.- Hija de madrileña y neoyorquino, reside en Madrid. Novelista, dramaturga, periodista y traductora; imparte también cursos y talleres de escritura dentro y fuera de España. Autora de varios textos teatrales, ha sido invitada en dos ocasiones por el Royal Court Theatre de Londres (Internacional Residency for Emerging Playwrights 2007 y Spanish Voices 2008), donde toma talleres con los principales dramaturgos británicos. Ha realizado publicaciones colectivas, siendo incluida en antologías de relatos como promesa de la literatura española. Comenzó su andadura con XI Premio Ateneo Joven de Sevilla por su novela “El ingrediente secreto” (2006), y posteriormente el Premio de Novela Ateneo de Sevilla (2010) por “Mitología de Nueva York”. Ha recibido el Premio Nacional Cultura Viva 2009 al Autor revelación del año, y el galardón de “La orden de los descubridores” otorgado por la Cátedra de Lengua y Literatura Española St. John’s University de Nueva York. Acaba de publicar su última novela : La leyenda de la isla sin voz
¿Qué diferencia a los escritores frente a otros campos artísticos o humanistas?Frente a otros campos artísticos nos diferencia que nuestra herramienta de trabajo, la palabra, es patrimonio de cualquier ser humano para comunicarse, para vivir. Todo ser humano posee el don de la palabra. Pero nosotros escogemos esa herramienta común para todos para llevarla al extremo. Para edificar con ella otros mundos. Para buscar otras realidades. Para buscarnos. Todo escritor utiliza la palabra pero no todo el que escribe es escritor.¿Cuándo decidió decantarse por la escritura? ¿Quiénes han sido sus modelos o maestros?Me decanté por la escritura siendo muy niña. Casi todas las tendencias artísticas aparecen en la infancia. Pero en mi caso, siempre supe que se convertiría en mi profesión. Fue mi juguete preferido. Y escribir sigue siendo la actividad, la pasión o el trabajo que me hace más feliz y me realiza como ninguna otra cosa en el mundo. Mis modelos son muy variados: van desde Cortázar hasta Rosa Montero. Desde Camus hasta Roth.¿Cuáles son los géneros literarios que desarrolla y en cuál de ellos trasmite mejor sus ideas? ¿Pertenece a una escuela, corriente o tendencia determinada?Cuando pienso en la literatura contemporánea cada vez me cuesta más creer en los géneros. Son sólo etiquetas para sistematizar el estudio de la literatura. En mi caso, mis novelas pertenecen a géneros híbridos y, si puede decirse así, mi literatura es multigénero. “El ingrediente secreto” es una novela que han llamado neocostumbrista, pero también una novela río, “Mitología de Nueva York” es una metanovela que a su vez es una novela negra dentro de una novela de género fantástico, “La leyenda de la isla sin voz” es una novela de ficción histórica, que hace un claro homenaje a la novela del romanticismo y que tiene, aun siendo de temática histórica, una buscada atmósfera de magia, de fábula, de cuento de hadas neoyorquino. No puedo imaginar en qué tendencia pueden clasificarme.¿Para ser escritor hay que ser buen lector? Aconséjenos 3 libros imprescindibles.Definitivamente sí, hay que serlo. Para mí, mis libros de cabecera fueron, durante mucho tiempo “Lolita” de Navokov, donde descubrí que para crear un monstruo, primero había que entenderlo y hasta qué punto se podía profundizar en la psicología de los personajes. “Madame Bovary” de Flaubert, una de esas novelas que me enseñó la importancia de las descripciones y cómo estructurar la novela, Cien años de soledad, de García Márquez, quien dejó el mí el poso de la magia de lo cotidiano y, por supuesto, “El Quijote” de Cervantes, que me contagió la debilidad por los antihéroes, y tantas otras cosas… está todo ahí.