Le pregunto ¿es usted de los que le pega a su mujer? Si no lo es, lo felicito. Y le pregunto porque estamos llegando a ese nivel: lo obvio, vale decir tratar bien a la señora, polola o conviviente, pasa a ser la excepción y no lo normal.
Le pregunto ¿es usted de los que le pega a su mujer? Si no lo es, lo felicito. Y le pregunto porque estamos llegando a ese nivel: lo obvio, vale decir tratar bien a la señora, polola o conviviente, pasa a ser la excepción y no lo normal.
. Y le pregunto porque estamos llegando a ese nivel: lo obvio, vale decir tratar bien a la señora, polola o conviviente, pasa a ser la excepción y no lo normal.
Las campañas contra la violencia intrafamiliar, concretamente contra la mujer, no han dado los resultados esperados. A pesar de los desvelos de los creativos de estas campañas, de los esfuerzos por hacer tomar conciencia a la población de la gravedad y cobardía de estos abusos, no pasa gran cosa. Las cifras de maltrato contra la mujer se mantienen casi igual en los últimos lustros. Pareciera ser que, a pesar de las fuertes imágenes que acompañan estos datos, no aprendemos. Y las cifras solo dan cuenta de las denuncias realizadas ante carabineros. Ellas son la punta del iceberg de un drama humano mucho mayor. Una de cada tres mujeres ha sufrido algún tipo de violencia. Y una de cada dos, violencia sicológica, como amenazas, gritos, garabatos, humillaciones.