Entrevista al escritor Teo Palacios

Teo Palacios, Dos Hermanas (Sevilla), 1970.

 

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En 2010 publica su primera novela Hijos de Heracles, que ha dado paso a tres más:La predicción del astrólogo, El collar maya y El trono de barro.

Su formación profesional la realizó en marketing y diseño, pero desde hace años, la escritura llena su tiempo y todas sus ganas. La novela histórica es sin duda el plato fuerte de Teo Palacios, aunque cultiva otros géneros.

Colabora con revistas y programas de radio.

Participa de varios proyectos culturales. Es el caso de “Aula3” y “Biblioforum”.

Otra de las parcelas que ocupan su tiempo son los cursos y talleres de creación literaria que desarrolla en los últimos años.

Entrevista realizada por Begoña Curiel para ELD.

–Tiene formación en marketing y diseño. ¿Lo dejó por la escritura? ¿Fue o es una renuncia arriesgada?

No fue exactamente así. La vida suele ser más sutil y te va llevando de un lugar a otro sin que te des cuenta. De todos modos, renunciar a un trabajo “fijo” y apostar por la literatura siempre es un riesgo. Pocos son los que viven hoy de sus libros.

–Pero, ¿decidió mucho antes empezar a escribir? ¿Cuándo comenzó todo?

Escribo desde que era niño, cuentos de piratas porque había leído El Corsario Negro y cosas así. Luego lo dejé precisamente porque la vida te lleva por otros caminos. No fue hasta 2007 cuando me planteé en serio intentar llevar mis historias hasta los lectores. Tuve suerte y enseguida llamé la atención de agentes y editoriales. Hasta la fecha, todo lo que he escrito se ha publicado, por lo que estoy muy contento.

–¿Tiene Teo Palacios modelos, maestros, ídolos…?

Nunca he sido seguidor a ultranza de un autor en concreto. Adoro a Tolkien, y sin embargo me parece que El Silmarillion es un tostón (hay que decir que se publicó tras su muerte y estando incompleto). Pero de los grandes autores siempre se pueden aprender cosas. De Follet admiro su sentido del ritmo. De McCollough su capacidad de ambientación… De los grandes siempre se aprende.

–En 2010 publicó su primera novela. Hasta ahora el género histórico es su fuerte. ¿Por qué?

Uno suele escribir lo que le gusta leer, y como decía, ya desde pequeño me gustaban las novelas históricas y de aventuras. En mi adolescencia leí clásicos como Ivanhoe o La Flecha Negra, y dejaron una enorme huella en mí, me gustaban aquellas historias de otros tiempos en los que se vivía de un modo tan distinto al nuestro. Cuando empecé a escribir me decanté por la novela fantástica, como muchos de los que empiezan. Pero luego enseguida di el giro hacia la novela histórica. Es el género en el que más cómodo me siento.

–La novela histórica siempre ha sido uno de los pesos pesados de la literatura. ¿Ha cambiado o está cambiando el panorama?

La literatura se consume mayoritariamente por modas. Durante unos años la novela negra arrasó con todo. Ahora parece que empieza a bajar. La novela histórica es un género un tanto peculiar: o te encanta o no lo soportas. Esto último en gran parte creo que es porque los lectores tienen en mente las clases de Historia de los colegios o institutos, donde todo es un memorizar nombres y fechas y poco más; sin embargo, la novela histórica suele ser fascinante. Por eso tiene tanto adeptos.

–¿Es escritor de rituales? ¿Necesita algún horario o un ambiente concreto o especial para ponerse a trabajar?

No, no tengo rituales a la hora de ponerme a trabajar. Puedo escribir en el comedor, con la televisión puesta. Sí me gusta escribir con música. Mark Knopfler suele ser mi favorito, pero cualquier música tranquila y que pueda dejar de fondo me viene bien.

Eso sí, trabajo mucho previamente, y no suelo escribir hasta que tengo toda la historia bien trabajada.

–Los esquemas y la planificación son fundamentales, pero, ¿suele dejarse llevar? ¿Hay personajes o historias que le arrastran y le desvían del camino?

No, no suelo dejarme llevar una vez empiezo a escribir. Mis historias están muy planificadas. El momento de dejarse llevar, en mi caso, no es cuando ya estás tecleando lo que llegará a los lectores, sino cuando estás trabajando las tramas, los personajes, los obstáculos… Una vez esta todo eso cerrado, los cambios que hago son mínimos.

–Si hablamos de personajes, no podemos evitar mencionar a Francisco de Sandoval, su protagonista en El trono de barro. Es un personaje real pero ¿es divertido o por contra, da cierto vértigo novelar la vida de alguien?

En realidad, es de lo más interesante. El trabajo del novelista en estos casos, según yo lo entiendo, es intentar meterse en la piel del personaje real, intentar pensar como él, conocer los motivos por los que actuó como lo hizo y a partir de ahí recrear su vida. Por supuesto, hay que intentar ser riguroso con los aspectos que conocemos sobre él, pero no debemos olvidar que escribimos novela, y no ensayo histórico.

Se trata de recrear una visión de lo que pudo haber ocurrido y hacerlo de forma amena e interesante. Y para lograr eso, el primero que se te tiene que divertir eres tú como autor.

–Sandoval da para mucho. ¿Da pena cerrar la historia de personajes que cautivan? ¿Se queda un escritor con ganas de continuar con alguno de ellos? ¿Le ha ocurrido con sus anteriores novelas?

