. De él se puede sacar enseñanzas para la situación
actual: Cuando las autoridades de su época quisieron callar a las multitudes
que marchaban tras él, les respondió, no sabemos si en tono desafiante o
encogiéndose de hombros: “Si ellos se callaran, gritarían las piedras”. Y es
que hay movimientos sociales, debe haber pensado, que tienen detrás todas “las
fuerzas de la historia”, como dirá más adelante otro agitador.
Hoy
el gobierno quiere que los agitadores se callen. La Concertación, por su
parte, busca subirse al carro, agradeciendo tal vez no ser gobierno. Ambas
coaliciones saben que ya no pueden con tanta soltura de cuerpo llamar “gran
acuerdo nacional” a lo que decidan en el parlamento.
Hay
procesos sociales que son irreversibles, y Chile llegó a un punto en que se
hizo inaceptable la educación para ricos y la educación para pobres.
¿Y si el movimiento
actual se desgasta sin haber logrado reformas estructurales de fondo?Callar a los
jóvenes es tapar el sol con el dedo y chutear las movilizaciones para el próximo
año, cuando tome el relevo una nueva generación de jóvenes estudiantes, cada
vez más desencantados y desconfiados de la clase política.
Los
jóvenes también saben que no lograrán todo hoy. Si el gobierno hoy sólo está
preocupado de sacar los penales al corner, no debe ser así por parte de los
estudiantes. La lucha porque el Estado asegure educación pública de calidad, y
un sistema educacional que corrija las desigualdades de la cuna, es de largo
plazo.
El movimiento
estudiantil no debe preocuparse solamente de hasta dónde llegarán las manifestaciones
actuales y cómo terminarán, sino de dejar las puertas abiertas para la
generación siguiente. La clase política no puede terminar esto con un “a otra
cosa mariposa”, porque este es uno de esos movimientos de agitación ciudadana
en que tarde o temprano volverán a gritar las piedras.
El modo en que esta
movilización termina es con los estudiantes volviendo a sus cuarteles, a seguir
politizando y concientizando a los que vienen detrás.