Crónica: Encuentro Club de Lectura "Biografía del silencio" de Pablo d'Ors

El viernes 13 de febrero de 2015, un grupo de personas interesadas en la meditación realizaron una “sentada” para conversar en torno al ensayo de Pablo d´Ors, Biografía del silencio.Aplicar la dialéctica discursiva a un ámbito que pertenece a la experiencia personal supone un reto. Desde el comienzo se hizo evidente que no podíamos abordar este universo desde un plano intelectual. Tal vez por ello, los integrantes al encuentro realizaron sus intervenciones (como no podía ser de otra manera), desde la subjetividad.El debate de mayor intensidad se produjo al cuestionarnos sobre la naturaleza del observador. Algunos tertulianos lo identificaron con la cualidad transcendente del ser humano. Para otros, la no implicación en cuanto surge durante el acto de meditar supone, en sí misma, una condición que le es propia a la mente. Desde el momento que se produce una elección se está en el mundo diferenciado, una de las propiedades que determinan el mundo mental.Las aportaciones de los tertulianos ampliaron el universo de la meditación al referir sus fuentes y similitudes con movimientos filosóficos de la antigüedad. Adquirieron especial importancia las referencias incorporadas al debate sobre el estoicismo. Al leer un fragmento del emperador Marco Aurelio, comprobamos la validez de la sentencia que afirma: “Todos los caminos conducen a Roma”. Si bien la meditación tiene unos componentes que la hacen singular, sus frutos pueden alcanzarse por diferentes vías. De entre ellas, la práctica filosófica fue la que adquirió mayor protagonismo durante la tertulia.Otro punto que concitó la atención de los asistentes tuvo que ver con la aceptación de cuanto nos sucede, entendida como la oportunidad que nos ofrece la vida para el desarrollo personal. Nos detuvimos en esta idea hasta clarificar su diferencia de la resignación, cuya postura ancla a la persona en un estado de inmovilidad irresponsable.Próximos al final de la actividad, se leyó un cuento sufí que comprendía muchas de las ideas surgidas en el encuentro. Os proponemos su inspiradora lectura como cierre a esta crónica del silencio:

 

.Aplicar la dialéctica discursiva a un ámbito que pertenece a la experiencia personal supone un reto. Desde el comienzo se hizo evidente que no podíamos abordar este universo desde un plano intelectual. Tal vez por ello, los integrantes al encuentro realizaron sus intervenciones (como no podía ser de otra manera), desde la subjetividad.El debate de mayor intensidad se produjo al cuestionarnos sobre la naturaleza del observador. Algunos tertulianos lo identificaron con la cualidad transcendente del ser humano. Para otros, la no implicación en cuanto surge durante el acto de meditar supone, en sí misma, una condición que le es propia a la mente. Desde el momento que se produce una elección se está en el mundo diferenciado, una de las propiedades que determinan el mundo mental.Las aportaciones de los tertulianos ampliaron el universo de la meditación al referir sus fuentes y similitudes con movimientos filosóficos de la antigüedad. Adquirieron especial importancia las referencias incorporadas al debate sobre el estoicismo. Al leer un fragmento del emperador Marco Aurelio, comprobamos la validez de la sentencia que afirma: “Todos los caminos conducen a Roma”. Si bien la meditación tiene unos componentes que la hacen singular, sus frutos pueden alcanzarse por diferentes vías. De entre ellas, la práctica filosófica fue la que adquirió mayor protagonismo durante la tertulia.Otro punto que concitó la atención de los asistentes tuvo que ver con la aceptación de cuanto nos sucede, entendida como la oportunidad que nos ofrece la vida para el desarrollo personal. Nos detuvimos en esta idea hasta clarificar su diferencia de la resignación, cuya postura ancla a la persona en un estado de inmovilidad irresponsable.Próximos al final de la actividad, se leyó un cuento sufí que comprendía muchas de las ideas surgidas en el encuentro. Os proponemos su inspiradora lectura como cierre a esta crónica del silencio:
Una vez había un discípulo que meditaba e invocaba al Creador. Durante diez años había hecho meditación para alcanzar su Presencia. Entonces el Creador se le apareció y él le pidió que por favor le diera una mente hermosa que pudiese manifestar cualquier cosa que él quisiera. Es cierto que si tenemos una mente como se debe, si tenemos una mente buena podemos manifestar nuestras buenas intenciones en acciones. Entonces el hombre le pidió al Creador: “Dame una mente que manifieste cualquier cosa, que sea capaz de manifestar cualquier tipo de cosa”. El Creador le respondió: “Te daré una mente así, pero has de tener en cuenta que si no le das trabajo, ella te comerá y te destruirá. Continuamente tendrás que darle trabajo y ella trabajará para ti, pero acuérdate que le tienes que dar siempre trabajo; si no le das trabajo a la mente, ella te comerá. Aprende a darle trabajo y ella te ayudará”.

Entonces el Creador le dio un gran gigante como mente al discípulo y él se puso muy contento. El Creador desapareció y entonces el gigante apareció y le preguntó al discípulo: ¿Qué quieres? El discípulo le dijo: “Quiero una buena casa”, y en un minuto el gigante le proporcionó una buena casa y le siguió preguntando: ¿Qué quieres ahora? “Quiero una buena familia” y en otro minuto se la proporcionó. Le volvió a preguntar: ¿Qué quieres? y el discípulo le dijo: “Un buen negocio”, y le proporcionó un negocio próspero. ¿Y qué más quieres? “Un buen coche”. ¿Qué más quieres? El discípulo empezaba a cansarse y no sabía qué pedir porque lo tenía todo. “¿Qué más le pido?” se preguntaba; si no le pido algo al gigante, me va a comer”. Yo no quiero más cosas, esto es demasiado para mí, una mente así yo no la quiero; es mejor que tenga una mente normal porque este gigante lo hace todo muy rápido y luego pregunta qué es lo que quiero.Entonces el gigante le dijo: ” Si no tienes nada que pedir, déjame que te voy a comer”. Entonces el discípulo pensó “mejor me voy corriendo pues ya no le quiero ver más”. Y así lo hizo: corría por el monte y el gigante le seguía.Al pasar por un monasterio un maestro que le vio, corriendo como un loco, le quiso parar, pero él no quería hasta que el monje le agarró de un brazo y le paró. “¿Me quieres decir qué te pasa?”. “Lo siento, no puedo, viene corriendo detrás de mí el gigante, y si no le doy trabajo me come. Le doy trabajo y lo acaba en seguida y me pregunta continuamente “¿qué quieres?”. Yo no quiero nada, pero él me dice que si no quiero nada, me come. Déjame que tengo que salir corriendo”. El Maestro le dijo: “El hecho de que corras no es solución porque es tan grande, que aunque vaya despacio llegará a cogerte, para él es muy fácil comerte”.El Maestro le dijo:” ¿Sabes?, siempre hay un trabajo que poder darle: Si pierdes esta mente, ni la casa, ni el jardín, ni el coche se pueden manifestar. Por tanto la solución no es acabar con el gigante, sino darle un trabajo siempre que tú no lo necesites”.El discípulo le dijo: “¿Crees que hay algún trabajo que el gigante pueda hacer mientras yo no lo necesite?” “Sí”, dijo el Maestro. Y el discípulo respondió: ” ¡Entonces seré el hombre más feliz de la Tierra si me enseñas el método!”.“Ordénale que suba al árbol y que lo baje, para arriba y para abajo todo el rato hasta que lo necesites para realizar otro trabajo”.

Puedes leer la reseña al ensayo en el siguiente enlace: Biografía del silencio

UNETE



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