Reseñas literarias "Gracias por el fuego" Mario Benedetti

Una obra excelente de un autor del que ya se han dicho todas las excelencias. Y no por ello, es redundante destacar la pericia a pesar de la densidad, de la prosa que desarrolla el escritor uruguayo en esta novela. Ramón Budiño es su centro de atención, la base de esta obra. Un personaje atormentado por la frustración de ser el hijo de alguien con “nombre”,  que le llevará a una catarsis emocional permanente, aunque aparentemente su vida no tendría por qué estar cargada de preocupaciones ya que tiene asegurado de por vida, su nivel económico y social. Pero los ricos también lloran y mucho, porque la miseria, sobre todo la humana, destruye donde quiera que esté. El amor a su padre se volatilizó y derivó en odio con el paso del tiempo. Ahora ya no es papá, sino “el viejo”, ése que le inspira tanto desprecio. La única solución que encontrará para acabar con ese sentimiento será la del asesinato. Su padre es una auténtica institución nacional en Uruguay, admirado por todos los que respiran y le rodean, ignorantes de la vileza del personaje en cuestión. Y es que Ramón le recuerda con los ojos del niño que fue, los que le vieron maltratando a su madre, los que después conocieron sus oscuros negocios, los que le hacen sentir tan inferior como cuando era pequeño, porque su padre parece empeñado en denigrarle a la menor ocasión. La vida de Ramón Budiño es una frustración tras otra, envuelta en una miseria personal que no podrá superar. Enamorado de la mujer de su hermano, Dolores (hasta el nombre parece colocado con intención), casado en un matrimonio que no le motiva, rodeado de mujeres con las que tiene aventuras que pasan de largo, Ramón es un sufridor de su propia vida, una persona atrapada en sí misma. Sobre todo porque Dolores -aunque llega a tenerla en su cama-, le confiesa que no está enamorada de él. Ramón vive así en el desasosiego del amor, ése que tiene ida pero no vuelta: “y para estar total, completa, absolutamente enamorado, hay que tener plena consciencia de que uno también es querido, que uno también inspira amor”. Este panorama es moldeado por el antojo de la bella prosa de Benedetti, que tan bien sabe utilizar palabras, jugando con densos monólogos en ocasiones y con interesantes diálogos en otras. Todo lo que toca la pluma de Benedetti son piezas para jugar con intensidad, arriesgándose a veces, a que el lector pierda el hilo. La lectura de “Gracias por el fuego” no es ni mucho menos ligera. Hay que dedicar la concentración que merecen todas y cada una de sus frases.

 

. Y no por ello, es redundante destacar la pericia a pesar de la densidad, de la prosa que desarrolla el escritor uruguayo en esta novela. Ramón Budiño es su centro de atención, la base de esta obra. Un personaje atormentado por la frustración de ser el hijo de alguien con “nombre”,  que le llevará a una catarsis emocional permanente, aunque aparentemente su vida no tendría por qué estar cargada de preocupaciones ya que tiene asegurado de por vida, su nivel económico y social. Pero los ricos también lloran y mucho, porque la miseria, sobre todo la humana, destruye donde quiera que esté. El amor a su padre se volatilizó y derivó en odio con el paso del tiempo. Ahora ya no es papá, sino “el viejo”, ése que le inspira tanto desprecio. La única solución que encontrará para acabar con ese sentimiento será la del asesinato. Su padre es una auténtica institución nacional en Uruguay, admirado por todos los que respiran y le rodean, ignorantes de la vileza del personaje en cuestión. Y es que Ramón le recuerda con los ojos del niño que fue, los que le vieron maltratando a su madre, los que después conocieron sus oscuros negocios, los que le hacen sentir tan inferior como cuando era pequeño, porque su padre parece empeñado en denigrarle a la menor ocasión. La vida de Ramón Budiño es una frustración tras otra, envuelta en una miseria personal que no podrá superar. Enamorado de la mujer de su hermano, Dolores (hasta el nombre parece colocado con intención), casado en un matrimonio que no le motiva, rodeado de mujeres con las que tiene aventuras que pasan de largo, Ramón es un sufridor de su propia vida, una persona atrapada en sí misma. Sobre todo porque Dolores -aunque llega a tenerla en su cama-, le confiesa que no está enamorada de él. Ramón vive así en el desasosiego del amor, ése que tiene ida pero no vuelta: “y para estar total, completa, absolutamente enamorado, hay que tener plena consciencia de que uno también es querido, que uno también inspira amor”. Este panorama es moldeado por el antojo de la bella prosa de Benedetti, que tan bien sabe utilizar palabras, jugando con densos monólogos en ocasiones y con interesantes diálogos en otras. Todo lo que toca la pluma de Benedetti son piezas para jugar con intensidad, arriesgándose a veces, a que el lector pierda el hilo. La lectura de “Gracias por el fuego” no es ni mucho menos ligera. Hay que dedicar la concentración que merecen todas y cada una de sus frases.
Sería un crimen contar el final, más el de esta historia. No todas las novelas buscan sorprender en sus últimas páginas, pero es una clara baza para el éxito. En “Gracias por el fuego”, el desenlace es vital para disfrutar al máximo, pero insisto, no hay que perderse nada a lo largo de sus páginas. Serían muchos los pasajes merecedores de una medalla, pero recomiendo especialmente uno muy pequeño -de apenas tres páginas -que, -aunque no es fundamental para la historia-, me ha llamado poderosamente la atención. Algo tan complejo como la descripción de “la primera vez” donde es tan fácil caer en expresiones caducadas que huelen a naftalina. Benedetti es capaz de romper todos los tópicos, como quien se sacude una mota de polvo en la solapa. En este primer encuentro -la elegida es Rosario, también virgen-, descubrimos que la primera vez puede ser tan dulce como “viciosa” porque la ignorancia puede ser un tanto a favor de los practicantes. “Es magnífico aprender con quien no sabe”, dice el escritor en boca de Ramón Budiño. El arte de Benedetti para desmenuzar a cachitos sentimientos, personalidades y pensamientos es tan infinito como placentero es sentir que tienes una obra de categoría en las manos. De quitarse el sombrero, como toda la obra de este uruguayo reconocido a nivel internacional, que se define como un poeta que además, escribe cuentos y novelas. Reseña realizada por la autora Begoña Curiel

UNETE



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