. Sin embargo, Carlos I de España
desafió esta visión y declaró la expresión Plus Ultra, “más allá”, como lema
personal para indicar el nuevo dinamismo de su imperio. Y así fue como éste crecería
más allá de lo imaginable, no conocería la puesta del sol, dada la extensión
que logró alcanzar. Pero, más que los logros materiales, lo que movió a Carlos
I fue el sueño de romper con lo que se suponían límites, trabas, dificultades
para crecer, innovar y atreverse a lanzar redes “más allá” de lo que hasta ese
momento se pensaba como definitivo, fatal, inamovible. De haberse resignado a
lo que indicado por esas imaginarias columnas construidas por el temor y falsa
prudencia de algunos hombres, nada hubiese alcanzado. Las columnas aún se
encontrarían allí, doblando corazones débiles que se adaptan con peligrosa
facilidad al status quo, lo que hay, la costumbre cansina que inmoviliza y nos
hace ver que “nada cabe hacer”.
El
mundo experimenta cambios que exigen una mirada “más allá” de lo que estamos
acostumbrados a hacer. “Locura es seguir haciendo lo mismo y esperar resultados
diferentes”, dice una conocida máxima de Einstein. En una declaración de organizaciones
eclesiales de ayuda se invitó a “no seguir haciendo lo mismo”. Se requiere un
golpe de timón para inducir cambios más grandes que lleven realmente a una
sociedad más justa, fraterna, humana. Lo aplicable a Chile es endosable a toda
la humanidad: “Desde 1990 a la fecha el mundo en mayor o menor medida, ha
registrado una larga etapa de crecimiento, democracia y políticas sociales
activas y efectivas. La pobreza ha registrado una leve caída. Hemos reducido
(aunque no eliminado del todo) el hambre, la muerte temprana y el
analfabetismo, y con ello mitigado las manifestaciones más dramáticas de la
pobreza; pero la experiencia de ser, hacer y estar en pobreza ha cambiado,
provocando un fuerte malestar social”.
Hay
consenso en que una traba importante para el desarrollo y mayor paz social
mundial es la desigualdad. La tragedia de Lampedusa, con sus cientos de
víctimas no es un hecho aislado. África mira ansiosa, hambrienta y sedienta a
una Europa que, temerosa, se repliega en sí misma. Los países latinoamericanos
emergentes comienzan a experimentar un fenómeno de inmigración parecido. El
Papa Francisco llama a abrir los ojos. Muchos no se han subido al carro del
progreso o lo hacen peligrosamente lento; tan lento, que la distancia entre los
que sí vamos en él, usufructuando de sus bondades, nos alejamos cada vez más de
ese otro sector, que pareciera que no se va a subir nunca. Y esto no solo es
triste, sino peligroso.
“No
se puede pretender tener paz social sin niveles de equidad razonables”. No es
defendiendo fronteras a rajatabla como daremos solución a un problema cada vez
más acuciante ¿Cómo avanzar más allá? Urge un cambio de mirada sobre la
pobreza, comenzando por la propia. El bienestar del otro repercute en el mío y
viceversa. A todos conviene un país, un mundo, en que las diferencias sean
menores; en que nos reconozcamos finalmente como hermanos; en que miremos “más
allá” desde una misma vereda.P.Hugo
Tagletw: @hugotagle