¿Qué precisa para ponerse a escribir? ¿Cuáles son sus rituales, si tiene alguno? ¿Hay algún secreto que le convierte cada noche en escritor?Para ponerme a escribir sólo tengo que sentarme y, a veces, ni eso. No temo a la página en blanco, muy al contrario, es para mí una sensación emocionante. Me asomo a ella como si fuera una ventana. Pienso… a ver qué veo. ¿Qué terminará escrito en un par de horas en este documento en el que ahora no existe nada? Escribo en los cafés, en el metro, en los aeropuertos y mucho, muchísimo, en los aviones. En mi ipad, en libretas, en el ordenador, incluso en el móvil. Eso sí, tengo la manía de quitarme cualquier anillo, reloj o pulsera antes de empezar. No soporto que nada me moleste en los dedos o muñecas. Cuando escribo una novela me propongo llegar a un punto concreto en esa sesión. Planifico la estructura y me pongo una banda sonora adecuada para provocarme un estado de ánimo concreto. Muchas veces deambulo por la habitación y, cuando necesito pensar o tomar una decisión, suelo salir a lo que yo llamo “errar”. Es decir, caminar sin un rumbo concreto. Me despeja la mente y por lo general encuentro lo que busco. Ya lo decía Carmen Martin Gaite: “Errar para hallar el hallazgo”.¿Cuál es su forma de trabajo: usa un mapa o brújula, improvisa o planifica? ¿Se deja llevar por las musas o camina totalmente a ciegas?Utilizo una brújula estropeada, como en “La leyenda de la isla sin voz”. Quiero decir que sí, planifico mucho, sueño la novela antes, de muchas formas, hasta que doy con una estructura y una sinopsis aproximada pero luego voy traicionando mi propia estructura y me dejo llevar. Mucho. Cada vez más. Sobre todo, trato de dejar vivir a los personajes. Esa es mi obsesión. Crear un personaje que esté vivo para ti y para los lectores es una de las experiencias más extraordinarias que se pueden vivir.¿Cuáles son los hitos relevantes que destacaría en su aventura literaria?Cuando estrené mi primera obra en el Círculo de Bellas Artes de Madrid tenía 23 años y supe por primera vez lo que era el miedo. El miedo a que un teatro lleno juzgue tu obra, a que no salga como la has soñado, porque eres consciente de que es tu bautizo; y ganar el Premio Ateneo de Sevilla. Tuve conciencia absoluta de que comenzaba mi carrera como novelista.Las editoriales ¿son el campo de batalla del escritor? Los premios ¿son males necesarios en la carrera de un escritor?Ni las editoriales se parecen en nada a un campo de batalla ni los premios literarios son un mal. ¿Por qué iban a serlo? Las editoriales son parte del negocio editorial y tenemos que trabajar juntos. Es cuestión de encontrar aquella que confíe en tu trabajo y a la que tú puedas confiárselo. Con respecto a los premios, hay mucha hipocresía. Un premio no deslegitima una obra. O es digna o no lo es. O gusta o no gusta. Hay premios que aportan prestigio y otros un gran lanzamiento comercial o ambas cosas. Un jurado se puede equivocar, claro. Pero no por sistema. Hay que entender los premios como lanzamientos, apuestas, oportunidades. Depende del caso.Díganos brevemente… ¿qué intención le mueve al escribir: es un escritor con vocación de entretener, de divulgar, de formar?; ¿es un escritor de su tiempo o un escritor comprometido con su tiempo?Ninguna de ellas. Creo que mi única vocación es contarle al lector un cuento antes de dormir. Luego, si le entretiene, si le enseña algo… fantástico. Si entendemos “comprometido con su tiempo” el hablar de lo que ocurre, analizar lo que pasa a mi alrededor, en unas obras lo he hecho, sí, y en otras no.¿Qué le gustaría que olvidaran en el futuro de su actividad literaria? ¿Qué quedará de su obra para la posteridad a pesar suyo?Sospecho que es demasiado pronto para poder contestar a esta pregunta.