Título: El escritor y el otro
Título: El escritor y el otro
. Carlos Liscano (1949,) escritor uruguayo, fue preso político durante la dictadura de Uruguay. Aspiraba a ser matemático hasta que al octavo año de cautiverio, un primero de febrero, decidió escribir una novela. Cuenta que tomó esa decisión con la finalidad de mantener el equilibrio mental. En ese momento no anticipó que con el paso del tiempo esta elección se convertiría en el centro de su vida.
Actual director de la Biblioteca Nacional del Uruguay, Liscano ha incursionado en los géneros de narrativa, teatro y poesía siendo traducido a varios idiomas. Obras como El informante (2008) o La familia (2001) fueron llevadas a los escenarios de países como Suecia, Francia y España entre otros. De su narrativa cabe destacar La mansión del tirano (1992), novela concebida en la cárcel, El furgón de los locos publicada en 2001, así como en el género poético La Sinuosa Senda (2002).En El escritor y el otro Liscano reflexiona sobre el escritor y sus dificultades, sobre el pánico ante esa hoja en blanco “De una noche a otra espero que algo ocurra. Sé que no va a ocurrir, pero si no espero seguro que no ocurrirá.” Con esas palabras el autor uruguayo inicia este ensayo reflexivo.En los ochenta y nueve fragmentos que componen el libro, Liscano transita por las contradicciones inevitables del escritor. Páginas en las que se palpa el dolor y la frustración que surgen ante la imposibilidad de escribir, así como el entusiasmo cuando la tinta por fin corre sobre el papel. Ese momento fugaz, acota, cuando uno cree que tiene algo importante que contar.Liscano asocia el acto de escribir con el sacrificio desde el estreno, desde la primera palabra. Para él el individuo existe hasta el día que empieza a escribir. Porque a partir de ese momento, dice, se produce un desdoblamiento. Está el individuo que escribe, el inventado, y el otro, el sirviente, el que se hace cargo de la vida. “Todo escritor es un invento. Hay un individuo que es uno solo y que un día inventa a un escritor y pasa a hacerle de sirviente y desde entonces vive como si fuera dos.”Un punto de vista, sin duda, opacado por el desaliento. Tal vez el único medio que encontró el escritor uruguayo para explicarse a sí mismo esos momentos de esterilidad literaria y para convencerse que la soledad, la disciplina y la fe son herramientas imprescindibles para la creación de todo escritor.