secretaría de Hacienda. Me parece que el cambio de
Secretario de Hacienda ha sido tarde y en una situación muy compleja. Es decir,
las fortalezas que teníamos al inicio de sexenio por mantener nuestras cuentas
en orden se han desvanecido, y en esta situación, no podemos hacer frente a la
descomposición del mercado externo.
Muy
poco de lo que se hace y se dice en estos días respecto de la paridad del peso
frente al dólar, que ha superado el nivel psicológico de los 20 pesos por
dólar, va a influir positivamente en la estabilidad de las finanzas nacionales
y mundiales. Esto es como salir gritando a la calle sin sentido que el peso se
deprecia y vendrá el “coco” y te comerá.
El peso
baja y el dólar sube porque hay más personas que quieren vender sus pesos para
tener dólares. Esto es el comportamiento del mercado y la fuerza del peso en
este proceso devaluatorio. Sí, escuchó usted bien. Los extranjeros están
atacando al peso de manera especulativa y ponen a prueba nuestra moneda
intentando sacar dólares del país.
En este
contexto, ante un incremento natural de los precios al consumidor y al
productor (aunque digan que esto no sucederá), y ante la decisión de la Reserva
Federal (FED) de mantener su tasa de interés sin movimientos, es muy probable
que la próxima semana el Banco de México opte por apuntalar su política
monetaria con un nuevo incremento en la tasa de interés. Esto nivelaría las
condiciones para atraer/mantener inversión de capitales y el apetito de los
inversionistas tenderá a estabilizarse.
El
verdadero riesgo de ver los dólares tan caros es que haya un contagio al resto
de la economía y la inflación es uno de las variables más sensibles porque ésa
sí le afecta a todos los mexicanos, no sólo a los que vieron frustrados sus
planes de shopping en Miami, San Antonio, El Paso o la temporada de “Acción de
Gracias” en Estados Unidos que se avecina para final de año. La inflación nos
jode a todos. La misión del Banco de México es, precisamente, mantener la
inflación estable y, si es posible, por debajo del 3% anual y usará el
instrumental a su alcance para lograrlo.
La
cuestión es que habrá un ajuste fuerte y las condiciones internas ya no son las
que teníamos al inicio del sexenio. No hay mucho margen de maniobra. No podemos
endeudarnos más; es probable que las tasas de interés se incrementen; las
deudas del gobierno y de las personas serán mayores (costo de los créditos); el
gobierno y la iniciativa privada gastarán menos para incentivar la economía; y
definitivamente, el consumo interno terminará por deprimirse. Esto pone en
evidencia que la Secretaría de Hacienda (SHCP) estuvo en todo y en nada durante
los 4 años que llevamos del sexenio. La pachanga terminó.
Estamos
en una situación económica compleja. Como en un vuelo turbulento entre cielos
cambiantes, inciertos y volátiles (mercado cambiario). Eso no puede ser de otra
manera. Lo que debemos cuidar es la estructura del avión y de paso no tener
escenas de pánico entre los pasajeros para hacernos menos complicada la
travesía. Las autoridades monetarias deberán hacer lo necesario para salir de
estas nubes borrascosas y transitar hacia cielos de mayor calma, en tanto que
las autoridades hacendarias y el gobierno deberán ajustar sus gastos y ser
eficientes si o sí, de lo contrario, nos enfilaremos a una crisis económica de
fin de sexenio de pronóstico reservado.
Es
cierto que hemos pasado la barrera psicológica de $20 pesos dólar, algo nunca
visto en México; sin embargo, tenemos que guardar calma, priorizar gastos y
minimizar deudas. Lo peor sería entrar en pánico y propiciar un ambiente de
mayor incertidumbre y volatilidad.