. Es abogada pero se ha revelado como un gran descubrimiento literario con su “Puerto Escondido”, ambientada en Cantabria.
Una novela que la propia autora define como un mestizaje de géneros donde la intriga rodea a un conjunto de asesinatos, que pone en escena a través de dos historias paralelas.
Previamente a esta obra, María Oruña había publicado “La mano del arquero” y varios relatos.Entrevista concedida a El Libro Durmiente:–¿Hay un momento determinado en el que decide escribir novelas?Escribir no es algo que yo haya decidido de manera clara ni premeditada. En un momento concreto de mi vida surgió la ocasión, la posibilidad, y la aproveché. No sólo hay que tener algo que contar, sino que hay que tener tiempo e infraestructura para poder hacerlo.–“Puerto Escondido” ha lanzado con fuerza a María Oruña al mercado literario. ¿Le ha dado muchas sorpresas que no imaginaba, para bien y para mal?No soy una persona muy impresionable, la verdad. Pero sí me sorprende la realidad de los escritores: su trabajo es mucho más rutinario de lo que parece; los horarios, la relación con la editorial y con el entorno literario… es bonito, creativo, pero con un perfil más “profesionalizado” del que imaginaba.La gran sorpresa positiva son los lectores. Estaba preparada para todo, pero suelo estar alerta ante lo negativo, no ante tantas muestras desinteresadas de cariño y reconocimiento. Los lectores son muy generosos conmigo.–¿Podría ser esta novela la primera parte de una nueva etapa en su vida?Posiblemente. Ojalá colgar la toga, cerrar esa puerta, implique abrir otro camino, que es al que en realidad creo que siempre he pertenecido.–¿Tiene una disciplina y rutinas a la hora de escribir?Sí, tengo mis horarios. Por fortuna, soy muy disciplinada, y no dependo de las musas, que llegan siempre cuando estoy ante el ordenador. Normalmente, las mañanas son mi momento más creativo.–¿Y manías?Creo que ninguna. De hecho, puedo escribir en cualquier parte, aunque siempre con mis apuntes al lado y, si es posible, con un buen café doble humeando sobre la mesa.–¿Planifica o se deja llevar por las musas?Planifico, planifico. Eso sí, una vez que está hecho el esquema general y sé por dónde voy a navegar, dejo que la historia se cree a sí misma, que los personajes me sorprendan incluso a mí según desarrollan sus diálogos.–¿Qué le gusta leer? ¿Algún autor favorito?Me gusta leer un poco de todo. Por lo general, historias que tengan algún pequeño misterio que resolver, sin que necesariamente se trate de novela negra.Creo que no tengo escritores favoritos, sino historias favoritas, y admiro formas de escribir espléndidas de algunos autores, que no siempre mantienen un perfil lineal.–¿Qué le ha gustado más, la etapa de preparación, documentación y elaboración de “Puerto Escondido” o todo lo que ha venido después, tras su publicación?Cada parte tiene su encanto. Disfruto mucho documentándome: soy como una niña que juega a ser detective. Escribir implica algo más de seriedad y sufrimiento, aunque resulte magnético: hay que entrar en la historia, desnudarse en ella, volcarse entero.Lo que viene después, la promoción de la novela, las presentaciones, la prensa… reconozco que me encandila menos, y cuando lo hago, a menudo sólo pienso en regresar a casa, ponerme en chándal y escribir. Sin embargo, tiene aspectos muy positivos: conozco personas fantásticas, con mismos intereses que los míos, hablo de tú a tú con lectores, que es muy agradable, tengo el lujo de charlar con otros escritores…una maravilla.–¿Qué siente cuando una escritora como Dolores Redondo que no para de cosechar éxitos con su trilogía del Baztán, dice que María Oruña «ha llegado para quedarse»?Siento mucho respeto y agradecimiento. Dolores Redondo ha sido muy generosa conmigo opinando sobre Puerto Escondido, no tenía por qué hacerlo públicamente. He detectado que muchos escritores evitan comentar trabajos de sus colegas —yo, en mi honorable inocencia, si el contenido es positivo todavía lo hago— de modo que el hecho de que una grande como Redondo reconozca un trabajo salido de mis manos, hace que comprenda que no sólo es buena escritora, sino buena persona, con corazón.–Le gusta la intriga, la tensión, el ambiente que rodea a la temática negra…, ¿se ve en otro género?No creo mucho en los géneros en sí, encorsetados y estereotipados. Personalmente, me veo siempre escribiendo historias donde haya un poco de intriga o misterio: no tiene por qué haber asesinatos, ni estructura policial ni forense, sólo un poco de suspense.No me veo en novela romántica, ni en negra clásica, ni en ciencia ficción, pero nunca se sabe…eso sí, ¡en los últimos tiempos he detectado que invento unos cuentos infantiles fenómenos!–¿Las redes sociales son un instrumento fundamental para los nuevos escritores?Lo fundamental para un nuevo escritor es tener un buen libro. A partir de ahí, debe visibilizarse, pero las redes —muy importantes, por supuesto —no son todo, porque no todo el mundo las utiliza, o al menos no para leer reseñas o blogs literarios. El boca a boca es muy importante, la publicidad y el marketing también lo son, pero un buen escritor se irá abriendo camino con un buen material si es persistente —que no es fácil— y no permite que su sueño se desvanezca.–¿Qué diferencia a los escritores de otros campos humanísticos?Vaya pregunta, admite un montón de matices. De qué hablamos: ¿de educación, de política, de comunicación, de cultura…? El que escribe es un engranaje más, es el que cuenta, el que refleja, el que reflexiona.–¿Cómo tratan a la literatura los medios de comunicación?Creo que los medios de comunicación, con frecuencia, actúan en relación a la literatura en proporción a cómo actúa el Estado actual en relación a la cultura. Le da un segundo plano, nada relevante, complementario. Sin embargo, la literatura debiera formar parte de este “Estado de Bienestar” del que formamos parte, porque configura nuestros hábitos, nuestra educación, nuestra forma de entender y encarar el tiempo que estamos vivos.He observado también que los medios radiofónicos atienden más a escritores y medios literarios, siendo todavía bastante excepcional ver a autores en medios televisivos.–A lo largo de esta aventura ¿qué consejo ha agradecido más?Qué curioso, no tengo la sensación de haber recibido consejo alguno de nadie. Debe ser que voy siempre por libre, quizás porque hasta ahora no había frecuentado ningún ambiente literario; sin embargo, recuerdo que, cuando empezaba, leí en la web de escritores.org lo conveniente que era buscar un agente literario antes de escribir directamente a las editoriales: ellos no lo saben, ¡pero me aconsejaron bien! He agradecido ánimos y directrices, además, de mi familia cercana y de mi agente, Cristina Mora.–¿Daría usted alguno, a quienes estén empeñados en convertir en oficio, la pasión por contar historias?Si un escritor cree en su historia, que no se tire de cabeza al mercado editorial sin un agente literario. Los agentes funcionan como filtros de calidad ante las Editoriales, y saben en cuáles puede encajar su material. Que se deje llevar de la mano por un buen profesional, porque de lo contrario, se agotarás tras llamar a muchas puertas, que difícilmente tendrán tiempo siquiera para mirar por la mirilla.