. Una más en la seguidilla de intentos por
acordar un plan para frenar lo que, de no mediar un esfuerzo concreto, parece
inevitable: un deterioro irreversible del medio ambiente, haciendo casi
imposible la vida humana sobre la tierra.
El objetivo más difícil anhelado es lograr
que la economía mundial elimine de aquí a 2050 su dependencia de las energías
fósiles (petróleo, carbón, gas). Diez de las mayores compañías del sector se
comprometieron a multiplicar sus iniciativas e inversiones en energías
alternativas para lograr esa transición.
El
segundo objetivo es frenar el calentamiento de la atmósfera, y para ello los 194
países más la Unión Europea deben limitar sus emisiones de gases con efecto
invernadero. Los investigadores advierten que el planeta debe contener su calentamiento
a un aumento tope de 2ºC de aquí a mediados de siglo para evitar dramáticos
cambios en el nivel del mar, el deshielo de los polos o que los ciclones y
fenómenos climáticos no sean aún más desastrosos.
Pero
los compromisos son insuficientes para lograr la baja de temperatura y nuestra adicción
a los hidrocarburos. "Ante los rápidos cambios en tecnología, ciencia y
políticas (...) el mundo debe volver a la mesa de negociaciones dentro de cinco
años, no diez, para aumentar su ambición", sugiere el Instituto Mundial
para los Recursos (WRI). No basta con buena voluntad ni más reuniones. El
tiempo exige cambios de conducta aún más radicales.
El Papa Francisco resultó profético con su encíclica Laudato Si sobre cuidado de "la
casa común". Se nos reclama un cambio, dice. "Los jóvenes nos
reclaman un cambio. Ellos
se preguntan cómo es posible que se pretenda construir un futuro mejor sin
pensar en la crisis del ambiente y en el sufrimientos de los excluidos".
El mundo no aguanta más, dice el Papa. "Se producen cientos de millones de
toneladas de residuos por año. La
tierra, nuestra casa, parece convertirse cada vez más en un inmenso depósito de
porquería". La pregunta por el futuro de la humanidad es
acuciante. "¿Qué
tipo de mundo queremos dejar a quienes nos sucedan? Lo que está en juego es
nuestra propia dignidad. Somos nosotros los primeros interesados en dejar un
planeta habitable para la humanidad que nos sucederá". "Hace falta volver a sentir que nos
necesitamos unos a otros, que tenemos una responsabilidad por los
demás y por el mundo, que vale la pena ser buenos y honestos" señala el
Santo Padre. Ojalá las grandes decisiones mundiales aterricen más pronto que
tarde en las conductas cotidianas para hacer de lograr hacer de éste, nuestro único
hogar, un espacio cada vez más humano.