Entrevista a la escritora Ana Cabrera Vivanco

Ana Cabrera Vivanco es periodista y escritora, nació en Cuba pero tuvo que abandonar su tierra, librando fronteras que la trajeron a nuestro país. Actualmente reside en Tarragona. “Las cien voces del diablo” y “Las horas del alma”, además de otras obras como ensayos y biografías, centran su currículum publicado.

 

. Actualmente reside en Tarragona. “Las cien voces del diablo” y “Las horas del alma”, además de otras obras como ensayos y biografías, centran su currículum publicado.
¿Qué diferencia a los escritores frente a otros campos humanísticos? 

Hay humanistas, filósofos y maestros que son escritores, pero no todos los escritores tenemos que ser ni humanistas, ni filósofos o maestros. Creo que en esto radica la diferencia. Luego existen las etiquetas: Esta obra pertenece al campo tal o mas cual, al género tal o mas cual o a la corriente tal o más cual. En mi caso cuando escribo no soy consciente siquiera del sexo de mis hormonas. Soy un ser neutro sentado frente a la hoja en blanco (pantalla del ordenador) en un estado de trance que te hace levitar y escuchar lo que dictan al oído tus fantasmas.

¿Hay maletas que se trajo de Cuba que le condicionen o le influyan a la hora de escribir?

En Cuba lo perdí todo. Y cuando digo es eso: Todo. La casa donde nací y viví cincuenta años de mi vida, mis libros de toda la vida, mis recuerdos de familia. Mis álbumes de fotos. Soy una desterrada más de los tantos desterrados a quienes no se les permite regresar. Mi única maleta reside en los recuerdos que  me traje en la retina de mi mente. Esos nadie me los pudo arrebatar.

¿Nos podría contar cómo llegó a ver la luz “Las horas del alma?

Las Horas del Alma fueron escritas en La Habana con una pluma estilográfica cargada con mercromina. Cuando en la década de los 90 se desplomó el bloque comunista de Europa del Este que apuntalaba la economía de la isla, nos vino encima la debacle. Desaparecieron los bolígrafos, y los ordenadores eran artilugios de ciencia ficción. Las cintas de mi vieja Underwood estaban agujereadas y no podían reponerse, y tenía que escribir en los papeles de bagazo de caña con que se fabricaban las cajetillas de los cigarros “Populares” que mi esposo se arriesgaba a comprar en el mercado negro. Fue una odisea escribirla, pero la mayor odisea fue sacarla del país. Tuve que hacerlo mutilándola, y luego mi hija se arriesgó a traerme a España los capítulos comprometidos. Siempre digo que mi novela llegó por partes igual que llegó y que vivió y sufrió lo mismo que nos tocó a nosotros vivir y sufrir. Tres largos años tardamos en reunirnos en España donde finalmente tras reescribirla y articularle los muñones, fue contratada por la agencia IMC, de Barcelona y justo un mes después, el Sello Grijalbo de la Random House, se interesó en editarla.   

¿Cuándo decidió decantarse por la escritura?

Desde que era pequeña me encantaba novelar. Eso me ocasionó muchos contratiempos con los adultos que me tildaban de soñar despierta y de estar siempre en las nubes. No he corregido mi defecto. Sigo remontando el vuelo, y me apasiona soñar despierta

¿Quiénes han sido sus modelos o maestros?

Mi modelo y maestra fue la escritora cubana Dulce María Loynaz, Premio Cervantes 1992, con quien tuve el privilegio de trabajar para escribir su biografía La Voz del Silencio, el libro que me trajo a España y ya va por su tercera edición.

¿En qué género literario de los que desarrolla transmite mejor sus ideas y/o se siente más cómoda?

Soy periodista y aunque la censura del régimen totalitario cubano, me hizo abandonar mi profesión, sigo llevando el periodismo en las venas. Pero me apasiona la narrativa: Novelar es también una manera de exorcizar tus demonios y volar con alas propias.

¿Hay que ser buen lector para ser escritor? ¿Nos podría aconsejar tres libros imprescindibles?

Por el contrario de lo que se piensa, el escritor requiere dedicar más tiempo a la buena lectura que a la escritura, o lo que es lo mismo: leer bien, para escribir bien. No podría limitarme a señalar tres libros y no me perdonaría dejar fuera uno sólo de esos libros que me han permitido rezumar la resina de otras almas rezumando la resina de la mía. Recomendaría eso si: Leer los clásicos, para mi la novelística de la  generación del 98 en España, es fundamental y aconsejaría que leer: A los franceses: Flaubert, Zola, Sthendal, Balzac, Los rusos: Tolstoi, Dostoievski, Chéjov. Los alemanes: Thomas Mann, Zweig, Los Ingleses desde Shakespeare las hermanas Bronté. A los norteamericanos: Steinbeck, Hemingway, a los latinoamericanos: desde el cubano José Martí hasta Rómulo Gallegos, Juan Rulfo, Vargas Llosa, García Márquez sin dejar fuera a los poetas: La poesía pone cadencia en la prosa. La sublimiza.

¿Qué precisa para ponerse a escribir? ¿Necesita de algún ritual?

No, sólo tener la primera línea de arranque en mi mente.

¿Cuál es su forma de trabajar: usa mapa o brújula, improvisa o planifica?

Monto el andamiaje, busco un hilo conductor, y hago un bosquejo de lo que será el final. Lo demás se hace sobre la marcha, escuchando a tus fantasmas…

¿Qué hitos relevantes destacaría de su aventura literaria?

Para mi mayor reto y mi mayor satisfacción hasta hoy han sido mis dos años de trabajo con Dulce María Loynaz. Todavía me parece un sueño la empatía que nos unió hasta el final de sus días. Todo un milagro teniendo en cuanta que se trataba de una académica nonagenaria y una principiante anónima. Solía decirme que de tanto meterme en su piel, el día que ella faltara me perseguiría su fantasma. No ha fallado a su palabra. Su fantasma tiene una voz inconfundible.

¿Escribir es más una aventura o un proyecto que una forma de ser o estar en la vida?

Escribir es mi vida. Si existieran otras vidas yo reencarnaría escribiendo. No podría traicionarme a mi misma renunciando a algo que está en mi ADN.

Dentro de los campos de batalla del escritor ¿en qué lugar situaría a las editoriales?

Supongo que son nuestro caballo de Troya. Una atalaya que nos parece inexpugnable y que sabemos que tenemos que asaltar.

¿Los premios son males necesarios en la carrera de un escritor?

Diría que son la posibilidad de publicar un libro. No es lo mismo llegar al mundo editorial a pelo, en el anonimato, que respaldado de un premio. Aunque no creo que funcione igual en todos los casos.

¿Es un escritor de su tiempo o un escritor comprometido con su tiempo?

Escribiría en cualquier tiempo, todo el tiempo hasta el final de mis días. Mi único compromiso es con mi conciencia. A esa ni muerta dejaré de serle fiel.

Palabra o concepto que la defina como escritora.Perseverancia.

¿Qué considera que aporta su forma de escribir?Intento, trasmitir. Qué los lectores se vean reflejados en el espejo de los personajes, que les lleguen alma, porque es la resina de mi alma lo que dejo gota a gota al escribir

UNETE



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