. "No hay justificación ni religiosa ni humana" dirá
consternado el Papa Francisco. Ya el atentado a las torres gemelas en Nueva
York en septiembre del 2001 fue un preludio triste de una era de desconfianzas
que este nuevo atentado ahonda trágicamente y que ensombrece un ya debilitado
equilibrio de paz.
Atrincherarse en compartimientos
estanco, levantar mayores muros, solo conduce a la destrucción mutua. Los
únicos ganadores, como siempre, serán los grupos violentistas y fanáticos, que
alientan y requieren de esta espiral de violencia para justificar sus
atrocidades. No hay que ceder a esa tentación. Estamos obligados a entendernos;
a destacar los puntos de acuerdo por sobre las diferencias; a un diálogo más
fluido con los sectores moderados de esa parte del globo, que son mayoría, y
abandonar la lógica fácil de las armas y confrontación que a nada conduce. La
violencia solo engendra violencia. Sabemos cómo comienza, pero no como termina.
Con el Islam, los cristianos y
con ellos occidente, compartimos cuna, historia y destino. Somos hijos de un
mismo padre en la fe, Abraham. Junto a los judíos, conformamos la tríada de
religiones monoteístas. "La Iglesia mira también con aprecio a los
musulmanes que adoran al único Dios, viviente y subsistente" dice el
Vaticano II. Ellos "veneran a Jesús como profeta, aunque no lo reconocen
como Dios; honran a María, su Madre virginal, y también la invocan"(NE 3).
En efecto, la llaman Nuestra Señora (Sayyida) y el Corán la presenta no solo
como una mujer relevante, sino como la mejor de las mujeres (Corán 3,42-43),
haciendo de ella un prototipo de vida de fe, porque creyó en la veracidad de la
palabra de Dios (Corán 66,12). Por esto Dios la escogió para ser la madre de
Jesús, "el profeta de la bondad" como lo llaman los musulmanes con
afecto.
El teólogo Fulton Sheen ya hace
años llamó la atención sobre el hecho significativo que la segunda aparición de
la Virgen en Europa, tras Lourdes, fuera en un lugar que lleva el nombre de
Fátima, hija del profeta Mahoma. Hoy este punto resulta más que providencial y luminoso
en el oscuro panorama mundial.
En la defensa de las ideas, por
nobles y justas que se sientan, es siempre mejor comenzar por los puntos de
encuentro antes que por las diferencias. Mucho de eso debe hacer occidente en
relación al Islam y su órbita. Principal tarea en esta "cultura del
encuentro" de la que habla el Papa Francisco, es el papel de los
creyentes. En María encontramos un punto de unión valiosísimo en este diálogo,
hoy más urgente que nunca. No es desde el recelo, el prejuicio, desde donde
crecemos en humanidad y establecemos lazos. En Chile celebramos el mes de María
en noviembre, para terminar el 8 de Diciembre, día de la Inmaculada Concepción.
Bien haría el mundo cristiano en volver su vista a Sayyida, "Nuestra
Señora", la Santísima Virgen, quien puede hacer mucho por la paz aquí en
nuestra patria, entre nosotros, entre los pueblos, las religiones, y entre
todos los hombres.
P.Hugo Tagle M.
Capellán UCtwitter: @hugotagle