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Chile: ¿donde están los criterios de Defensa en las políticas públicas?Hernán Narbona Véliz¿Frente
a una hipótesis de conflicto, cuán vulnerables somos y qué capacidad de
respuesta tiene el Estado amarrado por una Constitución que tiende
reducirlo a su mínima expresión?
Viajando
desde la región de Atacama a la capital, mientras conducía por la
carretera Panamericana, pensaba en la fragilidad que tiene Chile en
materia de energía, conectividad y transportes. Un país extenso que ha
levantado las vía férreas para optar por la carretera y el transporte
rodoviario, queda inexorablemente en situación dependiente del
abastecimiento de combustibles, de eventuales cortes de caminos.
En materia de conectividad,
hay extensos territorios donde no existe señal para los celulares, lo
cual obedece a la baja densidad poblacional que hace poco rentable la
inversión en repetidoras, las que, dadas las condiciones climáticas
extremas de desierto y cordillera en las regiones de Tarapacá,
Antofagasta y Atacama, no resulta atractivo para las compañías que en un
oligopolio controlan el mercado de las telecomunicaciones. Queda por
tanto, en esa variable, un enorme territorio, la parte más ancha de
Chile, sin esa plataforma necesaria de conectividad.
El sistema energético,
con un diseño de red central, es también altamente vulnerable. Cuando
en situaciones de contingencia colapsa el Sistema Interconectado
central se corta la energía a nivel nacional. El país está organizado
en un Sistema Interconectado del Norte Grande, que cubre las regiones de
Arica y Parinacota, Tarapacá y Antofagasta;, el Sistema Interconectado
Central , que cubre desde Atacama a la Región de Los Lagos; el Sistema
Eléctrico de Aysén y el Sistema Eléctrico de Magallanes. En proyectos
como Hidroaysén el gran obstáculo es la necesidad de subir la energía al
SIC y ya se habla de una carretera de transmisión eléctrica para
vertebrar las fuentes con los centros de consumo.
Volviendo
a la reflexión que motiva esta nota, esos sistemas interconectados
centrales ¿en qué medida son vulnerables en caso de una emergencia
nacional, de guerra o catástrofe? ¿No sería más seguro, bajo un criterio
geopolítico, lograr que las fuentes generadoras pudieran ser centrales
de paso, producción de energías adecuadas a la realidad de las regiones,
provincias o comunas, para alcanzar una mayor autonomía en caso de
conflicto?Pienso
que el modelo que Chile ha construido a partir de la visión dogmática
del neoliberalismo, a partir de 1977, cuando el Estado es reformado de
manera profunda hasta consolidar esas restricciones en la Constitución
de 1980, ha significado, desde el punto de vista geopolítico, haber
perdido seguridad en materia de soberanía territorial, ya que las
decisiones comentadas, tomadas con un criterio eminentemente
economicista, transferido del mundo privado al estatal, ha significado
debilitar la función esencial del Estado Nación, cual es la seguridad de
su territorio y la protección de su población.
En emergencias de carácter natural,
ya se ha demostrado la ineficacia del Estado para asumir las crisis,
toda vez que sus directivos vienen imbuidos de una visión
libremercadista lo que les dificulta la toma de decisiones agresivas y
oportunas que se requiere en manejos de crisis. Está fresco e imborrable
en la retina, la imagen de saqueos en el terremoto y tsunami del 27 de
febrero de 2010. Saqueos, vandalismo, robos a propiedad pública y
privada, indefensión de la población a merced del lumpen, la
delincuencia e inmorales oportunistas, todo porque al gobierno de turno
le tembló la mano y tuvo una actitud dubitativa imperdonable para
reaccionar como Estado, sacando a las fuerzas armadas a hacerse cargo de
la emergencia. La excusa de que faltaba información agravó la falta, ya
que Chile tenía registros históricos del rol que el Estado debe asumir
en esos episodios, por encima del color o ideolología del gobierno.
Ahora bien ¿qué pasaría con nuestro país si enfrentásemos un conflicto armado?
¿Se
ha tomado en cuenta la opinión de los cuerpos armados encargados de la
Defensa Nacional al diseñarse planes públicos en áreas estratégicas como
transportes, energía y telecomunicaciones? ¿No ha habido una
irresponsabilidad enorme al dejar esas decisiones de Estado a merced de
la conveniencia o inconveniencia de los privados que sólo persiguen el
lucro máximo para sus proyectos?
En
el necesario diseño de una matriz energética nacional, con un litoral
de más de 4 mil km, ese mar es una fuente generosa de energía que
desaprovechamos. Es fuente de agua que, tecnología mediante, podría
resolver los problemas de abastecimiento industrial, especialmente
minero, que el país requiere. Si el Estado no estuviese atado por
perversas leyes orgánicas constitucionales que le coartan la capacidad
de emprendimiento directo, el país bien podría reducir su dependencia
energética a combustibles fósiles generando en espacios locales a escala
razonable como para abastecer las necesidades de centros rurales,
empresas instaladas en regiones, logrando bajar la vulnerabilidad en
caso de conflicto.Recuperar
las vías férreas es a mi juicio una tarea urgente. Y. por favor, hacer
el ejercicio de plantearnos escenarios en que debamos defender el país y
cerrar filas detrás de nuestras fuerzas armadas. En cuyo caso, para
tender un puente, reconstruir un muelle o transportar armamentos, no
podríamos estar restringidos por el Mercado Público, sometiendo esas
tareas a “concesiones “ o “licitaciones”, el propio Estado debería
articular sus maestranzas, reconvertir industria actualmente en manos
privadas para hacer funcionar el país en una emergencia de fondo, cual
sería un conflicto armado.
La geopolítica no es un asunto teórico que queda confinado a las aulas o academias militares.
Es una forma de prevenir, de identificar debilidades y solucionarlas
preventivamente. Es una visión de Estado necesaria, que creo hoy
ausente, tal como lo estuvo en los gobiernos de la Concertación, los
que adicional y justificadamente, arrastraron por 20 años prejuicios de
una relación dolorosa entre civiles y militares durante el régimen
militar, a partir del golpe de Estado de 1973. La tecnocracia abordando
la gestión pública con criterios de empresa privada genera distorsiones
alarmantes, en aras de las ganancias empresariales. Recuperar un sano
sentido de las prioridades nacionales debe ser materia de consenso por
encima de coyunturas político partidarias. La probabilidad de un
conflicto crece cuando se percibe un Estado débil, sin capacidad de
conducción, sin capacidad de sentar las bases de una economía que apunte
al desarrollo equilibrado a nivel territorial, sin esa concentración
poblacional que se da hoy en el centro del país, en desmedro de la
escasa población asentada en zonas sensibles de nuestro territorio.
Una reflexión mirando a Chile
en situación constante de emergencias por largos años, desde el
terremoto de Tocopilla, el mega terremoto y el tsunami del 2010, las
erupciones volcánicas en Chaitén, ahora en Puyehue, suma y sigue. Además
en un escenario complicado de relaciones internacionales, con una
vecindad que nos ausculta al trasluz de sus intereses; presiones de Perú
y Bolivia, nuevos planteamientos que hay que enfrentar desde una
diplomacia inteligente de integración regional, pero también
fortaleciendo nuestra soberanía, solucionando los flancos débiles que ha
provocado un modelo que no encaja con una sana visión de Estado.Periodismo Independiente 11 de junio de 2011.