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Viene a darse un feed-back entre el cerebro y la mente, o lo que en la tradición occidental se ha llamado alma. Esta visión dinámica del cerebro, y por tanto también del hombre, implica dos fases en el funcionamiento del cerebro: 1ª. Los fenómenos emergentes de la actividad mental, como son el pensamiento, las decisiones, la conciencia, la memoria, el lenguaje, las creencias o las representaciones, operan como pautas cambiantes en el sistema neuronal dinámico. 2ª. Estas pautas dan lugar a influencias en sentido descendente sobre los fenómenos neurofisiológicos de nivel inferior, modificando en lo necesario para su funcionamiento estos fenómenos*.
Desde esta realidad que la ciencia nos ha descubierto sobre el cerebro, no cabe ya hablar de ningún fixismo fisicalista ni de ningún determinismo materialista. La estructura del cerebro es dinámica, o en palabras de la neurociencia plástica. El cerebro está en constante cambio y modificación por influencia del medio en el que el ser humano se desarrolla, no está dado de una vez por todas. Pero también hay que dejar de lado de una vez por todas el dualismo espiritualista que viene a afirmar la existencia de una alma inoculada en el cuerpo tras la concepción. El alma o mente humana nace con el cerebro y se desarrolla con él en la interacción con el medio natural y social y puede ser modificado por la propia actividad interior del ser humano, por la introspección, el estudio, el ejercicio y hasta la oración. Esto último ha sido convenientemente demostrado por varios estudios que han utilizado la resonancia magnética para demostrar que la oración puede modificar la estructura del cerebro del orante, lo mismo que cualquier otra actividad mental puede hacerlo, también el pensamiento. Por que no es cierto lo que decía Descartes, sino todo lo contrario, porque existo en un medio natural y social, pienso y pienso como existo.Esto nos lleva al punto que hoy nos interesa. El modo de vida de los seres humanos en la sociedad globalizada postmoderna, como cualquier otro modo de vida, produce modificaciones en sus cerebros de modo que se adaptan a él. Por eso los hombres piensan según los patrones sociales, pero hoy de forma más intensa, debido a los poderosos medios de información y a los requerimientos de la sociedad de la información, la comunicación y la imagen. El ser humano de hoy está hiperestimulado sensorialmente, de modo que la "causación descendente" tiene un impacto mayor y más rápido que en otras sociedades. Este es el motivo por el que es tan difícil hacer cambiar a alguien de opinión sobre lo que estamos viviendo, su cerebro se ha hecho al modo de esta sociedad y más que nunca se necesita una metanoia, en sentido estricto, para que podamos modificar los patrones de la humanidad. Aún así, no está todo perdido, hay lugar para la esperanza, pues de la misma manera que el efecto descendente de nuestras estructuras mentales modifica el cerebro, también puede modificarlo en otro sentido, lo que sucede es que los medios de que disponen los que rigen los destinos de la humanidad son muy superiores a los nuestros. Gracias a Dios, el hombre nunca será una máquina y siempre habrá en él ese lugar para la utopía y la esperanza, precisamente el lugar que deja abierto el hecho fisiológico de que el cerebro no esté determinado y pueda modificarse por su relación con el medio. ¿No es esto digno de admiración?*Malcom Jeeves y Warren Brown, Neurociencia, psicología y religión. Ilusiones, espejismos y realidades acerca de la naturaleza humana, Verbo Divino, Estella 2010, 145.