La atención del mundo se sigue centrándose en los acontecimientos que se desarrollan en Ucrania a pesar
de que ya habían trascurrido tres meses
desde el principio de las acciones de protesta en la plaza central de
Kiev “Maidan” (Nezalezhnosti o Plaza de la Independencia), lo que permite con cierto grado de
confianza, hacer las primeras conclusiones de lo que ocurre en este país. A
pesar de las diferencias entre la primavera árabe y el invierno ucraniano, existe
cierta similitud entre ambos
sucesos. Las masivas protestas en
Ucrania más o menos mantienen el mismo esquema: algunas
exigencias licitas de parte de la población, luego la organización
de protestas masivas, exigencias de reformas y casi al unísono, de pronto aparecen
exigencias maximalistas, junto con
disturbios, incendios y asesinatos. Como se observa, el tono de las
mismas viene dado por los partidos nacionalistas y
otros movimientos radicales, algunos de los
cuales rayan en lo ilegal. Tales
corrientes en Ucrania hasta el momento
actual estuvieron sobreviviendo
prácticamente en la clandestinidad, tal como en su momento actuaban los “hermanos musulmanes” en Egipto, los
movimientos oposicionistas en Libia y los
grupos yihadistas en Siria.
Por su parte Washington, que fisiológicamente no
admite el resurgimiento de la
nación eslava personificada por Rusia,
Ucrania y Bielorusia, y mucho menos empujada por la locomotora financiera rusa, es reacio a la colaboración
entre estos países y mucho menos admite
su eventual unidad, por lo que no se
escatima esfuerzo en apoyo a los nacionalistas ucranianos y en particular en la defenestración definitiva
del presidente ucraniano, Viktor Yanukovich,
En la Casa Blanca
se piensa que Ucrania se
encuentra significativamente
lejos de los Estados Unidos, pero se olvida que el extremismo trabaja silenciosamente y que no reconoce
fronteras; baste recordar los ataques
del 11 de septiembre por parte de al Qaeda, cuyo origen geográfico se ubicaba en Afganistán y Pakistán.
La idea en relación
a los acontecimientos en Ucrania, es
orientarlos a favor de los intereses
de la Unión Europea, apoyándose
en partidos políticos leales, para así completar el proceso, con la realización de nuevas elecciones presidenciales y del parlamento. Cumplida
dicha fase, se pretende pasar sin oposición, a la integración de Ucrania con las estructuras
europeas occidentales. Sin embargo, dicho objetivo encuentra serios tropiezos, toda
vez que tanto, Washington como
Bruselas se muestran renuentes a resolver los problemas económicos de Kiev y al contrario se esfuerzan en apoyar los movimientos nacionalistas y extremistas,
lo que eventualmente conducirá a la partición del país, y en consecuencia, al aborto de sus propios planes de
integración de toda Ucrania a las
estructuras de la OTAN y la Unión Europea.
La confirmación de tal política se hace
evidente, cuando los medios de comunicación alertan sobre las discrepancias entre los
lideres del movimiento opositor o
sector del ala mas radical de la ultra
derecha ucraniana, que dirige Dmytro Yarosh y que
organiza el bloqueo a la plaza
Maidan y ArseniyYatsenyuk (líder del segundo partido más grande de Ucrania, Unión "Patria" y de la facción parlamentaria
“Patria”) y las asignaciones financieras de los patrocinadores del movimiento, que
exigieron cumplir con los planteos de los sectores extremistas. Si no se lograba tal acuerdo, se privaría de la financiación a los candidatos para el futuro reparto del poder. Tales exigencias
es lo que finalmente explica que Yarosh
tuviese que pactar con el sector de Yatsenyuk. Lo anterior se manifiesta
en el curso de los acontecimientos posteriores, los cuales evidenciaron el
paso a primera fila, de los políticos de la “oposición moderada”, en detrimento de los
elementos radicales, y la intervención
de Catherine Ashton (Alta
representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad),
la cual delineaba los pasos a seguir en la Ucrania post-Yanukovich, es
decir, amnistía general, cambios en la constitución del país, y convocatoria de
elecciones generales.
Hasta aquí el guión
se desarrollaba a pie
juntillas, sin embargo, luego de la reunión Merkel-Putin, que anunciaba que la ayuda financiera de Moscu,
se mantenía en firme, los planes transitoriamente se trastocan. En vista que
de dicho conclave al mas alto nivel, se
vislumbraba una salida, que permitiría a los ucranianos pacíficamente tomar sus propias decisiones, se
decidió pisar el acelerador del curso violento, lo que termina con los últimos trágicos sucesos y su
secuela de muertos y heridos. A la luz
de los recientes acontecimientos,
se determinara, si en verdad occidente
esta realmente interesado en ayudar
a la
enferma economía ucraniana, o
si son solo cantos de sirena, que quedaran como siempre convertido en promesas.
Euclides E.
Tapia C. Profesor Titular de Relaciones
Internacionales de la Universidad de Panamá