Entrevista a la periodista y escritora Lara Siscar

Lara Siscar, Grao de Gandía, Valencia, 1977.

 

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Es periodista de televisión y está viviendo su primera experiencia como autora de una novela. La vigilante del Louvre reúne a tres mujeres alrededor de un cuadro de Courbet. En “El Libro Durmiente” queremos conocerla un poco mejor.

Entrevista concedida a ELD:

–¿Se siente acogida en su estreno, por el mundo de la crítica literaria?

Más bien me siento expectante. Me hacéis la pregunta apenas quince días después de que se publique el libro y aunque la respuesta de los compañeros de la prensa que lo han leído está siendo positiva, sigo a la espera.

–Las protagonistas de su La vigilante del Louvre son mujeres. ¿Es casualidad?

En absoluto. Barajé la posibilidad de que fuese un hombre el protagonista pero la reacción de una mujer enfrentada a “El origen del mundo” me sedujo más. Me despertó más interés porque la imaginé más compleja, menos obvia, más sutil. Más sorprendente incluso para ella misma, la protagonista. Así se creó en mi mente, al menos.

–¿Cómo se convierte “El origen del mundo”, un cuadro que califican de controvertido, en el punto de partida de su historia?

La capacidad que tiene la obra de Gustave Courbet para sacudir al observador es innegable. Un sexo de mujer, retratado con fidelidad fotográfica y situado a la altura de la mirada porque no es parte de un cuerpo pintado sino que es la única parte pintada. La originalidad de la pintura y el poder de incomodar a quien la mira, de violentarlo, me hizo preguntarme hasta dónde podría llegar, en mi ficción, una mujer cualquiera que se encuentra con “El origen del mundo” en un momento de desequilibrio, de inseguridad. Es el poder que tiene el arte de removernos las entrañas. Porque aún hoy en día, casi 150 años después de ser pintado, “El origen del mundo” tiene la capacidad de impresionarnos. De dejar marca.

–¿Hay un momento determinado en el que y por el que, decide escribir esta novela? ¿Es el comienzo de una nueva faceta de Lara Siscar?

No sé muy bien cuándo vino la idea pero para mí fue un paso natural después de tantos años de lectora voraz y de tantos años de informar sobre lo que hacen o escriben los demás. Simplemente un día te preguntas si tú serías capaz. Si el mismo criterio que te lleva a escoger unas lecturas y no otras te puede conducir a crear un texto con estilo y vocación literaria, no sólo informativa. Me impuse el reto y me lo acepté. Y espero que sí, que sea el comienzo de algo y no sólo un destello puntual. Pero esto último sólo puede responderse, de verdad, con el tiempo.

–¿Qué le causó más miedo o respeto: la presentación de su novela o la primera vez que se puso delante de una cámara de televisión?

No hay un más o un menos que pueda ayudarme a responder esta pregunta. Los miedos y las inseguridades se empeñaron en acompañarme con una intensidad que me pareció insuperable… en las dos ocasiones.

–¿Ha seguido un modelo o maestros a la hora de enfrentarse a la escritura?

De todas las lecturas se aprende. También de las malas. No he tenido un modelo como tal, no pretendo imitar, pero sí hay nombres que admiro y a los que no me importaría parecerme. A Thomas Bernhard, por ejemplo, con ese estilo tan propio, tan único, tan identificable e inimitable. Un modo de relatar que coloca la acción en segundo plano y una selección de hechos narrados que hacen de la inquietud el aire que respira el lector en cada palabra, en cada repetición, en cada obsesión. Y a Alice Munro, con esa capacidad suya de escribir magistralmente sobre las pequeñas cosas, sobre el día a día, sobre lo más nimio. Soy fiel seguidora de la máxima de que ninguna historia se ha contado demasiadas veces si es bien contada. La esencia es el estilo. Después, lo otro.

–¿Hay que ser buen lector para escribir?

Para escribir bien, sí.

–¿Nos recomendaría tres novelas que le hayan marcado y/o impactado?

La vida de las mujeres de Munro.

El malogrado de Bernhard.

La conjura de los necios de Kennedy Toole.

–¿Necesita de algún ritual, contexto o tramo horario determinado para sentarse a escribir?

No, no soy muy sistemática. Para esta primera novela, al menos, no. Me sentaba a escribir cuando me apetecía, cuando el momento me era propicio, o se me ocurría alguna acción o situación para avanzar en la trama, un poco sin orden ni concierto. No sé si me entrará alguna manía más adelante, pero de momento no me impongo nada. He disfrutado mucho del proceso de escritura, en entre otras cosas, por eso.

–Con su vigilante del Louvre ¿hubo más proporción de planificación que de dejarse llevar por las musas?

Empecé a prever por dónde irían las tres historias ya pasada la mitad de la novela, porque al tener que trenzar tres vidas, llegó un momento en que si seguía improvisando según mi imaginación corría el riesgo que no poder darles una salida coincidente en el tiempo. En el tiempo narrativo, se entiende. Esa ha sido una de las dificultades de la historia. Pero no trabajé con un esquema claramente definido. A lo mejor lo pruebo para la siguiente. Aunque sólo sea por probar.

–¿Las editoriales son las principales batallas del escritor? ¿Qué opinión le merecen las agencias literarias?

Supongo que según la experiencia de cada escritor, de cada editorial y de cada agencia. En mi caso, Plaza&Janés no puede ser más rigurosa y comprometida con mi trabajo. En cuanto a las agencias, no tengo una opinión definida. Yo no tengo agente.

–¿Cree que los escritores deben ser personas comprometidas, que se mojen al elegir temática y a la hora de contarnos sus relatos, sus historias?

No tiene por qué. La literatura vale también por la misma literatura. La fantasía también puede ser una forma de compromiso. O no. En todo caso, cada autor ha de ser muy libre de plasmar en su obra lo que le venga en gana. Ya está el lector para juzgarla. Y cada lector es un mundo.

–¿El periodismo trata bien a la cultura en general y a la literatura en particular? ¿Como periodista considera que se le dedica el tiempo necesario y la calidad de información que requiere, en el formato televisivo? ¿Y en la radio?

En la radio se habla más de cultura que en televisión y no creo que eso venga definido por el medio. La tele ha tendido más al espectáculo en su carrera por la audiencia. Debería estar más presente la cultura. Nunca es demasiado. Ahora mismo ni siquiera es suficiente. Y en cuanto si el periodismo trata bien o no a la cultura, eso depende del periodista. Los hay más o menos afines, como los hay más o menos preparados.

–¿Considera que la redes sociales han contribuido a fomentar la lectura y en general el mundo de los libros?

No como podrían hacerlo. Se desperdicia un gran potencial. La lectura pausada que requiere una obra literaria no encaja bien con la urgencia de las redes sociales. Pueden ayudar a dar a conocer un autor, un libro, pero hay autores con centenares de miles de seguidores que vitorean los tuits pero no compran el libro. Sí hay páginas de Facebook dedicadas al fomento de la cultura y la literatura, sería el caso de la página del periodista y escritor Antón Castro, por ejemplo, pero son los menos.

-Y en concreto, los blogs literarios?

Esto es distinto. El trabajo de difusión y acercamiento de la cultura de los blogs especializados es impagable. Se democratiza la capacidad de emisión crítica. Se independiza la valoración de las obras publicadas. Nada menos.

UNETE



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