Muchos de los que leen esto recordarán que hubo un tiempo en que los católicos de lengua cervantina en España rezábamos la única oración que a regañadientes Jesús enseñó a sus discípulos con una frase que luego fue modificada para unificar el rezo de todos los que hablamos castellano. La frase modificada fue aquella de perdona nuestras deudas como nosotros perdonamos a nuestros deudores. Se alegó que en América Latina se decía perdona nuestras ofensas y que era necesario homogeneizar, es más, se insistió en que ofensa trasnmitía mejor el sentido de la expresión que deuda. Sin embargo, en el original griego dice opheilê, término que tiene el significado directo de deuda económica, u obligación de pago, y el significado indirecto de culpa, en ningún caso una simple ofensa moral, como la traducción actual da a entender. Oí decir a un misionero que en América Latina sonaba muy mal aquello de perdonar deudas en los oídos de los terratenientes y que eso llevó al cambio por ofensas, más neutro. Desconozco si fue así, pero si non è vero ê ben trovato. El sentido directo que tiene la expresión del Padrenuestro es que la comunidad de los seguidores de Jesús se funda en la ausencia de deudas que obliguen a unos a ser esclavos de otros, como sucedía en el Imperio romano. Jesús les enseña a pedir el perdón de las deudas y a perdonarlas, como medio para crear una comunidad fraterna donde nadie pueda ser dueños de nadie.