En
México, habitan 117.4 millones de personas, pero 53.3 millones viven en
pobreza, casi la mitad, el 45.4%. Es el retrato de un país fracturado por la
desigualdad, un lugar donde solo a uno de cada dos le va bien. Sí han aumentado
las personas a quienes les va mejor, pero también las dificultades para que prosperen
los que siguen siendo pobres. El abismo crece.
De los
117.4 millones de habitantes, tienen trabajo 47.3 millones, el 40.3%. Empero, de
estos 47.3, solo 18 millones laboran en actividades formales; el resto, los otros
29.3 millones, lo hacen en la informalidad. Es una barbaridad para las finanzas
publicas, pero también para la calidad de vida de estas familias.
El daño para
todos es aún más grave, pues el 43% de las personas en la informalidad, tienen
entre 25 y 45 años de edad, la etapa de vida quizá más productiva. Es una gran
pérdida de valor, pues el país pierde productividad y dilapida el bono
demográfico; mientras, las familias anulan la posibilidad de acceder a una vida
mejor.
Según el
INEGI, la correlación entre pobreza e informalidad es casi perfecta, registra 90%.
Significa que casi en su totalidad, los trabajadores informales son pobres, o
que los pobres laboran en la informalidad, como se quiera ver. Y como el 99% de
los trabajadores informales carece de seguridad social y salarios dignos, pues
ni cómo acortar el abismo.
En México,
el 71.2% de la gente que recibe entre uno y dos salarios mínimos; quizá $3,900
al mes; trabaja en la informalidad. Igual, el 50.6% de quienes perciben entre
dos y tres salarios mínimos; digamos $5,800 al mes; son informales. En zona urbana,
la canasta básica promedia $1,177.04 mensuales por persona y las familias cuatro
miembros por hogar.
Así, una
familia promedio, necesita $4,708.16 al mes, para adquirir las cuatro canastas
básicas. El escenario luce difícil, pero si añadimos que la canasta básica no significa
resolver las necesidades para una vida digna, entonces se convierte en
imposible. Y por eso la pobreza, la desigualdad, el tejido social, y todo lo
demás. Un país fracturado le decía.
¿Cuál es
el anhelo con tales niveles de ingreso y acceso a una vida digna? Que bien que haya
muchos que sí pueden tener un auto de lujo, porque los hay, pero siempre lo
estacionarán junto a alguien que no completa siquiera la canasta básica, y no
lo harán por vanidad, sino por aritmética, porque en México, sólo uno de cada
dos prospera.
Es obvio
que el modelo de desarrollo que tenemos no funciona bien, urge su
reencauzamiento, y el Estado debe actuar para ello. Un país de pobres por ser
informales, y de informales por ser pobres, es el peor de los mundos, una
injusticia.
Amable lector, recuerde que aquí le
proporcionamos una alternativa de análisis, pero extraer el valor agregado, le
corresponde a usted.
COLUMNA VALOR AGREGADO - Comentarios en Twitter: @oscar_ahp