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@Joaquin_PereiraDesde
que inicié a escribir estas historias a lo periodismo gonzo he recibido varios mensajes de
aliento sobre mi deseo de aprender a manejar, cosa que se convierte casi
en una aventura a lo Misión Imposible en una Caracas con tráfico perenne y pródiga en huecos y desorden. Una
de mis alumnas del Taller de Escritura Creativa online desde Panamá me
dijo en broma que disfruta verme pasando por todas estas situaciones
porque es parecido a lo que siente con las pautas de redacción que les
asigno a mis talleristas: cosas del karma, todos estamos aprendiendo. Otro
desde Caracas me anima asegurando que pronto estaré haciendo Drifting
por las calles de El Hatillo, el pueblo donde nací y donde habitan mis
sueños. Para los que no saben qué es el Drifting les explico que es una
afición por el derrape en cuatro ruedas, peligroso pero excitante. Un
colega periodista por su parte hasta ofreció darme clases él: que cómo
es eso que yo esté botando los reales por allí si él me puede enseñar y
ganarse así unos cobres o churupos (léase: money). Algunos
lectores han compartido conmigo sus anécdotas sobre cómo aprendieron a
manejar: me dio risa como uno de ellos me dijo que cuando su padre le
enseño a su hermana sólo gritaba continuamente cinco palabras: “¡no
sueltes así el croche!”. Así
fue como este domingo acepté la invitación de un amigo para dar una
vuelta con su carro por una zona residencial del Este de la ciudad,
plácida y sin estrés. La idea de llegar a mi próxima clase de manejo con
algo más de práctica me recuerda cuando asistía a una clase en la
universidad con la teoría leída y digerida y pa´ñapa con los ejercicios
resueltos: ¿cool, no? Y
fue cuando descubrí el Punto C: algo similar al Punto G de los humanos
pero en este caso del carro. Y la cosa se complica porque entendí que
cada carro tiene su propio Punto C, que hay que encontrarlo si se quiere
que la cosa ande. El
Punto C es el que se consigue levantando poco a poco el croche logrando
que el vehículo vibre de tal forma que suavemente puedas empezar a
acelerar continuando poco a poco con la liberación del croche. Es
como excitar a una persona, cada quien tiene ese punto particular que
lo estimula y lo invita a “echar pa´lante”. No importa que bien lo
hacías con aquel carro con el que te iniciaste, cuando te montas en otro
carro eres de nuevo un aprendiz que debe ser cuidadoso si desea llevar
al carro a su particular “orgasmo”. Les
confieso que usando el auto de mi amigo al principio se me apagó varias
veces el motor, pero como siempre les digo a mis talleristas: la forma
más rápida de aprender es dejar a un lado el miedo a equivocarse. Luego
de varios intentos logré atinar con el Punto C y disfruté de una
práctica extra antes de mi próxima clase oficial. Ya les contaré en la
próxima si mis prácticas amatorias con el croche rindieron fruto.