Siempre te queda una sensación de vacío cuando terminas una novela. Normalmente, pasas uno, dos años o más con cada proyecto. En el caso de El Trono de Barro fueron siete años de trabajo, así que sueles pasar lo que podríamos llamar un periodo de duelo, por más que normalmente, cuando te aproximas a la recta final de una novela, estás deseando terminarla para poder comenzar nuevos proyectos.

Hasta ahora no me han quedado ganas de continuar con ningún personaje, excepto Arquidamo, uno de los personajes de mi primera novela. Pero el periodo histórico y el lugar en el que se debería desarrollar la historia es un páramo y, por tanto, virtualmente imposible de llevar a cabo.

–Además de la historia de poder y ambición y el momento histórico que describe en su trono de barro, la reflexión es inevitable, porque el mundo parece no cambiar gracias a espíritus de una ambición tan desmedida.

El mundo no cambia porque el ser humano no cambia. Nos mueven las mismas pasiones y las mismas miserias desde el inicio de los tiempos. Curiosamente, cuando empecé a trabajar en esta historia los grandes casos de corrupción que salpican nuestro país aún no se habían destapados, así que fue una coincidencia que vino a refrendar lo que decimos; que el hombre suele corromperse con el poder, para nuestra desgracia.

–¿Cuáles son los autores favoritos de Teo Palacios?

Como decía antes, no soy tanto de autores como de obras. Me encanta El Hobbit y El Señor de los Anillos, obra que durante mucho tiempo leí una vez al año. Me gusta El Médico, de Noah Gordon, o Shogun, de James Clavell, que es una de mis novelas favoritas.

Tenemos la suerte, además, de que en España hay toda una generación de grandes novelistas. Muchos siguen teniendo la estúpida idea de que los autores de más allá de nuestras fronteras son mejores y no les dan una oportunidad a los españoles. Y precisamente por eso se pierden auténticas joyas.

–¿Nos haría una pequeña lista de libros imprescindibles?

Ivanhoe, La Flecha Negra, El Corsario Negro, Momo, La Historia Interminable, Shogun, El Médico, León Bocanegra.

–¿Un escritor de novela histórica es capaz de leer una trama de simple entretenimiento?

Más le vale…

–¿Qué novela le habría gustado escribir o le gustaría escribir algún día?

Uff, esta pregunta no tiene fácil respuesta. En lugar de querer escribir lo que escriben otros, lo que pretendo es que los lectores que se acercan a mis novelas descubran una época diferente, o un personaje apasionante. Si consigo engancharles y emocionarles con mis textos me doy por satisfecho.

–¿Cuánto tiene de lector un escritor?

Mucho, por no decir todo. Para poder escribir bien es necesario leer muchísimo.

–¿Cómo definiría su escritura?

Sencilla, directa, sin artificios. Me gusta dejar que sea el lector el que saque sus propias conclusiones. Por eso mis personajes no suelen ser buenos ni malos, sino tener matices. Intento que mis libros entretengan y muestren un mundo nuevo al lector.

–El mercado literario actual es tan variado como caótico: en contenidos y fórmulas de salida para los textos. ¿Cuál sería su valoración sobre el momento actual?

Que es complicado estar ahí. A día de hoy sé de autores a los que ven sus textos rechazados por editoriales que les dicen que en otro momento las habrían publicado perfectamente, pero que han tenido que recortar el número de libros que publican por el estado actual del mercado.

La piratería también hace daño. Y creo que las editoriales no están sabiendo adaptarse a la nueva realidad de negocio. Amazon, por ejemplo, se está comiendo gran parte del pastel. Primero fue a destrozar las librerías tradicionales, y cuando lo ha conseguido se ha lanzado a poner en marcha nada menos que 400 en EE.UU.

La situación es confusa y nadie sabe muy bien cómo atajarla.

–La autopublicación es una salida sin duda para muchos anónimos. ¿Pero considera que es un riesgo para la literatura en sí misma en términos de calidad?

Siempre hubo libros buenos y libros malos. La diferencia estriba en que ahora, cualquiera que escriba un libro porque sí, tiene una plataforma para publicarla. Los filtros han desaparecido. Ahora, en el mundo de la autoedición, el filtro es el propio lector, que muchas veces se encuentra con auténticas aberraciones, mientras que otras veces suena la flauta y descubre auténticas joyas, que también las hay.

La literatura no sufre por eso; siempre habrá obras buenas y malas. El que sufre es el lector, que tiene que fiarse de su instinto y lanzarse a la piscina si quiere consumir autores autopublicados.

–Tiene ya otro proyecto en cartera después de El trono de barro. ¿Qué nos puede adelantar?

Pues no mucho, porque aquí manda el secreto editorial. Pero el contrato ya está firmado. Aún no hay fecha de publicación, se baraja final de este año o principios del próximo. Es una novela histórica que se desarrolla en el S. I y en la que el protagonista debe investigar un extraño asesinato. Es un giro total a lo que ha sido el tipo de novelas que he escrito hasta la fecha.

–También imparte cursos y talleres de creación literaria. ¿Qué le enseñan esos talleres, qué nivel y calidad de creación existe hoy en día?

Me enseñan que tengo mucho que aprender aún. Que no puedes olvidar lo básico. Que escribir es un fuego que uno lleva dentro, pero también una actividad tiránica que exige muchas horas de dedicación. Que tienes que apasionarte con lo que haces, porque de lo contrario no sacarás nada bueno.

Aprendes que cada nueva historia es un reto.

UNETE



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