El
asunto con las autodefensas no me deja de sorprender porque, se vea por donde
se vea, el estado –ese que presumió una valentía desgarradoramente embustera en
su momento con Felipe Calderón y que en la actualidad, bajo la torpe dirección
del señor Peña, no solo no da una sino que ha perdido el control por completo-
se adivina, se lee, se escucha y se ve completamente rebasado.
El
recurso político/social de las autodefensas no es desconocido en nuestro país,
ya tuvimos un grupo borreguil de distracción nacional y carnes de cañón en
1968, un estallido desarmado de protección al uranio chiapaneco en 1994, un
paupérrimo y por demás manipulado movimiento político/mediático de disque 132
estudiantes en 2012, una cara, innecesaria, caprichosa y absurda “guerra”
contra el narcotráfico en 2006 y hasta 2012 y –sin hacer menos las poco
prolíficas marchas por la paz de la Wallace, los elitistas discursos de Martí
en el senado, las interminables caminatas y los inculturosos discursos y
señalamientos de Sicilia y el interminable listado de “esfuerzos” populares por
cambiar el rumbo de la nación-, perfectamente bien instalados en el 2014, las
tan mentadas y sobadas autodefensas.
No
es mi intención, de ninguna manera, hacer menos la loable labor de los
autodefensores de lo mexica, solo digo que, movimiento de tal envergadura, no
podría existir sin los apoyos correspondientes –como el EZLN bajo la sombra del
priismo-, sin los intereses atinados de por medio –como la naquísima Antorcha
campesina con las manos puercas de todo excepto de tierra- y sin las promesas
adecuadas sobre la mesa –como el YoSoy132 y otros tantos movimientitos-, por el
contrario, mi intención es recalcar que, cualquier movimiento devenido del pueblo,
termina por ser un titeretazo gubernamental. Por supuesto que mueren inocentes
en estos asuntos, dentro del sistema, estos inocentes son conocidos como “daño
colateral” y siempre estamos contemplados todos dentro de este móndrigo y
descarado rubro.
Pero
aquí nos tocó vivir leedora mía, leedor mío, y mientras sigamos callados,
creyendo que el “estado” tiene más fuerza que el pueblo unido, seguiremos
viendo como nos rajan la madre, nos roban los dineros y nos cobran por tales
hechos, ni lo dudes.
La
columna anterior criticaba directamente al pri por su condenado y poco audaz
decálogo, pero lo que viene a continuación, no ha podido ser contemplado ni por
el más nefasto e imaginativo de los cineastas de ficción, y es que el pri no ha
terminado de mostrar su podrido, inútil y puerco contenido –me refiero a sus
numerosos y nunca loables integrantes- porque ahora resulta que por mucho que
hayan estudiado –solo algunos-, por mucho que hayan viajado –todos-, por mucho
que han leído –los menos- y por mucho que se han codeado con grandes personajes
–la mayoría-, a los diputados del tricolor, lo único que se les ocurrió en
materia de bulling, fue proponer una pena que oscile entre uno y cinco años de
cárcel, a aquellos menores que cometan
un homicidio a causa de violencia escolar.
¡Háganme
el re favrón cabor!
Fueron
los gobiernos priistas –y dos pulgosos sexenios prianistas- quienes se
desinteresaron por los valores de nuestra sociedad, fueron ellos –los jinchis
priistas- quienes permitieron que los medios masivos deformaran las mentes de
generaciones enteras, fueron los priistas quienes descuidaron la educación de
los mexicas –quienes les damos de tragar a diario- por atender sus ambiciones y
ahora, con todo el descaro del mundo, se quieren sacar de la manga una tarugada
de este tamaña, como si no fuera más que conocido que, tanto cárceles como
correccionales a lo largo y ancho del país, suelen ser, más universidades del
crimen, que enderezadoras de lo criminal.
Señoras
y señores diputados, en serio, no succionen leche del seno materno.