. Se ve al Papa como Superman, con un bolso que lleva la palabra “valores”, haciendo referencia a la cruzada iniciada por el Santo Padre de un reencantamiento en los valores de la fe. El graffitero, ingenioso, captó de un plumazo lo propio del Papa Francisco: su simpatía, aire juvenil, fortaleza y a su vez, sencillez.
No ha sido el único dibujo papal que ha llamado la atención: La revista Time dedicó su portada y reportaje central al Papa como persona del año. Otro tanto lo hizo el semanario New Yorker – revista satírica y mordaz, muy ajena a los temas religiosos – que, en su particular estilo, le dedica un reportaje interior y una portada en su peculiar estilo. Incluso la revista de música y espectáculo Rolling Stone le dedica la portada de su última edición con la leyenda “los tiempos están cambiando”, haciendo alusión a la célebre canción de Bob Dylan.
Anécdotas simpáticas que no deben desviarnos de lo esencial. El Papa Francisco es el mismo sacerdote sencillo, amable, cercano y cordial de siempre. No se ha “reinventado” ni buscado las luces y el boato. Al contrario. Se ha esmerado en acercarse más a la gente, escuchar y atender sus necesidades ¡hablar su mismo idioma! con sencillez. Los textos papales a partir de Francisco ya no serán más sesudas conferencias atemporales, sino que deberán hablar directo al corazón de los fieles y de todos quienes lo escuchan.Pero la dedicación de graffitis, portadas y buenos reportajes nos dice algo muy importante: el Santo Padre está para todos, quiere llegar a las “periferias existenciales”, a los más necesitados, enfermos y solos.Aunque suene relamido, quien tiene fe, va a los demás, hacia quienes se encuentran solos, enfermos, incomprendidos; tiene una sensibilidad especial por los marginales. Se indigna ante la pobreza y marginación. Quien tiene a Dios en el corazón, mira a los demás “con los ojos de Jesús”, como dijo el mismo Francisco hace unos días atrás.Por eso ¡Qué bueno esto de las portadas y graffitis! ¡Han llevado al Papa a lugares donde nadie pensaba ver uno! Pero de poco servirán si no llevan a que cada cristiano, cada creyente, cada hombre y mujer de buena voluntad se acerque a los demás, a quienes se encuentran tristes, débiles, solos. Dios siempre nos pone a alguien cerca para tenderle una mano.Y una palabra sobre el Fallo de La Haya. La verdad, me desconcierta y duele, ya que esperaba algo más favorable a Chile. Creo que lo merecíamos. No lo comprendo, pero habrá que acatarlo. Nos da lecciones de que el respeto al Derecho, a las sentencias judiciales, es el camino de encuentro con los demás. Ojalá que, a partir de ahora, reine una mayor concordia, respeto al otro y una paz que ayude a hacer de nuestros pueblos grandes naciones. P.Hugo TagleTwitter: @hugotagle