Se caracterizan básicamente por buscar la compañía de los
demás pero al mismo tiempo y debido a su gran ambivalencia, les rechazan y
alienan. Por un lado la persona quiere que alguien cuide de él o haga su vida
gratificante, pero por otro lado, no quiere perder autonomía o libertad y le
disgusta aceptar indicaciones y mandatos, en general de aquellos de los que
dependen. Están atrapados entre la intensa dependencia y la demanda de
autonomía.
Desea por un lado sentirse independiente de los demás y por
ello le disgusta acatar las órdenes de los demás no cediendo ante el otro; pero
por otro lado desea contar con el favor del otro puesto que el pasivo-agresivo
es muy dependiente, y no puede permitirse la confrontación directa y el ser
asertivo, puesto que corre el riesgo de perderle. Para solucionar esta
ambivalencia entre querer oponerse al otro sin ser asertivo y buscar la
confrontación, utiliza estrategias de resistencia a las órdenes indirectas
recurriendo a la posposición, la ineficacia y la obstinación, así como
mostrando conductas de oposición y fastidio hacia los demás. Si el otro se
enfada por la oposición del pasivo-agresivo actúan ofreciendo una imagen de
perplejidad o ineptitud, aparenta haberse olvidado del asunto o se ofrece al
otro con una imagen indolente.
Sus creencias son: “Si sigo las normas pierdo libertad”, “si
alguien llega a conocerme seré vulnerable”, “si dependo de alguien no tengo
capacidad de decisión”, “no imponiéndome a los demás directamente estoy a
buenas con los demás”, “no debo seguir los pasos de nadie”, “dar el brazo a
torcer significa que no tengo control”.
Se muestra resentido y envidioso de los demás haciendo
comentarios desagradables sobres los que tienen más suerte que él.
Se ve así mismo con poca suerte, poco apreciado, gafado y
ninguneado por los demás, muestra sentirse desilusionado de la vida, agrio y
descontento.
Los demás les ven como obstinados, no cooperadores,
desobedientes, quisquillosos, malhumorados, enfurruñados, pesimistas.
Aunque en ocasiones hacen confesiones genuinas de
arrepentimiento, a la larga vuelven a mostrarse oposicionistas y malhumorados.
Raramente se culpabilizan a sí mismos.
Reaccionan ante la percepción de no sentirse apreciados.
El término "pasivo-agresivo" fue utilizado por
primera vez por los militares norteamericanos durante la Segunda Guerra
Mundial, cuando psiquiatras militares notaron el comportamiento en soldados que
mostraban resistencia pasiva y eran reacios a cumplir órdenes.
Existen ciertos comportamientos que sirven para identificar
a un individuo pasivo-agresivo.
Ambigüedad
Olvidos y lapsus
frecuentes
Echar la culpa a
otros
Tardanza crónica y
olvido
No expresar
hostilidad o enfado de forma abierta
Miedo a la
autoridad
Miedo a la
competición
Miedo a la
intimidad
Fomento del caos
Ineficiencia
intencionada
Crear excusas y
mentir
Obstruccionismo
Deja las cosas
para más tarde
Resentimiento
Se resiste a
sugerencias de otros
Sarcasmo
Realmente están molestos, pero dicen que no. Tienen malestar
emocional y mental, pero aparentemente están perfectos. sus rabias,
frustraciones y amarguras estallan entre sarcasmos y omisiones.
Frases aparentemente ingenuas como "has llegado muy
lejos a pesar de tu nivel de educación", "no sabía que cuando yo
usaba tu ropa te molestaba" o "perdón, olvidé que no te gusta la
carne y es lo único que compré para comer", pueden encubrir un
comportamiento pasivo-agresivo que se les asigna a quienes no manifiestan sus
sentimientos de enojo, desacuerdo, rabia o frustración y, en cambio, elaboran
respuestas basadas en el sarcasmo, las evasiones o agresiones indirectas.
Probablemente todas las personas han conocido a alguien con
este tipo de conductas o las han desarrollado sin tener mayores inconvenientes,
pero cuando aquellas expresiones y comportamientos se agravan, se hacen más
frecuentes y se trasladan a todas las áreas de la vida, pueden tener
consecuencias poco gratas, como aislamiento o pérdida del trabajo.
La psicóloga Carolina Nieto explica que el rasgo distintivo
de las personas pasivo-agresivas es "encubrir la agresividad hacia otros.
Ellos no son directamente hirientes, sino que se expresan a través del cinismo,
el pesimismo o el sabotaje". Un pasivo-agresivo se percibe a sí mismo como
una persona pacífica, y por eso no estalla cuando tiene un problema en frente,
pero elabora otra manera de comunicarse, igual de venenosa que una agresión
directa.
Es así como un pasivo-agresivo puede estar de muy buen humor
un día y ser amable con sus compañeros de trabajo, y al otro estar molesto con
todos ellos sin razón aparente. Cuando una tarea en su trabajo le es asignada,
la persona que tiene este comportamiento puede decir que la hace, sin chistar,
pero dilata el momento de hacerla, y a la hora de entregarla, no la tiene. En
cambio, presenta un arsenal de excusas para justificar su falta.
