. Veinte años para ejercer como ciudadano son
demasiado y por eso, ese bien perdido, el sufragio, lo valoro como un asunto de
principios.
Con la inscripción automática y el Voto voluntario son
alrededor de 5 millones las personas que podrán este 17 de noviembre hacer notar
la diferencia entre habitantes y ciudadanos, entre personas que se auto
marginan de la vida cívica y los que entienden que ser libres exige dignificar
esa soberanía popular que sirve de base a los sistemas democráticos.
Cada país
tiene el gobierno que se merece y la responsabilidad “no es del chancho sino
del que le da el afrecho”. El sistema concentrador del poder opera con partidos
políticos que son feudos de poder, con cúpulas sectarias que instalan sus
máquinas de incondicionales operadores y así, una escasa población de
militantes, monopoliza el derecho a postular candidatos a todo nivel. En esa
dinámica se generan malas prácticas como el nepotismo (favorecer a parientes)
el compadrazgo (gobernar para los amigos) o el clientelismo (destinatarios del marketing político), que
persiguen, ni más ni menos, que seguir usufructuando del poder. Detrás de la
política partidaria están tapaditos los que financian campañas y que buscan el
llamado lobby, que es el tráfico de influencias para lograr que en el gobierno
la balanza se incline hacia ellos. Como quien dice, el que pone las mentitas se
lleva las minas.
Las doctrinas ideológicas, las etiquetas de izquierda o
derecha, son meros instrumentos comunicacionales para alinear a los ciudadanos
en tal o cual visión de sociedad. La verdad es que los políticos son empáticos, perciben lo que
la gente quiere escuchar y se lo prometen, con una amnesia instantánea después
de logrado el objetivo de ser electos.
Chile este 17 de noviembre verá aparecer una mayoría
silenciosa, que busca un país menos concentrado en poder y riqueza, una mayoría
imprevisible, que trabaja y estudia con esfuerzo, con ánimo de superación, que
emprende antes que quejarse, que le gustan los desfiles, que sueña con un mejor
pasar para sus hijos y nietos, que vibra con la selección de fútbol, que es
amante de la familia, que quiere vivir con libertades, con prensa libre y no con una verdad impuesta por el duopolio
actual, que no quiere engaños ni abusos, que quiere algo tan simple como comer
sano, sin transgénicos, que se siente a gusto con la tecnología actual, asume
que Chile sufrió una dictadura y quiere memoria,
verdad y justicia, quiere que las playas sean para todos, que haya médicos en
las regiones y que en sus barrios no aparezcan horrorosas torres quitándoles la
vista al mar o depredando los barrios. Vale
decir, personas que quieren una vida en armonía con la naturaleza y sus
vecinos. Contentos por lo avanzado y descontentos por lo que ha sido
postergado. Somos una sociedad donde la gran mayoría es independiente y tiene
cada vez mayor información al decidir.
Mi pronóstico es que este 17 la mayoría silenciosa pateará
el tablero clásico del binominal, al menos en el nivel presidencial, y se abrirán caminos para ir a una democracia
sin tutelas, descentralizada en los espacios comunales y regionales. En una
segunda vuelta vendrán la realineación de fuerzas y nuevos liderazgos, juventud con manos
limpias y una utopía común de anticorrupción. Así se refrescará la atmósfera
política y social, refundando la república con un máximo consenso social y un
ánimo transversal de reencuentro y de esperanza.
Sé parte de esa mayoría silenciosa y cumple con tu deber
ciudadano. No seas un mero habitante de tu país, debes ser protagonista.
Periodismo Independiente. @hnarbona en Twitter.