Cuando la Presidenta Argentina Cristina Fernández expropio
el cincuenta y uno por ciento de las acciones de la empresa española Repsol socia
en la petrolera de su país YPF, la relación
diplomática entre ambas naciones se resquebrajo.
Sobre todo porque el gobierno argentino materialmente se
negó a indemnizar a Repsol por el decomiso de sus activos, lo que naturalmente
propicio un muy fuerte reclamo del gobierno del español.
Aunque el litigio se ha llevado en diversos tribunales
internacionales, la realidad es que no produjo ningún efecto importante, salvo
algunas propuestas imposibles de aceptar del gobierno argentino para pagar la
expropiación, que evidentemente se entienden como argumentos para alargar el
proceso, sin ninguna intención real de finiquitarlo.
Desde abril del dos mil doce a la fecha, es decir desde que
se llevo a cabo lo que bien podría llamarse una confiscación, los esfuerzos del
gobierno español no habían rendido ningún fruto tangible, ni por la vía
jurídica como ya apuntábamos, tanto como por la vertiente diplomática.
Hasta que Pemex en su calidad de propietario del diez por
ciento de las acciones de Repsol, decidió involucrarse en la gestión, dada la
afectación que la situación represento para sus intereses.
De tal suerte que tanto el Director General de Pemex Emilio
Lozoya y a petición suya también José Antonio Meade Secretario de Relaciones
Exteriores, iniciaron por su cuenta el cabildeo respectivo con el gobierno
argentino.
Derivado de esta gestión de la diplomacia mexicana, el
gobierno de Argentina consintió en llegar a un arreglo definitivo, que a su vez
finiquitaría el proceso jurídico internacional al respecto.
Por lo que como resultado de una reunión celebrada en Buenos
Aires a principio de esta semana, en la que participaron Emilio Lozoya, el
Ministro de Industria de España José Manuel Soria y el Ministro de Economía
argentino Axel Kicillof, por fin se logro acordar una propuesta.
Se trata de que el gobierno argentino aun sin definir el
cómo y el cuanto, está en plena disposición de liquidar el valor económico
respectivo al porcentaje accionario de Repsol en YPF.
De cualquier manera se entiende que la cifra oscila en los
cinco mil millones de dólares, que muy probablemente se liquidaran a través de
activos garantizados, como bonos del tesoro argentino por ejemplo, que podrían
ir siendo cobrados a plazos.
Trascendió que en el acuerdo no se consideraron como
elementos de pago activos fijos, como terrenos del yacimiento Vaca Muerta
descubierto por Repsol.
Si bien este es el principio de un acuerdo positivo, hay que
resaltar que este se ha logrado gracias a la intervención y la interlocución de
la diplomacia mexicana, lo cual de suyo significa lo que bien puede calificarse
como un triunfo.
Incluso haciendo una amplia revisión del tema en los medios
masivos de comunicación españoles, que por supuesto le han dedicado
importantísima cobertura a la noticia, estos reconocen ampliamente la decisiva
participación mexicana en el acuerdo mencionado.
La importancia de recuperar algo del importe de la
participación de Repsol en YPF, se relaciona directamente con el valor de la
acciones de la empresa en el mercado.
Ahora bien, independientemente del tema que corresponde al
acuerdo con el gobierno argentino, hay que recordar que semanas antes Emilio
Lozoya, ha cuestionado severamente la gestión de Antonio Brufrau al frente de
la presidencia de Repsol, quien por cierto no participo de ninguna de las
negociaciones que ya explicábamos.
Lozoya ha puesto sobre la mesa de discusión el hecho de que
Brufrau percibe millonarias compensaciones y en cambio no hay retorno para los
accionistas, situación que los ha enfrentado públicamente.
Por lo tanto los temas se entrelazan, aunque pareciera que
se trata de dos asignaturas distintas, porque la gestión diplomática mexicana
propicio un severo debilitamiento de la posición de Brufrau ante el consejo de
Repsol, que incluso se especula podría concluir en su salida del cargo.
Aun y cuando el eventual arreglo económico con Argentina es
más que favorable para Repsol, en el entendido que prácticamente estaba en
estado de indefensión y ni sus gestiones ni las de su gobierno fructificaron,
fue la diplomacia mexicana la que lo consiguió.
Siendo así, lo que Repsol pueda recuperar será gracias a su
socio mexicano, quien es a su vez el que critica abiertamente a su Presidente,
al grado que esta circunstancia pone en entredicho ya no solo su administración
sino también su capacidad.
No puede culparse a Brufrau de las decisiones de la
Presidenta Cristina Fernández, pero sí de su falta de habilidad para lograr un
acuerdo para la liquidación de la participación accionaria de la empresa que
dirige.
De cualquier manera las agudas críticas de Lozoya Austin
Director General de Pemex, sumadas a la solución del conflicto legal de la
expropiación lo dejan muy mal parado.
Al final de cuentas el Director General de Pemex, consigue
gracias a la interlocución diplomática con el gobierno argentino, resolver una
circunstancia que evidentemente afecta los intereses de la paraestatal.
Sin embargo en su calidad de socio de Repsol, no se puede
dejar de lado que sus exigencias y quejas respecto de la administración de la
empresa española, son parte de un derecho.
Repsol no le hace ningún favor a Pemex, su porcentaje
accionario le concede la potestad de exigir y defender sus intereses, aun y
cuando en un principio el propio Brufrau trato de bloquear las quejas mexicanas,
incluso promoviendo el expulsar a Pemex del consejo de Repsol.
Situación que ahora gracias a la contundente participación
de Lozoya en la resolución del conflicto con el gobierno argentino, se antoja
materialmente imposible y en cambio plantea la probable destitución de Antonio
Brufrau.
Situación que hay que decirlo es inédita como atípica,
cuando la balanza de participación entre ambos países favorece por mucho a los
españoles, que mantienen una gigantesca e influyente presencia de negocios en
México.
Mas allá del resultado final, sobre todo medido en términos
estrictamente económicos, la gestión del acuerdo promovida por el gobierno
mexicano ante su homologo argentino, es de suyo como ya mencionábamos una
victoria.