Formar profesores es una tarea tan compleja que no existe un currículo capaz de contender todas las materias, experiencias y teorías, que dicen relación con el asunto de la pedagogía y que serían necesarias para tal formación.
Sin embargo, la formación de profesores no puede reducirse al aprendizaje de determinadas técnicas de enseñanza o dominar tales o cuales conocimientos.
En su esencia, toda pedagogía implica una filosofía, esto es, una visión particular de la existencia humana. También implica un saber didáctico, metodologías generales y específicas de cada materia. Pero mucho más importante que todo eso, al menos según la UNESCO, es considerar “los siete sabes necesarios para la educación del futuro”, (Morin, 1999).
1. El error y la ilusión: no existe conocimiento que no esté sujeto a error y a la ilusión; ambos conceptos son inherentes a todo proceso de aprendizaje;
2. Conocimiento pertinente: es necesario considerar la pertinencia y pertenencia del conocimiento, esto es, un saber del y desde el sujeto que aprende;
3. La condición humana: unidad y diversidad, lo que no une y nos separa, la biología y la cultura;
4. Identidad terrenal: el ser humano como individuo sujeto a una ambiente y a una ecología, finito y trascendente;
5. Las incertidumbres: educar para lo inesperado, lo cambiante y abandonar las certezas;
6. La comprensión: la intelectual y objetiva, pero más que nada la comprensión humana intersubjetiva;
7. La ética del género humano: relación del control mutuo entre la sociedad y los individuos y concebir la humanidad como comunidad planetaria.
Todo esto nos indica que hoy es necesaria una formación mucho más amplia que hace unos pocos años atrás. Dicha formación implica asumir una actitud proactiva y creativa frente a los constantes cambios socioculturales, desarrollando una actividad pedagógica comprometida éticamente con los derechos humanos fundamentales de las personas y con el progreso social de todas las comunidades.