La trampa de los pasivo-agresivos
Son personas a las que les gusta el hábito y la rutina y
evitan embarcarse en proyectos que les resulten difíciles de manejar.
"Generalmente –asegura Carolina Nieto– no se salen de sus casillas y
tienden a no manifestar su inconformidad ni a afrontar situaciones que los
pongan incómodos".
¿Pero cómo puede formarse un comportamiento de este tipo?
Aunque las razones pueden variar, Diana Obando, psicóloga y docente de la
Universidad de La Sabana, asegura que "las interacciones previas con otras
personas, el temperamento y la forma como han sido criados, son determinantes
para actuar de una u otra manera. Las personas repiten comportamientos
aprendidos y usan la misma estrategia en su vida cotidiana".
Las causas de comportamientos ambiguos, impredecibles y
carentes de compromisos estarían en la infancia y, el problema principal, es
que aquellas conductas tienen consecuencias en las relaciones sociales, tanto
en las de pareja como en las familiares y laborales. Por lo general, son
solitarias y tienen relaciones conflictivas, sufren de inestabilidad laboral al
tener conflictos constantes con sus jefes (una de las características del
comportamiento son los problemas con la autoridad), establecen relaciones muy
dependientes, son pesimistas y suelen usar el papel de víctima para conseguir
lo que quieren.
Para corregir o cambiar esta actitud es importante recibir
ayuda terapéutica, pues no es algo fácil de cambiar. La psicóloga Carolina
Nieto asegura que "se necesita mucha conciencia. La persona difícilmente
lo hace sola, porque no tiene claro que ese no es un comportamiento sano y no
conoce otra manera de afrontar las situaciones".
Lo más importante a la hora de transformar la
pasivo-agresividad es desarrollar una forma de comunicación asertiva, "en
la que se trabajen también estrategias de afrontamiento –explica Diana Obando–.
Ser asertivo implica leer el contexto en el que me desenvuelvo, y actuar de
acuerdo con las exigencias de aquel medio".
Aunque parezca obvio, cada quien está en interacción y
comunicación constantes con otros, por eso necesita desarrollar habilidades
sociales para expresarse de manera adecuada y precisa. Es justamente esto lo
que personas con programas de pasivo-agresividad deben desarrollar para evitar
perpetuar estas conductas.
Y en el caso de tener que lidiar con una persona de este
tipo, lo más importante es no seguir su juego y no engancharse con los
comportamientos de víctima. Siempre es mejor confrontar al otro de manera
directa, sin agresividad, así como abrir más canales de comunicación para
expresar las emociones y sensaciones.
¿Cómo reconocer a un pasivo-agresivo?
En el libro La sonrisa molesta: La psicología del
comportamiento pasivo-agresivo, de los psicólogos Jody E. Long, Nicholas J.
Longe y Signe Whitson, se enumeran diez respuestas típicas de quienes desarrollan
conductas pasivo-agresivas:
1. "No estoy molesto", pero realmente sí lo está,
y mucho.
2. "Estoy bien", "lo que sea". Con estas
frases el pasivo-agresivo realmente expresa su rabia de manera indirecta, para
evitar una comunicación abierta y clara sobre lo que quiere.
3. "Ya lo hago". Y jamás lo hace, sino que
posterga la tarea o la resolución del problema.
4. "Usted quiere que todo sea perfecto". Entrega
la responsabilidad de sus fallas al otro, culpándolo porque no es suficiente lo
que hace.
5. "Yo pensé que tú sabías". A veces, la omisión
es la manera en que los pasivo-agresivos se guardan información que podría
ayudar a prevenir un problema.
6. "No sabía que lo que querías decir era ‘ahora
mismo’". Esta es otra forma de omitir una responsabilidad o desviar la
atención ante un incumplimiento propio.
7. "Por supuesto, estaría feliz de hacerlo". Pero
ni lo hace ni está feliz por ello.
8. "Lo has hecho muy bien para alguien con tu nivel de
educación". Una ofensa disfrazada de cumplido.
10. "Solo estaba bromeando". El sarcasmo suele ser
una herramienta importante para los pasivo-agresivos.
11. "¿Por qué te molestas tanto?". Quien hace la
pregunta conoce de antemano la respuesta, pero para evitar aceptar su
culpabilidad en un tema, cambia el foco del problema.
Tratamiento del comportamiento pasivo-agresivo
Este comportamiento puede tratarse con ayuda psicológica,
bajo terapia cognitiva ? conductual, para ayudar a la persona a identificar su
forma de hacer las cosas y de pensar, y una vez tome conciencia de ello poder
cambiar sus conductas. Si no se corrige, la inadaptación social se irá
agravando, así como su apatía y desinterés, volviéndose cada vez peor a medida
que envejece, y siendo frecuente que acaben refugiándose en el consumo excesivo
de alcohol u otras dependencias.
En una terapia se le hará ver que las dificultades no las
producen los otros, sino su propia forma de pensar, así como también se le hará
reconsiderar los pros y contras de sus modos de actuación, de su comportamiento
inadecuado y de sus pensamientos erróneos.