Entrevista al escritor y periodista José Manuel Serrano

Jose Manuel Serrano nació en Pamplona (Colombia) pero se traslada de pequeño a Algeciras, donde reside actualmente.

 

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El 16 de Enero presentaba en esta ciudad gaditana su primera novela “La azotea de los innombrables”, con la que realiza un homenaje a su profesión, el periodismo. De manera paralela, desarrolla el proyecto de ocio “Pacopeco”, de promoción de la lectura, el teatro y otras vertientes culturales, dirigidas fundamentalmente a los niños

Entrevista concedida a ELD.

¿Qué diferencia la literatura de otros campos humanísticos?

Creo que los conceptos claves son los de la intimidad y la elaboración. Escribir es un acto íntimo y, aunque la pintura y la escultura también lo sean, por ejemplo, construir una narración tiene una elaboración de una profundidad poco comparable a la que hay en otros ámbitos de creación.

Está usted de estreno este año. ¿Cambia la vida la publicación de una novela?

He sentido una satisfacción enorme. Y he pensado que rompía la barrera que podía separarme de contar cosas a la gente en este formato de una novela, cosa que no había conseguido hasta ahora. También siento una responsabilidad muy importante: estoy motivado para seguir escribiendo pero he de hacerlo mejor, con más calidad, porque se lo merece la gente que dedica su tiempo a leerte y seguirte, todas las personas que se interesan por tu trabajo.

¿Hay un momento determinado en el que decide escribir novelas? ¿Tiene que ver con su profesión de periodista?

Tiene que ver con total seguridad porque, en definitiva, lo que me gusta es escribir, jugar con las palabras y construir con ellas lo que pueda. La novela es un género que me encanta, en ella cabe la vida. La poesía tiene la capacidad de emocionar a flor de piel, pero la novela es tan amplia que me gusta trabajar en ella.

¿Tiene modelos o maestros a seguir o que sean el espejo donde mirarse?

Yo creo que todo el mundo los tiene, claro. Estoy de acuerdo en que lo que se presenta o parece como lo más sencillo es lo más complejo y difícil de hacer. Quiero dar algunos nombres que me apasionan en esta línea: Orhan Pamuk, al que veo como un narrador increíble de la cotidianidad y la profundidad de la vida; Antonio Muñoz Molina, que hace una literatura honesta, sincera, muy trabajada; la mexicana Guadalupe Nettel, que tiene la capacidad de hablarte al oído por la intimidad y naturalidad con la que están escritos sus textos. Esos tres autores los considero apasionantes. También clásicos del siglo XX, claro: A García Márquez y Vargas Llosa los tengo por imprescindibles.

¿Se puede ser buen escritor sin ser buen lector?

Yo eso lo veo prácticamente imposible. La lectura está antes. Sin ella… Pues eso, imposible.

¿Sería capaz de recomendarnos tres novelas y explicar los motivos de su elección?

El Museo de la Inocencia, de Orhan Pamuk, es la forma más original que he leído de contar lo apasionado y profundo que puede llegar a ser un amor y todo lo que se hace en esa locura que se siente por otra persona. Cien años de soledad es necesaria para comprobar hasta qué punto se puede dominar un idioma y cómo se puede tener la capacidad de fabular y novelar, imaginando y creando hasta el infinito. Asesinato en el Orient Express porque me parece una obra maestra de la intriga y el misterio.

Cuéntenos, descríbanos cuál es su ritual a la hora de escribir si lo tiene.

Necesito silencio casi completo, como mucho una música muy bajita. A veces susurro lo que escribo para ver cómo me suenan las palabras y cómo pueden sonarle al que las lea, claro. Y, al principio, todo a mano con un bolígrafo o un rotulador fino porque pasarlo al ordenador es algo que vendrá después y hasta será una criba más. Tachar y emborronar entran en el ritual, todo lo que haga falta porque hay que ser muy autoexigente para buscar calidad. Dar todo lo que se pueda de uno mismo.

¿Las musas llegan o se las busca?

Las musas son las ideas. Y llegan, se le ocurren a uno o las ve por ahí. Luego toca trabajarlas y hacer algo digno e interesante de ellas.

La nostalgia por un oficio como el de periodista, que se practica pero que ya no es el de antes, impregna su primera novela. ¿Hasta qué punto cree que la escritura puede ser una terapia?

Para mí es una terapia casi perfecta. Situé a Mohamed Kebira en una redacción de periódico de las de antes porque me encantaban y las echo de menos. Escribiéndolas, volví a ellas y me siento bien convirtiéndolas en mi lugar aunque sea en la ficción.

¿Cómo definiría su escritura?

Simple y directa y veo normal que sea así porque procede de un periodista entrenado para el lenguaje informativo. Para la literatura le falta belleza y elaboración y eso tengo que trabajarlo muchísimo más. Estoy dispuesto.

En la presentación de su libro, no descartó continuar con nuevos capítulos de su personaje, Mohamed Kebira, un periodista a punto de jubilarse, al que ya han arrinconado precisamente por su edad. ¿Siente que merece una “revancha”?

Mohamed Kebira merece tantísimas cosas que yo no he sido capaz de darle aún… En la resolución de los crímenes de La azotea de los Innombrables ya se toma la primera de sus revanchas, pero van a venir más y de más calado.

¿Cómo ve los premios en esta carrera? ¿Absolutamente necesarios para continuar adelante?

No son necesarios. Son bonitos y se agradecen si llegasen, pero si no me los dan yo por eso no me voy a privar del placer de construir historias y de escribir. Me publicarán, no me publicarán, habrá un premio o no… Todo eso está en un plano inferior a escribir y darse el gustazo de hacerlo. Y lo que tenga que pasar pasará.

¿Se considera un escritor comprometido con su tiempo?

No sé si llego a tanto, pero porque no tengo altura ni categoría literaria yo para eso. Lo que sí me siento, como explicaba antes, es responsabilizado a la hora de intentar hacer las cosas de la mejor forma posible. Sobre todo, porque la literatura y los lectores me merecen el máximo respeto. No son nada para tomárselo de forma poco seria.

Ahora que ya ha publicado su primera novela, ¿qué consejo le gustó que le dieran y cuál le habría gustado que le hubieran dado antes de que saliera a la luz “La azotea de los innombrables?

Me gustó que me “consolaran” con buenas razones ante el hecho de que sea algo corta, por los argumentos de que es la primera y es así y hay que saber aceptarla de esta manera. Y eché en falta que alguien me previniera seriamente contra el hecho y las consecuencias negativas para la narración, su ritmo y su trama, de dejarla y retomarla según temporadas. Es un error garrafal. Pero bueno, uno es un novato.

 

UNETE



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