. El protagonista Víctor hace una parada transitoria. Un crítico momento personal, le lleva hasta la región del Rif, donde por azar, se convierte en testigo de la paralización de una obra en la que se han localizado numerosos restos humanos. Allí está él para encontrar en esa tierra, una botella con carta en el interior para arrancar la historia. La dirección del sobre le lleva a la aventura de buscar a la destinataria, en la que se encontrará a Claudia.
Los escasos datos con los que cuenta Víctor, le llevan hasta 1921, al Desastre de Annual, una masacre sufrida por soldados españoles que quedan cercados literalmente por los rifeños. Al mando de aquel grupo de incautos soldados -que “rellenarán” esa fosa común con la que se topa Víctor- se encuentra el capitán Gimeno, que Vicente Gramaje convierte en protagonista de la historia paralela de “Cuando leas esta carta”. El autor alternará con sus respectivos tiempos cronológicos, la búsqueda de Víctor con el infierno vivido de Gimeno en sus respectivos tiempos.
La escasa calidad literaria de la escritura, especialmente notable en los diálogos, no anula el estilo ameno, ligero, y sin complicaciones de Gramaje, para llevarnos de la mano de Víctor, en su particular aventura de investigador aficionado y de la de Gimeno, con la trágica y enorme responsabilidad que pesa en sus espaldas, consciente de que el final de su grupo de soldados será trágico. El lector lo sabe desde el principio, pero personalmente, es la descripción del quinario de esos hombres lo que más me ha hecho disfrutar de la lectura. El autor además, no se regodea en la fácil fórmula de las estampas sangrientas de las que podría haber “tirado”. Se centra -y eso es lo más duro- en las nulas condiciones higiénicas con las que se ven abocados a convivir esos soldados en una tierra inhóspita y árida. Tanto es así, que el lector siente en ocasiones puntuales la lengua seca y la angustia por la falta de agua.Por el contrario, incluso imaginando la grave situación personal que le está tocando vivir al protagonista principal, Víctor, resulta poco creíble su obsesión -aunque según avanza la novela eso ya importa poco- por encontrar a la persona más cercana a la destinataria de aquella carta, que lógicamente irá unida a la historia del capitán Gimeno. Por ello, el inevitable romance entre Víctor y Claudia -que el autor utiliza como complemento- pinta demasiado rosa y facilón.Esperaba también mucho más, algo así como una explosión de emociones, a la hora de llegar al destino final de Víctor, después de que Vicente Gramaje haya trabajado tanto la construcción de dos tramas en paralelo. Cómo me habría gustado ver una a una, las letras que contenía la carta por la que me senté a leer, por mucho que ya dedujésemos desde el primer instante, que estaría colmada de palabras de amor. Snif.A pesar de todo no hay que quitar mérito a Vicente Gramaje, que me ha dado horas de entretenimiento y gozo en la lectura y al que hay que reconocerle un gran esfuerzo, porque esta novela es su estreno como escritor, al menos -que se sepa- en este formato.Por cierto y aunque parezca un detalle menor -autores y editoriales deberían recordar que las maneras de atraer al lector pueden ser muy variadas-, la portada del libro me parece preciosa y especialmente elegante.http://ellibrodurmiente.org/?p=5076