. Esto está provocando que
quienes después de toda una vida de trabajo vean como su seguridad económica
empieza a peligrar, por un discurso, bien articulado desde el poder, que
incluso les convierte en parásitos, que gastan demasiado en pensiones, sanidad
y dependencia.
Esto, como acabo de decir, es
una falsedad supina, que tiene su origen en el asalto del gran capital a los
fondos de pensiones estatales, que suponen las partidas presupuestarias más
importantes de los estados democráticos (127.000 millones de euros
presupuestados para 2014 en España). Desde hace casi treinta años venimos
escuchando la misma cantinela acerca de la insostenibilidad de las pensiones
públicas, con el fin de que los trabajadores nos lancemos a la contratación de
Planes de Pensiones privados. Es un diseño perfecto: el Estado rebaja las
pensiones mediante nuevas fórmulas de cálculo de estas; por ejemplo, alargando
los años de cotización necesaria para alcanzar el cien por cien de la pensión;
o aumentado los años de cálculo de la pensión (en España se ha pasado en los
últimos treinta años de dos a los veinticinco que propone la Ley actual,
incluso ya hay voces que están reclamando que el cálculo de la pensión se
realice por toda la vida laboral); o desligando las subidas futuras del IPC,
por una fórmula que sólo tiene como objetivo que las pensiones vayan perdiendo
poder adquisitivo en los años venideros. A la vez que están aplicando estas
políticas de corte neoliberal, las campañas para que suscribamos Planes de
Pensiones privados se intensifican, lo que va a provocar la transferencia de
enormes cantidades monetarias a estos planes, soportadas no por el Estado, sino
por cada uno de los trabajadores de este país, que ven como sus años de
cotización disminuyen por el desempleo y los salarios caen en picado, lo que
supone menos dinero para las arcas públicas en cotizaciones, pero también menos
gasto en pensiones futuras, y más dinero que cada uno de nosotros tendremos que
desviar a los Fondos privados. Con lo cual los españolitos de a pie, seremos
los que vamos a soportar este gran negocio del capitalismo neoliberal, con un
agravante, aquí nadie nos garantiza el futuro de nuestras pensiones como en un
sistema público.
La otra gran mentira es la de la
esperanza de vida. Cierto que a lo largo del siglo XX la esperanza de vida ha
aumentado en España, pero no es menos cierto que esta afirmación tiene muchos
matices, pues los años que nos dicen podemos llegar a vivir de media, están tan
maquillados que producen sonrojo. Veamos algunos datos. La esperanza de vida se
mide calculando la media de toda la mortalidad que se ha producido en un país a
lo largo de un año. Esto supone que si la mortalidad infantil se reduce, como
ha venido sucediendo en España en las últimas décadas, los años de esperanza de
vida aumentan. El profesor Viçenc Navarro pone un ejemplo muy claro: si un país
tuviera sólo dos habitantes: un bebe muerto antes del primer año de vida y una
señora de 80 años, la esperanza de vida sería de cuarenta años. Esto significa
que en la medida que se van reduciendo las mortalidades tempranas por la mejora
de la calidad de vida y los avances médicos, la esperanza de vida aumenta.
¿Vivimos más años, entonces? En datos comparativos con principios del siglo XX
sí, aunque esto habría que matizarlo también por clases sociales. De media
entre las clases sociales más altas y más bajas la esperanza de vida es muy
diferente. Fijémonos en un ejemplo de la OMS en un estudio de 2008: “Un niño nacido en
Calton, un suburbio de Glasgow (Escocia, Reino Unido), vivirá un promedio de 54
años. Otro niño que nazca a unos pocos kilómetros de distancia, en el barrio
rico de Lenzie, vivirá 82. Son 28 años de diferencia que no se deben a factores
genéticos, sino sociales”. Está claro, entonces, que la esperanza de
vida tiene matices que no hacen que sea la misma según la clase a la que se
pertenece, y que va muy ligada a los índices de mortalidad temprana en una
sociedad. En algunas zonas de Nueva York, la esperanza de vida es equiparable a
Nigeria, por dos factores: elevada mortalidad infantil y clase social baja y/o
en exclusión. Pero es que hay más que pone al descubierto la gran mentira que
nos están haciendo creer para que el capital aumente beneficios de una manera
segura y sostenida. Según datos del INE para el periodo 1980-1998, la esperanza
de vida exclusivamente de los mayores de 65 años, ha pasado de 16,52 años a
18,25, es decir, en esa franja de población los años de media que una persona
vive en España después de jubilarse han aumentado en 1,73 años. Si lo miramos
para el periodo 2007-2011 se mantiene estable: 17,8 años para los varones en
ambas fechas; 22 años para las mujeres en 2007 y 22,8 en 2011. Luego ese pretendido
aumento de la vida más allá de la jubilación, que está haciendo insostenible el
sistema público de pensiones es absolutamente falso e interesado. Como también
lo es que el sistema no pueda sostener tanta jubilación porque no hay dinero.
Veamos, desde 1900 a la actualidad la esperanza de vida de los mayores de 65
años ni siquiera se ha duplicado: 9,12 para 1900, 17,4 para 2011, pero el PIB
español, según el profesor Viçenc Navarro, se ha multiplicado por 25. ¿Hay
riqueza o no para poder sostener las pensiones? ¿A dónde está yendo todo ese
dinero que se está produciendo? Otra cuestión es el aumento en la edad de
jubilación. ¿Qué objetivo tiene esto? A la luz de los datos trabajar más años
supondrá pagar más tiempo al fondo privado de pensiones y acortar los años que
este tiene que cubrir en la devolución de lo ahorrado. Negocio redondo.
Esta es la cuestión. La riqueza
española es suficiente para sostener el sistema público de pensiones, lo que
sucede es que el capital se acumula en pocas manos (esas que quieren sacar
tajada ahora de nuestra jubilación), debido a la falta de ingresos en las arcas
públicas provocados por la corrupción, el fraude fiscal, las ventajas fiscales
a los ricos y la laxitud en el cobro de impuestos de sociedades, que bonifica
vergonzosamente a las empresas con más de 150 MM de euros de ingresos al año.
Esta es la realidad. El
neoliberalismo y sus gobernantes están jugado con nuestro futuro para obtener
grandes beneficios. Y si usted quiere contratar un Plan de Pensiones privado
hágalo, pero nunca como sustituto o complemento obligatorio para su pensión
pública, que debe estar garantizada por el Estado. Lo demás es empobrecimiento
de los jubilados futuros.