De
padre español y madre india, sus simpatías se inclinarían por la
ascendencia materna, dedicando agudas críticas a los conquistadores.
Prueba de su cariño por los pueblos primitivos de su patria sería el
tema de su licenciatura en derecho - El problema social del indio (1923) - y la traducción, con el mexicano J.M. González de Mendoza, del Popol Vuh (1927), libro sagrado de los indios quichés.
Su
vocación democrática comenzó ya en su época de estudiante, participando
en las reivindicaciones estudiantiles y luchando contra la dictadura de
su país, apoyada por el imperialismo yanqui, no obstante, se aprecia en
su vida una regresión ideológica que le llevaría a colaborar con un
gobierno no democrático aceptando un cargo político, por lo que
recibiría duras críticas de sus admiradores.
Su
actividad política se inicia como diputado en 1942, año en que se funda
la Universidad Popular. De 1946 a 1947 desempeña el cargo de agregado
cultural en México, bajo el gobierno liberal de Arévalo; más tarde
(1948-1950) es ministro consejero de embajada en Argentina y bajo el
gobierno de Jacobo Arbenz ocuparía el mismo cargo en la delegación
guatemalteca en París, donde trabó contacto con los escritores de
vanguardia europeos e hispanoamericanos, como V. Huidobro, C. Vallejo,
A. Carpentier y A. Uslar Pietri.
En
1953 pasó a El Salvador como embajador, pero el golpe de Estado del año
siguiente, que terminó con la caída de Arbenz, le obligó a exiliarse en
Buenos Aires por no querer aceptar la dictadura de Castillo Armas.
Volvió a su país después de la elección de Méndez Montenegro (1966) y
aceptó la embajada en París.
Cultivó la novela, el teatro, la poesía y el periodismo; fundó en su país el Diario del Aire, órgano radiofónico informativo, el primero en su género en Guatemala.
Obra narrativa. Leyendas de Guatemala (1930), El señor Presidente
(1946), historia novelada sobre la tiranía del dictador guatemalteco
Manuel Estrada Cabrera que recibió el premio internacional del Club
Francés del Libro, Hombres de maíz (1949), mitología de su país, Viento fuerte (1950), El papa verde (1954) y Los ojos de los enterrados
(1960), que componen la llamada <<trilogía bananera>>,
donde denuncia el colonialismo de la United Fruit, Week-end en Guatemala
(1956), recuerdos de la caída de Arbenz a manos del capitalismo
estadounidense, El alhajadito (1961), Mulata de tal (1963), El espejo de Lida Sal (1968) y Viernes de dolores
(1972), sobre el ambiente estudiantil de su época. A su muerte
trabajaba en Dos veces bastardo, que sería una continuación de la última
citada.
Poesía. Rayito de estrellas (1925), Sonetos (1937), Anoche, 10 de marzo de 1543 (1943), Sien de alondra (1949), Ejercicios poéticos sobre temas de Horacio (1951) y Clarivigilia primaveral (1964).
Teatro. Soluná (1955), escenificación de leyendas indígenas, Dique seco (1956), denuncia social y La audiencia de los confines (1957), sobre Bartolomé de las Casas.
En
1965 fue galardonado con el Premio Lenin de la Paz y en octubre de 1967
recibió el Premio Nobel de Literatura por el colorido y la exaltación
del individualismo nacional y de las tradiciones indígenas. En 1968 se
editaron en Madrid, sus Obras completas. Utilizó un lenguaje denso,
barroco y lleno de color.