Reconozco que las imágenes del ex
alcalde de Marbella, Julián Muñoz,
extremadamente delgado y muy demacrado en los juzgados de Málaga me impactaron
cuando las vi por primera vez, hace ya unas cuantas semanas. La visión de una
persona a la que parece faltarle el aliento, las fuerzas, una persona
envejecida con rapidez y debilitada, siempre causa un sentimiento de compasión.
A pesar de que algunos hablaron de que esa imagen podría ser una estrategia
para provocar lástima en el tribunal, lo cierto es que Julián Muñoz sufre
diversas enfermedades graves y que, prueba de ello, este mismo jueves ha sido
hospitalizado para practicarle un doble cateterismo. Todo ello, sin duda, lleva
a compadecernos de este hombre. Sin embargo, si lo analizamos con atención y
objetividad, la verdad es que ese sentimiento de compasión desaparece casi por
completo.
Recuerdo que hace unos años, mi padre
–al que también le practicaron un cateterismo que tuvo que pagarse él mismo
porque la lista de espera de la Seguridad Social era interminable- sufrió una
insuficiencia respiratoria y tuvimos que llevarlo al hospital. Mi padre trabajó
desde los doce años hasta los setenta, y –hasta donde yo sé- nunca robó ni un
duro. Como en el hospital no había ni camas ni médicos suficientes, mi padre
estuvo cerca de ocho horas en una camilla casi sin atención en mitad de un
pasillo atiborrado de camillas y enfermos que aguantaban sus propios sueros.
Llegados a este punto, ustedes se preguntarán; ¿y qué tiene que ver una cosa
con otra? Pues paso a explicárselo.
Julián Muñoz fue imputado en el caso
Malaya. El caso Malaya es uno de los tantos casos de corrupción que sufrimos en
nuestro país. En el caso Malaya se calcula que se robaron a las arcas de Marbella
unos 500 millones de euros. Por poner un ejemplo, el coste total de un hospital
medio como el Hospital de Burgos es de unos 200 millones para la obra y 100
millones de equipamiento. Un hospital de esas proporciones cuenta con unas
1.000 camas para enfermos. Si echamos cuentas, podemos decir que solo con el
dinero robado en el caso Malaya se podrían construir dos hospitales de unas
1.000 camas cada uno.
Personas corruptas como Julián Muñoz provocan
de algún modo que personas respetables como mi padre tengan que estar en un
pasillo de un hospital ocho horas sin prácticamente intimidad ni atención.
Muchas insensatos dicen, como en el caso de Isabel Pantoja, que este tipo de corruptos no han matado a nadie y
que hay gente que hace cosas mucho peores. Y, en parte, es cierto. Pero también
debemos recordar que la corrupción en España tiene un coste social de unos
40.000 millones de euros, y que ese dinero que cae en las cuentas bancarias de
los corruptos es dinero que deja de invertirse en hospitales, en médicos, en
educación, es seguridad ciudadana, en la mejora de las carreteras… Y la falta
de inversión en algunos de esos sectores también provoca de manera indirecta la
muerte de muchas personas.