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En esta escalada de trasgresiones a nuestro orden
institucional ha habido muchas señales graves. Como esa ocasión en que una
liceana arrojó una jarra de agua sobre una Ministra de Educación. La demolición de imagen que aplicó la
Concertación sobre el Presidente Piñera, con las “piñericosas” que hicieron
burla metódica de sus errores en intervenciones públicas. Más allá del humor
político que siempre fue parte de la política chilena, con revistas como
Topaze, lo que hemos vivido en estas décadas ha sido un destape odioso, de
profunda animadversión en contra del adversario político, a falta de debates de
ideas ha imperado la mala leche, el ataque mordaz y grosero que ha buscado
enlodar, humillar, descalificar y destruir.
Un estilo facista de gestión comunicacional se ha ido
extendiendo en Chile y esto hace recordar el periodismo de trincheras que hubo
antes del golpe de estado de 1973, con un odio y un revanchismo que sacó fuera
lo peor de los chilenos, traición, soplonaje y venganza. Hoy, lamentablemente,
estamos siendo testigos de un proceso de deterioro similar, un descreimiento en
las instituciones, falta de respeto con los valores religiosos, acusación de
intolerantes a quienes quieren seguir viviendo y criando hijos en familias
heterosexuales; con un resentimiento profundo, un ánimo destructivo que aflora
con virulencia frente a cualquier idea, crítica o emplazamiento cívico que no
les guste. En el lenguaje cotidiano de los chilenos hoy se le saca la madre a
cualquiera, existe irrespeto en las salas de clase, los padres no colocan
límites a sus hijos, las reglas de buena educación ya no existen, el
individualismo se observa en seres ególatras que circulan buscando ventajas de
cualquier circunstancia. ¿Es culpa todo esto del sistema que concentra la
riqueza? ¿Se acuerdan de la mujer de clase media que se aprovechó los saqueos y
se llevó un mueble a su casa? ¿Recuerdan los saqueos después del terremoto
donde por cuestiones ideológicas estúpidas se demoró el gobierno 36 horas en
nombrar Jefes de Plaza? En esos días horribles los saqueos asolaron Concepción
y Talcahuano. Fue patético, vergonzoso, en camionetas 4x4 ver cargar plasmas y
refrigeradores mientras los reporteros entrevistaban a los vándalos. Eso marcó
la impunidad y la desprotección de la gente de a pie. La aparición de turbas de
delincuentes que asaltan sin que la policía intervenga aunque los tenga
identificados. Con el problema adicional de tribunales que liberan a las pocas
horas a delincuentes con extensos prontuarios. El garantismo en la justicia,
que nos heredó la reforma procesal penal de la Concertación, más la pésima
gestión en materia de cárceles, hizo que el gobierno actual indultara a reos
por existir hacinamiento.
La descomposición moral de nuestra sociedad es evidente y la
explicación encierra múltiples causas. La excusa más usada es que se produce
por la marginalidad que sufren los pobres, los vulnerables. Pero, y contesto
desde la vivencia personal, nuestros padres fueron obreros, con hogares dignos,
honrados y con una educación familiar estricta. La educación nos dio movilidad
social, no exigíamos zapatillas de marca, acaso alcanzaba para un par de
bototos al año, no caíamos en la pertenencia social por tener mejores pilchas,
pertenecíamos al barrio y la patria por los valores que nos dieron familias y
colegios.
En la campaña presidencial hemos oído hasta el cansancio la
perorata de que Chile cambió y uno aprecia que es cierto, pero ha cambiado para
mal, porque no hay respeto por nada, hay virulencia, encono, envidia y desidia.
No hay un espaldarazo al que surge por propio esfuerzo, hay chaqueteo y
resentimiento. Todo se quiere gratis y seis millones de habitantes no cumplen el
mínimo deber cívico como es elegir a sus representantes. Vamos perdiendo
pertenencia nacional y nos sumimos en sectas, en clanes, tribus o barras bravas
que luchan a muerte contra todo lo distinto. Se llama individualismo,
anarquismo, nihilismo, libertinaje en vez de libertad, aprovechamiento en vez
de sacrificio y esfuerzo.
Me dio mucha rabia la ofensa al Presidente de la República
porque es una evidencia de lo mal que estamos en el plano moral y ético. Por
eso, le invito a manifestar con su voto su repudio a este decaimiento, este
domingo 15 vaya a las urnas en familia, para cumplirle a Chile, nuestra
república y cuidar nuestra democracia.
Periodismo Independiente, 9 de diciembre de 2013 @hnarbona en Twitter.