En todo
país, es imprescindible contar con una banca de desarrollo sólida, comprometida
y ágil, competente para impulsar el desarrollo de las actividades económicas
clave de la nación. Es su razón de existir, dar apoyo financiero público a las
principales arterias económicas del Estado.
En
México, hace años que tal función se debilitó en daño del mercado interno;
tenemos lustros con ausencia o participación incipiente de este importante
motor de desarrollo. Ahora, con la Reforma Financiera, se busca cambiar el
panorama y dar mayor flexibilidad jurídica y financiera a estos bancos, para
crecer la oferta de crédito.
La
reforma, incluye cambios en los objetivos de la banca de desarrollo, pues ya no
consistirán sólo en preservar el capital que poseen, sino en otorgar créditos adecuados,
en aquellos sectores productivos y prioritarios para el país, donde la banca
privada no participa. En concreto, atención a las pymes, al núcleo del sector
productivo nacional.
En la
columna previa, compartí que las pymes son el motor de la economía mexicana, por
significar el 98% de las unidades económicas y, por generar siete de cada 10
empleos. Igual, comenté que sufrían mucho para acceder a financiamiento, puesto
que sólo captan el 15% de crédito bancario otorgado a empresas. Un abandono le
decía.
En tal
preámbulo, esta es otra virtud de la Reforma Financiera: dinamizar la
participación de la banca de desarrollo en el apoyo financiero a las pymes, en
la realidad de la economía mexicana. Son dos objetivos torales: llenar los
huecos que hoy no ocupa la banca comercial y, al llenarlos, atraerla para que
también invierta en ellos.
Luce muy bien,
pues la banca del gobierno mexicano, tiene gran potencial, al igual que nuestras
pymes, sólo que no se les había permitido tomarse de la mano. Si a las pymes
les va bien, le ira bien a la economía; si la economía aflora, le ira bien a
las familias; y si las familias mejoran en el bolsillo, le ira bien al
gobierno. Buena política pues.
Es alto
conocido, que el gran pendiente de México es el crecimiento económico; y bueno,
no se logrará generar sin fortalecer a las pymes; toda política pública que lo busque,
tiene forzosamente que pasar por ellas; no hay otra ruta. Los primeros pasos,
son allegarles financiamiento y capacitarles en gobierno corporativo, es la
pinza a cerrar.
La
reforma sí está avistando lo primero, pero también se puede hacer
transversalmente lo segundo, pues es propicio y resulta en consecuencia. Ojalá
que trascienda el esfuerzo, porque si se logra volver mayoritariamente competitivas
a las pymes, habremos iniciado una fuerte espiral de crecimiento.
Amable lector, recuerde que aquí le
proporcionamos una alternativa de análisis, pero extraer el valor agregado, le corresponde
a usted.
COLUMNA VALOR AGREGADO - Comentarios en Twitter: @oscar_ahp