. Y todo sin gastarme un “duro” en psicólogos. Me ha bastado poner
la televisión y escuchar a nuestro Mariano que Estás en los Cielos, para descubrir
que vivo envuelto en un mundo de ofuscaciones, con las orejeras puestas. No sé
cómo no he podido darme cuenta antes de que todo lo que veía a mi alrededor era
una ficción, un Matrix organizado por los enemigos del orden, para que lancemos
nuestras iras contra el gobierno de naturaleza divina que está dirigiendo el
país. He sido injusto con Mariano en el País de las Maravillas, al ver
solamente las calles llenas de parados, muchos de ellos sabedores de que no van a volver a encontrar trabajo, porque
han superado la fatídica barrera de los cincuenta, edad en la que, según
parece, los españoles ya sólo pueden dedicarse en cuidar a los nietos,
presentes o futuros, y de paso le ahorran un buen dinero al Estado en
guarderías.
Las orejas de burro solamente me
han dejado ver que hay niños que pasan hambre,
y solo comen en el colegio; familias que pasan frío, porque no pueden
pagar la factura de la luz, esa que sube y sube y nunca satisface a ese pozo
sin fondo denominado “déficit tarifario”, que no sé porque me suena a “déficit
carcelario”, de tanto ladrón que anda sentándose en los consejos de
administración de este país. ¡¿En España?! ¡Imposible!. Eso se piensa porque de
tanto mirar siempre al mismo sitio la vista se acaba nublando y no vemos lo que
pasa alrededor. Es como una especie de glaucoma social que nos impide mirar con
claridad. Pero Mariano el Benefactor venido de Marte, ungido por la auténtica verdad
de “la crisis se puede dar por finalizada” nos hace ver la luz, para que nos
demos cuenta que España está siendo la envidia del mundo (esto no es suyo, ya
lo hemos escuchado otras veces) y ya no hay ni brecha social, ni económica, ni
alumnos que tienen que dejar sus estudios porque les han retirado la beca, ni
recortes, ni nada. España vuelve a la senda del crecimiento (¡!) y todos
debemos estar felices por ello.
Incluso las mujeres que, por
primera vez en la historia conocida, van a celebrar el 8 de Marzo sin
desigualdad, con salarios equiparados a los de los hombres y derechos
reconocidos para que puedan organizar su vida y la maternidad. Maternidad, que de
tanto llamarla Ley del Aborto (hay que ver cómo somos), no nos habíamos dado
cuenta, que no se llama así, que nos dejamos perder por tanta propaganda
feminista. Fíjense qué diferencia: “Ley Orgánica de
Protección de la Vida del Concebido y de los Derechos de la Mujer Embarazada”.
O sea que el objetivo final del trío Gallardón/Rajoy/Soraya es proteger
a las mujeres y sus deseos de maternidad, pero no sólo a las que quieren ser
madres, también, y esto es el avance de modernidad, a las que no lo desean,
confundidas por esta vida tan materialista y poco cristiana. ¡Y qué decir de la
violencia de género! Un 8 de Marzo que debe ser festivo, porque gracias a la
sabia interpretación de la realidad de la ministra Mato, en colaboración con el
tándem Soraya/Rajoy, la violencia de género está a punto de desaparecer,
transformada por magia ministerial en violencia doméstica, algo que queda en
casa, y el ministerio no va a meterse a gobernar los problemas familiares de
cada uno. Así que, todas contentas, gracias a la iluminación de Rajoy el Hombre
Protector, y a celebrar el 8 de Marzo con globitos y fiestas de bocadillos y
Coca-Cola, perdón Pepsi-Cola, con cuidado de no cometer deslices que luego
hagan que tenga que intervenir Gallardón, y sin llegar demasiado tarde a casa,
no vaya a ser que no les dé tiempo a hacer la cena.
Decía Rajoy el Dedo de Dios,
ante su ungido Moreno Bonilla en Andalucía y toda la corte celestial de PP, que
su Partido sí sabe gestionar con solvencia sus diferencias. Efectivamente, para
que se van a andar con bobadas, han descubierto que el método falangista de
nombramiento, yo te pongo, yo te quito, es el más efectivo. Relacionen ustedes
un poco: falange, dedo, todo queda en el mismo lugar anatómico, y qué mejor
para evitar discusiones que sólo conducen a malas caras, que sea el jefe quien
extendiendo la falange designa a un candidato o decide un nombramiento. Si la
efectividad del método ya se puso en práctica en España durante cuarenta años.
No como los socialistas que para quedar bien ante la galería acaban mostrando
sus vergüenzas y disensiones convocando primarias. Tanta democracia no puede
ser buena.
Aunque si uno se abstrae del
ruido mediático del gobierno y piensa por su cuenta, las primarias tienen
bastantes efectos positivos, con perdón de Rajoy la Falange del Dedo. Si nos
fijamos en las únicas que se están haciendo, las del PSPV (el PSOE valenciano
para los de fuera), la cosa puede ser interesante. Con cincuenta mil inscritos
de fuera del Partido para votar se puede tirar algún cohete, siendo la primer
vez, y teniendo en cuenta que han triplicado el número de afiliados que tiene el
Partido en la Comunidad Valenciana. El efecto inmediato es que las camarillas
van a tener que dedicarse a hacer encajes de bolillo, al no poder buscar encaje
apoyando a un candidato u otro. Fin de las tribus en el PSPV, por lo menos para
elegir al candidato a la Generalitat. Aire fresco y salud democrática.
Otra ventaja es que el candidato
que gane las primarias saldrá reforzado para plantear propuestas sin que su
carrera política dependa de los intereses de Ferraz. Mayor independencia es
mayor capacidad de gestión política, sobre todo cuando en la C.V. estamos
viendo que el dedazo que nombró a Alberto Fabra es largo y le tiene tan cogido
por el cuello, que no se atreve a dar un paso sin la autorización de Génova.
Pero no se asusten ustedes, esto es fidelidad al jefe que te nombra, y estamos
ante hombres de honor que entienden muy bien los códigos del vasallaje.
Aunque esto de las primarias y
sus efectos no deben tomarlo al pie de la letra. Muchas veces me pierdo en
pensamientos de democracia, será por los prejuicios que uno tiene, y no me dio
cuenta que, realmente, la sabiduría ya nos la ha mostrado Mariano el Líder
Supremo, y no hay nada como la digitalización falangista para acabar con los
vaivenes en un Partido, y si no que se lo pregunten a la Cospedal, pero después
que haya digerido el sapo que se está comiendo estos días.