Al ritmo que vamos no sería mala idea que las mujeres volvieran a las antiguas costumbres: buscar un buen partido, casarse, ser sumisas, aguantar cuanto quiera su hombre y así poder, al menos, vivir.
Al ritmo que vamos no sería mala idea que las mujeres volvieran a las antiguas costumbres: buscar un buen partido, casarse, ser sumisas, aguantar cuanto quiera su hombre y así poder, al menos, vivir.
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De ahí que el bodrio publicado recientemente que aconseja esto mismo haya tenido cierta aceptación entre el público italiano, lengua de origen de la perpetradora del engendro. 50.000 ejemplares vendidos los quisiéramos para nosotros cualquiera que nos dedicamos al asunto este de la publicación de libros. Es muy posible que ni en cien vidas consigamos algunos publicar la cuarta parte de esa cifra y esta señora de lo ha conseguido en un solo país con un único libro. Eso demuestra que hay un nicho de mercado, pues no se entendería de otro modo que alguien vaya a la librería a dejarse sus euros por tal engendro. Sin embargo, hemos de reconocerle una virtualidad: destapar una perversión oculta dentro de ciertas mentes que se llaman creyentes. Para algunos y algunas, el lugar de la mujer sigue estando justo debajo del marido en todo momento.