Fuimos de casa
al mercado a comprar lo necesario para hacer la comida. Ahí vimos a los
muchachos que atienden el puesto y que destacan por su jovialidad, por su forma
de ser. Parado a un lado de uno de ellos, lo escuché decirle unas flores o
palabras de admiración a una linda jovencita y le dije, en son de broma: − ¡caramba,
deje algo! Y me contestó de inmediato: −mire licenciado, aquí tenemos para
señoras, señoritas, gorditas, machines y hasta raritos. A todos atendemos. La
verdad, su manera de jugar y llevar la vida es la de una persona satisfecha y
que vive a gusto. Y ahí nace la reflexión que hoy comparto con usted.
Al frente del
negocio está la madre, que con sus tres o cuatro hijos, de entre veinticinco y treinta
y tantos años, tienen un negocio próspero. Y los hijos tratan a los empleados
con respeto, jugando, pero con respeto. Y así se dirigen a la madre, con
respeto. Ese ha de ser el éxito del negocio y de la familia.
Y empiezo a
platicar con uno de ellos y le digo que sigo escribiendo de vez en cuando y le
pregunto: − ¿de qué quieres que escriba?, así, como no esperando respuesta pero
para mi sorpresa, si hubo y muy formal. Licenciado, me dijo, −hable de las
redes sociales y lo que significan como problema para los matrimonios. Y yo
debo haber puesto cara de que me hablaba en chino, pues no entendí a qué se
refería, hasta que me aclaró: −éramos diez matrimonios y nada más yo sigo
casado. Los demás ya se terminaron y en todos fue por las redes sociales. Los
mensajes que mandan por Facebook, WhatsApp, Twitter, mensajes de texto y todos
los demás.
Ahora sí,
reflexiono con usted, mi querido lector. ¿Por qué el muchacho sigue casado? Mi
respuesta es que respeta a su familia, a su esposa y se respeta él mismo. Y eso
lo aprendió y lo vive de su madre, a quien conozco y a quien sus hijos
respetan. Y vuelvo. El secreto es el respeto.
Él está casado
porque así lo quiso. Y sus amigos también. Para cada uno, fue una decisión
tomada con más o menos libertad, pero siempre, con conocimiento de causa y
sabiendo que la determinación asumida no era pasajera, que está hecha para
crear una familia, un hogar para esos hijos que el día de mañana llegarán a
casa.
Si respeta su
decisión, si se respeta a sí mismo, si respeta a su compañera de vida, habrá de
hacer las cosas de la manera correcta. Por el contrario, si busca solamente la
aventura, si nada le ata a la realidad que vive habrá de recurrir a cuanto
subterfugio esté a su alcance para eludir la realidad, para buscar la manera de
recuperar la libertad de que gozaba cuando era soltero.
Pero la vida
no es así solamente. Tiene muchas aristas y uno debe buscar siempre la manera
de hacer que esas dificultades que día a día parecieran que quieren terminar
con el matrimonio, no logren su cometido.
Y una buena
manera de que las redes sociales no lo afecten, es que usted no publique en
ninguna de ellas lo que no quiere que se sepa. Pero la mejor, definitivamente,
es que usted no haga nada que no pueda ser publicado, así de fácil.
Y me dijo el joven:
−uno puede querer portarse mal, pero se acuerda de lo que tiene y mejor le
para, así no pasa nada. Y tiene razón. Esa parte de respetar lo que se tiene en
casa, la familia, es lo que a veces se le olvida a la gente, hace cosas y
luego, éstas van a dar a internet y redes sociales. Claro, ¡la culpa es de las
redes sociales!
Me
gustaría conocer su opinión.
Vale
la pena.
José Manuel Gómez Porchini / México debe salir adelante