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El
martes pasado fuimos testigo del último debate presidencial entre las
candidatas de la Alianza, Evelyn Matthei, y de la Nueva Mayoría, Michelle
Bachelet, organizado por ANATEL. Fue probablemente el mejor debate entre dos postulantes
a La Moneda desde el retorno a la democracia.
Esto gracias a que por primera vez ambas candidatas pudieron conversar e
interpelarse libremente, lo que marcó un mayor dinamismo y permitió contrastar posturas
entre ambas.
Este
formato desnudó la principal falencia de la candidata de la Nueva Mayoría, su
ambigüedad que quedó graficada en la pregunta que le formuló un periodista
sobre la nueva Constitución propuesta en su programa. Primero señaló que no
contaban con los votos necesarios para implementarla, para después indicar “no
tengo prejuicios con ningún mecanismo” en relación directa a la Asamblea Constituyente y el modo de
elaborar esta nueva Constitución. Sin embargo, su ambigüedad nuevamente quedó al
desnudo cuando señaló: “Vamos a iniciar un
amplio debate a nivel nacional para ver cual es la manera adecuada de estudiar
la posibilidad de hacer algo concreto", para terminar afirmando que en
el segundo semestre del próximo año enviará un proyecto para esto.
Su
ambigüedad también se vio reflejada al momento de responder la consulta sobre
las donaciones de empresarios a su millonaria campaña, a lo que indicó: “No
tengo claro cuántos recursos hemos recibido del mundo empresarial”.
Pero
quizás el mejor contraste de argumento entre ambas candidatas se vio reflejado
sobre dos temas puntuales: Transantiago y 27F.
En el primer tema Bachelet reconoció que es lo que más lamenta de su
gobierno, señalando:”El Transantiago era
una muy buena idea, pero la verdad es que era una muy buena idea en el papel”.
Mientras Matthei le refutó señalando que no tuvo un liderazgo fuerte para
manejar el sistema de transporte público y la crisis social que generó. Descolocando
a la candidata de la Nueva Mayoría.
Sobre
el 27-F, la ex presidenta Bachelet no tuvo ningún pudor en señalar: “No es efectivo que supiéramos que iba a
venir un tsunami y no es efectivo que no sacáramos las Fuerzas Armadas de
inmediato”. Endosando la responsabilidad a la Armada por el orden en
Concepción, asegurando que no estaba en condiciones de cumplir con su labor
luego del megaterremoto. Esto pese a la existencia de bastantes testimonios que
aclaran que Bachelet demoró cerca de 36 horas en declarar Estado de Sitio en la región del Maule y del Bio Bío, tras el desastre[1].
Por su parte Matthei, fue consultada
sobre su oposición al aborto, pese a haber apoyado como parlamentaria un
proyecto para interrumpir el embarazo en caso de peligro de vida de la madre e
inviabilidad del feto. Algo de lo que tras ser ratificada como candidata
presidencial señaló en el programa ‘Tolerancia 0’, que en estos temas no se
mandaba sola como candidata. Alejándose
de la derecha más liberal a lo que uno asumía ella formaba parte.
Diálogos también sabrosos se
dieron cuando Matthei le señaló a Bachelet sus evidentes ‘cambios de opinión’ o
‘volteretas’ en temas como, el consumo de la marihuana, la educación gratuita
para todos, las termoeléctricas, el voto voluntario o el matrimonio
igualitario. Insinuando que estás tienen que ver en su gran mayoría con un fin
electoral más que convicciones.
En resumidas cuentas el formato
del debate fue mucho más atractivo por la interacción directa entre las
candidatas, donde Matthei se vio mucho mejor que Bachelet, en este sentido la
franqueza de la primera contrastó con la ambigüedad de la segunda. Una
ambigüedad que pone una señal de alerta producto de los vaticinios que la dan
como eventual ganadora, pensando en las expectativas generadas en la ciudadanía
en temas como la educación gratuita, la nueva constitución, la asamblea
constituyente, o terminar con la desigualdad.
En un liderazgo que tiene más
afinidad con los atributos blandos que los duros, la debilidad demostrada en
acontecimientos como el Transantiago o 27-F, dejan abierta la duda ante lo
mucho más empoderada que está la ciudadanía como lo hemos visto los últimos
tres años. Está por verse, si eventualmente Bachelet vuelve a La Moneda, si será
capaz de responder a las demandas y expectativas de los chilenos.
Con todo, de acuerdo a la amplia
ventaja obtenida por la candidata de la Nueva Mayoría en la primera vuelta
presidencial, donde obtuvo el 46,7% de los votos (3.073.570), teniendo la
primera opción para ser nuevamente presidenta.
Sin embargo, podría transformarse en el primer presidente desde el
retorno a la democracia, que obtenga menos votos que en la primera vuelta. Lo que no generaría un problema de
legitimidad de su triunfo pero sí de representatividad, pese a que
majaderamente su comando ha señalado que su programa engloba lo que mayoritariamente
quieren los chilenos.
[1]
https://www.youtube.com/watch?v=hRFk5lw8DxI