. Acontecimientos
trágicos marcaron la agenda noticiosa del inicio del 2014. La caída y
desaparición de un avión malasio, oleadas de inmigrantes desde África a las
costas europeas, el naufragio de un barco en Corea, el terremoto en el Norte
Grande de Chile, el incendio atroz en Valparaíso, que a su vez deja en
evidencia la precariedad y pobreza en que viven miles de chilenos.
Pareciera que no apagamos un incendio y, en otro
lugar sorpresivo estalla uno nuevo. La maravilla de los medios de comunicación
permite vivir éstos y muchos otros acontecimientos – tanto alegres como tristes
– como si ocurrieran a la vuelta de la esquina. Como nunca, nos deberíamos
sentir más solidarios y cercanos unos a otros. Pero se produce un efecto triste
y contrario: nos replegamos y encerramos en nuestras parcelas mirando
indiferentes lo que sucede “a los otros”.
El Papa Francisco recordó la responsabilidad
solidaria de los cristianos en relación al destino mundial. Nada del hombre nos
es ajeno. Todo lo que acontece, es materia de la reflexión, preocupación y
ocupación de quien tiene a Cristo en su centro.
En su mensaje de Pascua recuerda el secreto de la fecundidad
cristiana: volver al primer amor. “Después de la muerte del Maestro, los
discípulos se habían dispersado; su fe se deshizo, todo parecía que había
terminado, derrumbadas las certezas, muertas las esperanzas. Pero entonces,
aquel anuncio de las mujeres se presentó como un rayo de luz en la oscuridad.
La noticia se difundió: Jesús ha resucitado, como había dicho. Y también el
mandato de ir a Galilea; las mujeres lo habían oído por dos veces, primero del
ángel, después de Jesús mismo: “Que vayan a Galilea; allí me verán”. “En la
vida del cristiano, después del bautismo, hay también una «Galilea» más
existencial: la experiencia del encuentro personal con Jesucristo, que me ha
llamado a seguirlo y participar en su misión” dice el Papa. “Volver a Galilea
significa custodiar en el corazón la memoria viva de esta llamada, cuando Jesús
pasó por mi camino, me miró con misericordia, me pidió que lo siguiera;
recuperar la memoria de aquel momento en el que sus ojos se cruzaron con los
míos, el momento en que me hizo sentir que me amaba” recalcó en su mensaje.
El tiempo pascual es el tiempo del envío pero
también de la vuelta a la experiencia primera. “¿Cuál es mi Galilea? ¿La
recuerdo?” preguntó el Papa en la Pascua. El tiempo pascual invita a volver
allí, al lugar y tiempo del origen de nuestra decisión por Él. No es un volver
atrás, no es una nostalgia. “Es volver al primer amor, para recibir la luz de Jesús
y llevarlo a todos, hasta los confines de la tierra”. Es ponerse en camino para
un encuentro que es envío.P.Hugo Tagletwitter: @hugotagle