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La familia y el Estado, quieren que sus hijos se
conviertan en unas personas productivas y responsables capaces de forjarse un
destino en base a los conocimientos adquiridos y a la formación recibida en el
hogar y en la escuela. Es por eso que las familias hacen enormes esfuerzos para
enviar sus hijos a la escuela. El Estado hace otro tanto, destinando fondos
para que la educación sea gratuita, en función de que todos la reciban.
Pero
existen otros que necesitan que las personas salgan de las escuelas
prácticamente sin formación e inclusive sin los conocimientos mínimos para
interpretar lo que leen, como tampoco para hacer simples cálculos matemáticos.
Siendo estos últimos los que introducen las nuevas modas pedagógicas que terminan
por construir educandos consumistas incapaces de construir prácticamente nada.
Son pedagogías que suenan como cuentos de hadas a los oídos de docentes y de padres que se vuelven difusores de las
virtudes de las nuevas pedagogías-livianas. Son quienes pretenden que sus hijos
vayan a la escuela a entretenerse, para evitarles enfrentarlos con la vida cada
vez más exigente y que su tránsito por la escolaridad, sea “exitoso”, según el
boletín. Y que a su vez, sea poco demandante de ayuda extraescolar por parte de
sus padres. Siendo estas personas improductivas las que luego son más proclives
a tomar por los atajos del facilismo y de la búsqueda de felicidad inmediata.
Esa que se consigue de un momento para el otro y que abandona tan rápidamente
como llegó.-Eugenio García