Como soy bueno por naturaleza, reconozco
que al principio le di un voto de confianza al presidente Rajoy. Yo creía que Rajoy era un tipo valiente, un gallego curtido
por el clima, de esos que soportan tempestades, que son capaces de remar contra
viento y marea, aunque tengan que enfrentarse al mismísimo Odín. Y como soy de
los que no quiere criticar así de buenas a primeras, le di un margen de
maniobra. Aunque hoy por hoy Rajoy todavía no supera en incapacidad para
gobernar a Zapatero, la verdad es
que en dos años de gobierno ya lo tiene a tiro de piedra.
Este martes
pasado, el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, aseguraba que se ha pedido
"mucho" a los españoles durante sus dos años de mandato, al tiempo que
afirmaba de manera tajante y rotunda que
"el tiempo se lo va a devolver con creces", porque ya hay "signos
de mejora" en la economía española, aunque aún sean
"insuficientes". En realidad, tan insuficientes, que entre los brotes
verdes de Zapatero y el final del túnel de Rajoy, los españoles llevamos con el
culo al aire y los bolsillos vacios desde hace ya cinco años. En esas misma
declaraciones, decía Rajoy que hay quienes sostienen que se está atravesando
"la mayor" crisis desde el punto de vista económico "en muchos
años", añadiendo que "soy de los que creen que esa afirmación es
cierta". Y a mí, en realidad, los números no me cuadran. A menos que mis
cálculos me fallen, no ha habido ninguna gran empresa ni nacional ni
internacional ni interplanetaria que haya dejado de tener beneficios en estos
últimos años. Es más; incluso en aquellas que han quebrado, sus directivos se
han ido silbando para otra empresa cobrando lo mismo o –en el caso de la banca-
han sido rescatadas con el dinero del contribuyente. De hecho, la mayoría de
las grandes empresas han conseguido incluso en este último año mejorar sus ganancias,
gracias a aumentar el precio de los productos y a echar a la calle a miles de
trabajadores, contratando en su lugar a esclavos contemporáneos que realizan el
trabajo de dos personas por el sueldo de media.
Comentaba
ese mismo día el presidente del ejecutivo –se nota que estaba sembrado- que había que afrontar la actual situación con
"valentía" y "sumando esfuerzo entre todos", aunque me
parece que se le olvidó añadir que “sumando esfuerzo entro todos los demás”,
porque hace unos días Soraya Sáenz de
Santamaría se paseaba por la llamada “Milla de oro madrileña” con coche
oficial y escoltas para parar un tren para hacer unas compritas. Y,
lógicamente, no es la única: personas que, como ella, están sumando esfuerzos,
la práctica totalidad de congresistas, senadores y demás familia. Aunque son
tan buenos que a lo mejor lo hacen con la intención de reactivar el consumo,
nunca se sabe. Eso sí; de modificar sus sueldos y sus pensiones, nada de nada.
En esta
falsa crisis hay muchas personas que se están enriqueciendo; banqueros, grandes
empresarios o políticos entre ellos. Los únicos que pagamos la crisis y
generamos los beneficios de unos y de otros somos los ciudadanos. Así que, para
no seguir insultando a aquellos que ya nos sabemos estafados, lo mejor que pueden
hacer nuestros gobernantes es cerrar la boca. Sería, por fin, el primer gesto
de diginidad.
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Creo q a estas alturas deberiamos estar todos de acuerdo. Increible que todavía haya personas q sigan creyendo en ellos. Lo peor de todo esto es q no hay alternativas: unirnos a Anguita y una nueva república...? No se yo