Rara, rara y rara. No hay adjetivo que mejor defina a Turistas (2013), la última película del británico Ben Wheatley, director de las también estimables Kill List (2011) y Down Terrace (2009). Obra excéntrica donde las haya, hay que aplaudir a esta nueva y eminente muestra de humor negro, negrísimo, por su inusitada frescura, atípica en las carteleras. Su avasalladora originalidad queda recogida en su propio planteamiento: una pareja de enamorados que se proponen recorrer Inglaterra en autocaravana y que, en un momento dado, la mujer descubre que su novio es un asesino en potencia. Asimismo, lo que también hace diferente a esta road movie es que en ella confluyen todos géneros posibles: desde el humor, esencia del film, hasta el romance, el drama o incluso el gore. Lo curioso de Turistas, en efecto, es cómo deriva de una amable comedia inglesa, presa de ese reconocible sello british, a un espectáculo de sangre y locura, en un sorprendente cambio de registro. Pero que nunca deja de proporcionar risas a lo largo de sus amortizados 88 minutos, dando como resultado una comedia pata negra.