Ahora que las redes sociales se han encargado de
magnificar los problemas pero que también han sido tanto la forma de
solucionarlos como el vehículo para hacer saber esas soluciones, en México
existe un problema real, grave, que día a día duele más y va tomando tintes de
catástrofe: La seguridad social. Más bien, la falta de seguridad social.
En números gruesos, somos ciento veinte millones de
mexicanos. Disfrutan de acceso a servicios de seguridad social, medicina y
pensiones, aquellos asalariados que son afortunados al haber sido inscritos en
algún sistema de seguridad social de los muchos que coexisten en el país,
recordando que cada uno tiene sus propias reglas y sus propios requisitos. Así,
pueden formar parte de los más numerosos, los del Instituto Mexicano del Seguro
Social, IMSS, de los oficiales de gobierno, es decir, los que cotizan en el
Instituto de Seguridad y Servicios Sociales para los Trabajadores del Estado, ISSSTE,
de alguno de las más de treinta y cinco universidades públicas que proporcionan
seguridad social por sí mismas, de los que brindan las grandes empresas
paraestatales, como los bancos, Comisión Federal de Electricidad, CFE;
Petróleos Mexicanos, Pemex; Banobras, Fuerzas Armadas y unos cuantos más. En
total, cerca de veinte millones de mexicanos tienen derecho por sí a seguridad
social. A esos veinte millones, habrá que sumar cuarenta millones más, que son
los padres, cónyuges e hijos, que resultan ser derecho habientes.
Sin embargo, falta otro tanto de mexicanos, sesenta
millones por brindarles protección y así como están las cosas, ni el IMSS ni el
Seguro Popular, que por cierto, carece de clínicas, médicos y forma de brindar
apoyos, ni ninguna otra dependencia de gobierno serán capaces de soportar el
costo de esa asignatura pendiente.
Y tenemos así los grandes problemas que más laceran a
nuestro país: los maestros que han luchado contra viento y marea, sin conocer
bien qué es lo que tienen que hacer; los propios usuarios de redes sociales que
difunden notas que nada tienen que ver pero que como están impresas les
conceden credibilidad y cito: consideran un hecho la fusión entre IMSS e ISSSTE
y que ambos habrán de cobrar por los servicios. Al respecto digo: algún día lo
podrían hacer, pero para ello, necesitan cambiar la ley vigente y no existe, no
públicamente, iniciativas en ese sentido. Lo que circula es la tabla de costos
cuando el IMSS brinda servicio médico a personas que no tienen derecho, es
decir, cuando se atiende a un ajeno.
Maestros, gente sin seguridad social, falta de
transparencia de gobierno, evasión y elusión fiscales a todo lo que da, sin
medida alguna de gobierno que contenga la defraudación fiscal; el fraude a la
seguridad social que significa tener un obrero pagándole de manera formal unos
pesos y con ese salario darlo de alta, cuando la diferencia (que es mayor al
salario) se paga por separado y muchos bemoles más. No existe interés de nadie
por solucionar los problemas y así seguirán, a pesar de lo que el SAT diga y
haga.
Sin embargo he aprendido que una cultura de años, que una
forma de conducirse del colectivo formal puede fácilmente cambiar cuando ese
mismo colectivo tiene interés en el cambio. Eso es lo que ha de hacerse ahora
en México.
En 2004 presenté a consideración de la Academia, del foro
jurídico y luego ante muchos otros foros, la forma de otorgar servicio médico,
pensión, seguro de desempleo, protección a migrantes y muchas otras cuestiones
que entran en la más amplia acepción que merece la expresión seguridad social. No
se agota en el servicio médico y la pensión. Debe velar por la integridad de la
persona, desde el nacimiento hasta más allá de la muerte y para ello, ha de
intervenir, siempre respetando los derechos y garantías de la persona.
No he cejado en los afanes porque se torne realidad y
ahora, que han cambiado muchas cosas, que tenemos nuevos tiempos y que la gente
es distinta, de nuevo enarbolo mi propuesta para hacerle saber a los
gobernantes que es posible brindar seguridad social a la totalidad de la
población tomando el equivalente a dos o tres puntos del Impuesto al Valor
Agregado, IVA, mediante una tarjeta tipo “cliente frecuente” que le brindaría a
cada uno de los ciento veinte millones de mexicanos, la tranquilidad de que el
futuro está asegurado.
Cada quien será titular de su propio sistema de seguridad
social, de manera que los que ahora coexisten, no perderían su vigencia pero
sí, se aliviaría su carga al proporcionar una forma de quitar presión a la
recaudación de fondos para pensiones. Esas cuentas serán individuales, sin
acceso del gobierno a las mismas y así, se garantiza su libre disposición, con
la restricción que en el propio proyecto se establece.
Desde el primer día de vigencia del sistema, pueden
cubrirse las pensiones que faltan, pues siempre habrá dinero, ya que al ser
tres los tipos de personas que tendrán cuentas: personas físicas, morales de
derecho privado y morales de derecho público, los fondos de éstas últimas servirán
para garantizar la seguridad social de los que nunca compran, de los que ya
alcanzaron la edad o de quienes ya disfrutan de una pensión pero raquítica. La propuesta
garantiza, al menos, dos salarios mínimos por persona para garantizar una vida
digna.
Cuando compren las personas morales de derecho privado,
las empresas, los fondos se irán a una cuenta de la que solamente podrá
disponerse para el pago de impuestos, lo que nos garantizaría mejor
recaudación.
Todo lo demás está en mi blog. Está a sus órdenes. Es por México.
Vale la pena.
Me gustaría conocer su opinión.
Vale la pena.
José Manuel Gómez Porchini / México debe salir adelante