Para nadie es desconocido que
muchos países y ciudades en general, sufren hoy en día las consecuencias de un
tráfico de vehículos terrestres que en muchos aspectos se hace cada vez más insufrible, no solo al interior de las grandes y medianas urbes sino en las vías
de acceso o carreteras que las intercomunican.
Si bien ello es resultado del
crecimiento económico, no necesariamente del desarrollo que debería estar asociado a éste
como una forma sana de que la mejora económica produzca un bienestar
perceptible y tangible a toda la sociedad en su conjunto. Las razones son
diversas, pero lo que si se torna evidente es que el crecimiento sin desarrollo
encontrara su propio límite e incluso
una reducción posterior, y sin dudas el transporte, la conectividad, la infraestructura productiva, es un
factor fundamental donde el crecimiento y desarrollo deben estar íntimamente
vinculados.
En el Perú como ejemplo, tenemos
un serio déficit en infraestructura vial que funciona como un “freno” o cuello
de botella a nuestro crecimiento y desarrollo, por lo cual es necesario buscar
alternativas al tradicional y principal transporte terrestre por carreteras.
Existen alternativas ?
Por supuesto y muchas, pero todas
ellas pasan por elaborar un plan estructurado que contemple todas las
modalidades de transporte, donde se privilegie aquel que sea menos
contaminante, menos costoso en horas pérdidas, más eficiente y sustentable en
el tiempo, en pocas palabras más “amigable” con nosotros, los sufridos usuarios, lo cual sin lugar a
dudas exige de parte de todos los involucrados (estado, gremios, asociaciones, etc.) poner en perspectiva y priorizar
el “bien común” y no solo intereses gremiales o particulares.
En ese sentido me voy a referir
como una de las alternativas, al uso
intenso que debiera darse al mar, especialmente para aquellos países
afortunados que tienen costas extensas y condiciones oceanográficas para
desarrollar un sistema de transporte eficiente en todo aspecto.
La denominada “Pista o Carretera
Azul”, o sea el Transporte Marítimo de Cabotaje o el Transporte Marítimo de
Corta Distancia (TMCD) en un sentido más amplio, constituye una alternativa casi
inmediata de uso, especialmente para el transporte de carga pesada o de mercancías, sin ser excluyente a
otros tipos de transporte menores.
Veamos el ejemplo europeo:
Con respecto al Transporte Marítimo
de Corta Distancia, la Unión Europea lo define como el movimiento de mercancías
y pasajeros por mar entre puertos situados en el territorio de la Unión Europea
o entre esos puertos y puertos situados en países no europeos con una línea de
costa en los mares ribereños que rodean Europa.
El concepto incluye transporte
marítimo nacional e internacional, es decir incluye el cabotaje interior de
cada país y el transporte internacional
entre países que comparten línea de costa, así como entre puertos continentales
e islas cercanas. En todo caso, con esta definición, el Transporte Marítimo de
Corta Distancia engloba prácticamente todo el tráfico marítimo de origen o
destino no transoceánico de los puertos europeos.
En la práctica, este tipo de
trasporte encuentra su sentido como
política activa, en su contribución a la formación de cadenas
marítimo-terrestres puerta a puerta, en donde además del transporte marítimo se
conjugan los diversos modos de transporte, especialmente los terrestres, y en particular el transporte por
carretera, para configurar una solución de transporte competitiva.
Así se puede afirmar que el
Transporte Marítimo de Corta Distancia (TMCD) tiene por objetivo generar formas
alternativas de transporte comercial vía marítima que favorezcan el crecimiento
del comercio intrarregional, a través del mejoramiento del transporte marítimo
a corta distancia en la región, ofreciendo nuevas alternativas al transporte
terrestre.
En diversos foros e instancias
regionales europeas se ha decidido apoyar la promoción del desarrollo del Transporte
Marítimo de Corta Distancia, a fin de lograr mayor integración, reducir los
tiempos, costos y mejorar la seguridad en el transporte, crear fuentes de
empleo, aumentar el volumen de carga y el manejo eficiente de la misma; así
como promover el intercambio comercial con otras regiones del mundo.
Pues bien luego de ver el caso
europeo, el impulso concreto y efectivo que se le da este tipo de política, y los beneficios que conlleva, considero que a nivel nacional y me referiré en particular a mi país, el Perú, se debería, como un primer paso, impulsar política y económicamente el uso
intensivo del transporte de cabotaje para tráfico de mercancías, principalmente
de carga rodada (RoRo) y continuar con transporte de vehículos menores y de
pasajeros entre los diversos puertos peruanos (tipo ferry). Ello aliviaría
significativamente las carreteras dándole mayor fluidez y seguridad, permitiría
reducir costos sociales y económicos, reducir el aspecto contaminante del
transporte terrestre intensivo y asimismo podría constituirse en un atractivo turístico, generaría nuevos puestos de trabajo, una mejora y adecuación de nuestros actuales puertos marítimos así como la construcción de nuevas
instalaciones portuarias, en definitiva,
esta alternativa bien manejada puede y debería beneficiar a todos los sectores (ganar/ganar).
Paralelamente o secuencialmente, de acuerdo al grado de intercambio y complementariedad económica de la región Latinoamericana
y al verdadero y efectivo sentido comunitario que debemos desarrollar y exhibir,
podría impulsarse la adopción de este tipo de Transporte Marítimo de Corta
Distancia con carácter internacional entre los países costeros de la región que
muestren un serio y efectivo interés en lograrlo incluidos aquellos que sin
poseer costa, puedan verse beneficiados de este emprendimiento.
Al final de cuentas, somos afortunados pues tenemos todos los elementos
para lograr un genuino y sostenido crecimiento y desarrollo, pero no vaya a ser
que el reto sea creer más en nosotros
mismos, como país y como región.