. No es un reto fácil, teniendo en cuenta
que la crisis económica que vivimos viene derivada del ataque frontal que el
neoliberalismo más salvaje ha lanzado contra la democracia social que
representaban los Partidos Socialistas en Europa, entre ellos el PSOE, que ha
sumido a estos en una grave crisis de ideas y proyectos de progreso. Una crisis
total que está transformando la sociedad, con una juventud que ya no encuentra
referencias en el pasado, ni en los modelos de organización social y económica
de las últimas épocas, a la que hay que abrir la política para que encuentren
espacios donde puedan desarrollar sus ideas de distribución de la riqueza,
participación ciudadana y solidaridad.
La nueva sociedad del siglo XXI
exige que los cambios vayan comandados por los jóvenes, porque son ellos los
que entienden lo que está sucediendo a su alrededor, sin rémoras ni ataduras de
otros tiempos, que al final suponen la esclerotización de la sociedad. Al
acabar la Segunda Guerra Mundial, Europa entra en un periodo de reconstrucción
no sólo física y económica. Un nuevo impulso político hace que la
socialdemocracia continental se sitúe en el centro de la construcción de esa
Europa social que ha durado hasta nuestros días. Son los jóvenes quienes
impulsan los cambios desde los Partidos de sus respectivos países: Willy Brant
en Alemania o Harold Wilson en Gran Bretaña, entre otros, porque ellos
entienden que la vieja Europa anterior a la guerra ha muerto con el fin de
esta, y las necesidades de los trabajadores y ciudadanos europeos exigen nuevas
respuestas. Lo mismo sucedió en España cuando en el Congreso de Suresnes el
PSOE retira a su vieja guardia que todavía vivía en el limbo de la Guerra
Civil, siendo sustituida por un grupo de jóvenes, encabezados por Felipe
González, que entiende la sociedad española del momento y sus anhelos de
cambio.
Vivimos una época de grandes y
profundos cambios que tienen que ver con los nuevos modelos de producción y
empleo, que están provocando la extensión de las nuevas tecnologías por todos
los rincones de la sociedad. Una época de transición, entre dos edades
históricas, que nos está conduciendo de la sociedad industrial del siglo XIX y
XX, hacia una sociedad de alta sofisticación tecnológica, en un mundo de
población creciente, al que se incorporan masivamente millones de personas de
Asia y América Latina, que dentro de cien años los historiadores se encargarán
de clasificarla y darle nombre. Una transición que está siendo utilizada por
las fuerzas reaccionarias y más conservadoras del planeta, para desandar todo
lo que se había avanzado en derechos sociales y democráticos en el último
siglo. El futuro por tanto va a depender de la correlación de fuerzas y el
equilibrio que éstas puedan alcanzar, para afrontar los grandes retos que se
plantean en los próximos años; a saber: distribución de la riqueza que termine
con las grandes desigualdades regionales y de clase que existen en la
actualidad, es decir, acabar con la pobreza estructural y coyuntural que están
padeciendo cada vez grupos más grandes de población en el mundo; ensanchar las
bases del estado de bienestar para que la igualdad sea un principio universal;
implementar políticas fiscales que acaben con el discurso que trata de
presentarnos al estado de bienestar como insostenible económicamente;
profundizar en la democracia hacia cotas de mayor participación, dando a los
ciudadanos la capacidad de intervención en los asuntos públicos de una manera
consciente y permanente; acabar con sistemas electorales cerrados, que lo único
que crea son castas de poder dentro de los Partidos, alejando a estos de los
intereses de la sociedad; convertir la sanidad, la educación, la dependencia y
la seguridad social, en los pilares fundamentales del estado de bienestar,
haciendo de ellas un derecho constitucional que impida cualquier tentación de
hacer negocio privado con ellas; hacer de la educación, la instrucción pública,
la cultura y la investigación, valores imprescindibles del Estado democrático,
para avanzar; acabar con la obsesión por la seguridad, haciendo de esta un
instrumento al servicio de la calidad de vida de los ciudadanos y las
libertades individuales; el respeto por el medio ambiente tiene que venir con
una decidida política de desarrollo de las energías alternativas y limpias, que
acaben con el monopolio del petróleo y sus nefastas consecuencias para la vida
del planeta.
Estos son algunos de los retos que la sociedad debe
afrontar para poder transitar por este siglo sin grandes catástrofes políticas,
humanas o físicas. Y son los jóvenes los que deben encararlos, lo que exige una
retirada a los cuarteles de invierno de la generación que hicimos la Transición
en España, para dar paso a las nuevas ideas. No es que no pintemos nada. En
cualquier sociedad tribal la experiencia es una sabiduría que la juventud sería
boba si no atendiera, pero debe quedar solamente en eso: sabiduría. Por eso el
gran reto que tiene el PSOE este fin de semana en su Conferencia Política,
además de discutir sobre cuál es su papel en la nueva sociedad, y que
respuestas va a dar a los problemas crecientes que este periodo de cambio
plantea, es prepararse para el cambio generacional, para que sea una nueva
generación de socialistas la que proponga las alternativas que hagan viable una
sociedad más justa y más igualitaria, conceptos que no mueren con el tiempo. La
mayor contribución que pueden hacer los dirigentes actuales del socialismos
español en este momento es retirarse y dar paso a los jóvenes, para que el
discurso de la socialdemocracia sea creíble para una sociedad que les ha dado
la espalda. Si no entiende esto, o
dilatan su retirada a ver si escampa, las conclusiones que salgan de su
Conferencia Política serán papel mojado y habrán perdido la oportunidad de
volver a congraciarse con la sociedad, para ser la referencia de la izquierda
democrática y de progreso. Una ingente tarea. e aquí tu artículo