. En los 8 meses primeros se hartaron de decirnos que la recuperación económica mundial era un hecho, que las medidas adoptadas por la FED, por Japón y por el Banco de Inglaterra habían surtido efecto y que la riqueza empezaba a fluir. Era cuestión, nada más, que inyectar dinero en la economía y esta vuelve a funcionar, como un motor al que falta gasolina, se le pone y asunto terminado, el coche vuelve a funcionar y todos tan contentos. Tan era así que el BCE no tuvo más remedio en julio que aflojar la pasta y hacer una suerte de alivio cuantitativo ampliado, cobrando dinero por lo que presta a los bancos al 0,25% y estos vuelven a dejar en el BCE porque no se fían ni de su camisa.
Pero he aquí que llega septiembre y nos desayunamos la primera semana que el BCE va a soltar pasta a espuertas a los bancos, que va a imprimir billetes para alicatar los cuartos de baño de Moncloa y además va a comprar deuda pública de forma abierta. Se nos dice que estas medidas van encaminadas a que los bancos, inundados de dinero hasta el cuello, empiecen a prestar a empresas y consumidores, reiniciando así el círculo virtuoso de la economía: inversión, gasto, consumo, empleo, consumo, inversión. Sin embargo, cualquier “medioentendido” en el tema de “las perras”, como decimos por Murcia, sabe perfectamente que los bancos están hasta arriba de dinero y que si no lo prestan es porque no pueden, porque tienen unos agujeros contables que tragan cuanto les dan. Lo que ha hecho el BCE es gastar su último cartucho antes de la quiebra definitiva del chiringuito financiero global. Cegados por sus anteojeras neoliberales, lo único que son capaces de hacer, y creo que es así y no saben hacer otra cosa (in dubio pro reo), es seguir dando dinero a los enriquecidos y poderosos para que maquillen sus cuentas y puedan seguir aumentando los recursos financieros que dedican a sus cuentas privadas en paraísos fiscales o bien lo dediquen a la adquisición de medios de producción en todo el mundo.
Lo que está empezando a suceder en septiembre de 2014 es el inicio del comienzo del fin de la última burbuja financiera del capitalismo neoliberal: la deuda pública y privada. Esta deuda fue el sustituto neoliberal de unos adecuados sueldos del Estado de bienestar. Durante 25 años ha ido creciendo de forma progresiva esa deuda, pero en los últimos 8 lo ha hecho de forma exponencial, ahora estamos a un minuto para las doce, es decir, a nada para la catástrofe*.* El profesor Albert Barlett ha estudiado el crecimiento exponencial de poblaciones y cuenta un ejemplo: imaginemos que ponemos una bacteria en una botella a las 11:00, la bacteria se duplica cada vez, de modo que la progresión es geométrica, 1, 2, 4, 8, 16, 32, 64, 128…, a las 12:00 la botella está llena de bacterias. ¿En qué momento estuvo la botella a la mitad? Aunque no lo creamos, a las 11:59. Es decir, esa población de bacteria, un minuto antes de colmatar su medio, creía que faltaba la mitad de la botella. Hoy, respecto a la deuda mundial estamos a las 11:59, con la sensación de que falta mucho.