En los últimos 60 años, la población
nacional creció exponencialmente; de 25.8 millones de personas en 1950, a 112.3
millones de habitantes en 2010; 4.3 veces. La tasa de natalidad también sufrió
cambios, pues mientras en 1950 nacían 45 personas por cada mil habitantes, hoy
sólo nace 20.
Por ello, actualmente la razón de
dependencia; un indicador que compara a la población dependiente, como niños y
ancianos, con la población en edad de trabajar; se encuentra en su mínimo
histórico. Es el bono demográfico y significa que somos un país de jóvenes. Una
fortaleza para nuestro país.
La amenaza, radica en que si la
nación no aprovecha éste bono demográfico de forma inteligente, se convertirá
en una debilidad muy importante, pues como cada vez nacen menos personas, los
jóvenes que hoy son mayoría, lo seguirán siendo cuando envejezcan. La razón de dependencia
se invertirá.
En México, según los datos, esto
sucederá en la década de 2030, años en que quizá nacerán 13 personas por cada
mil habitantes y, fecha en que serán dependientes o estarán cerca de serlo,
quienes hoy producen a plenitud. El tiempo sepultará el bono que hoy tenemos.
Agregue que los adultos mayores del
futuro, vivirán más que los actuales, pues los avances de la medicina, amplían
constantemente la expectativa de vida. Esto es fenomenal en una óptica de
humanidad, pero un verdadero cataclismo en cuestión financiera, pues serán más
años de sostenerlos. Y puntualizo, no se trata de evitarlo, sino de prepararse.
Cuando un país tiene el bono
demográfico, está obligado a ser ampliamente productivo, pues necesita crear
las condiciones económicas y sociales necesarias, para cuando la pirámide poblacional
empiece a invertirse. Se trata de invertir bien y a largo plazo, de planear el
país de mañana.
Al respecto, en 2010, del 100% de
los mexicanos en edad de trabajar, sólo el 60% lo estaba haciendo. Mal augurio;
y de empleos de calidad mejor ni hablamos, pues nuestra economía, nuestro
mercado interno, ya nos queda muy chico, ya no cabemos en lo que hay.
Estamos viviendo uno de los últimos
momentos para cambiar el modelo de país y aprovechar dicho bono demográfico, este
sexenio es crucial para volvernos productivos y competitivos. Si México no
logra iniciar el crecimiento económico en estos tres o cinco años, la ventana
de oportunidad estará casi perdida.
Claro que no todo es pesimismo, pues
contamos con buenos prerrequisitos. La estabilidad macroeconómica y, la
inflación baja y controlada, son nuestros principales activos; el propio bono
demográfico por supuesto. Tenemos bien pintada la cancha, pero nos urge jugar
mejor.
Amable lector, recuerde que aquí le proporcionamos una alternativa de
análisis, pero extraer el valor agregado, le corresponde a usted.
COLUMNA VALOR AGREGADO - Comentarios en Twitter: @oscar_ahp