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Probablemente si no hubieran sido escritos por Hemingway, sería complicado por no decir casi imposible que estos textos se hubieran recopilado dándoles forma de libro, donde -en mi modestísima opinión- sólo veo anécdotas a veces surrealistas, descripción de chismes, fallos, vicios y miserias humanas que dicen poco de la categoría de algunos de los escritores que el propio Hemingway menciona.
Sus personajes viven atrapados en su mundo -a veces tan sórdido que no son conscientes de ello-, parecen casi ajenos a todo, aunque la realidad pese sobre sus hombros, como los de Hemingway, que pasa a veces tanta hambre como copas de vino circulan sobre las mesas a las que se acerca, junto a sus amigos y enemigos para hablar de literatura, de la situación histórica e incluso de sus propias paranoias.Los “apuntes” tienen cierto hilo argumental en ocasiones. Pero no es indispensable para continuar la lectura que se me ha hecho monótona y cuesta arriba. Personalmente, e insisto, sólo es la opinión de una simple lectora, es un libro que -como otros tantos que han caído en mis manos por casualidad-, casi he olvidado apenas cerré la última página.