. Con Y de pronto cambió mi vida da un nuevo giro a su trayectoria profesional y vital para convertirse en lo que siempre quiso ser: escritora.
Y de pronto cambió mi vida es
una agradable noticia. Cristina Jimena es un buen ejemplo del talento
literario que se muestra con sobrados argumentos desde la primera
novela. Abres el libro sin ideas previas y, al poco, caes bajo el
hechizo de su ingenio.
En este caso, la sorpresa es doble. Junto a su condición de autora novel, nos encontramos
con Pepe, un personaje singular. Sus “huesudas” reflexiones hacen gala
de una inteligencia poco habitual. Su particular visión del hombre
occidental ofrece una perspectiva poco explorada ¿Quién podría vernos
con ojos semejantes?, ¿acaso los habitantes de una remota isla del
Pacífico?, ¿extraterrestres venidos de otra galaxia? No, se trata de un
simpático ser con cuatro patas, orejas caídas y gran hocico. Un perro
embarcado en la mayor aventura humana: descubrirse a sí mismo.
A poco que se conozca la trayectoria
vital de la autora el lector no puede dejar preguntarse cuánto hay de
autobiográfico en esta historia ¿Son suyas estas palabras de Pepe
pronunciadas al comienzo de la obra?: “Todo proceso de integración y
adaptación va unido a un proceso de cambio. Empiezas modificando tus
costumbres y añadiendo otras nuevas a tu vida. Continúas limando ciertos
aspectos de tu carácter que no acaban de encajar entre tus nuevos
amigos. Te sientes constantemente confundido al ver que algunas de tus
virtudes ahora son consideradas defectos. Hasta que llega un día en que
los demás te han aceptado, pero tú casi no te reconoces. La pérdida de
autenticidad es el alto precio que tienes que pagar si no quieres
sentirte toda tu vida como la pieza del puzle que no encaja. Yo pagué
este tributo”.
La
autora ha montado un rompecabezas que funciona desde el primer
capítulo. Todo encaja en una trama donde pasado y presente se alternan
con efectividad. Con breves pinceladas refleja la evolución de sus
personajes de forma acertada. Nada sobra y, lo que es más importante,
nada se echa de menos para entender la historia. En sus cortos capítulos
se presentan y resuelven cuantos sucesos constituyen la novela. El uso
de diferentes narradores ayuda a conformar una historia poco habitual.
Cristina Jimena nos ofrece un catálogo
de descripciones que merecen ser destacado. Los rasgos físicos y
psicológicos de los humanos se alternan con los de la especie canina y
aún con el de las estaciones climatológicas. Así nos describe Pepe a su
sabueso vecino: “Lo de la cara tristona era fácil: solo tenía que
pensar en el basset hound de los vecinos e imitar su compungido gesto,
lo cual se me daba de maravilla. Es cuestión de práctica. Y yo,
práctica, tenía mucha, pues de pequeño no podía evitar burlarme de él
cada vez que lo veía andando trabajosamente con sus mini patas, cortas y
macizas, soportando el peso de su robusto cuerpo, más bien rechoncho, y
arrastrando por el suelo sus enormes y colgante orejones, mientras observaba todo lánguidamente con su ojerosa mirada. Sus
descolgados mofletes cubriendo buena parte de su morro no hacían más que
empeorar la cosa, pues caían como dos pellejos a ambos lados de su
hocico, bajo su enorme narizón, haciendo que su boca pareciera tener
siempre el vínculo hacia abajo, como si estuviera enfadado o triste”.
Las imágenes, comparaciones y metáforas salpican sus capítulos con un ritmo adecuado: “Por
mucho que Mami luchó para evitarlo, sus ojos se transformaron en dos
ventanas empañadas. Al sentir la presión de las lágrimas pugnando por
brotar a la superficie, cerró los cojos con fuerza. En vano. Dos
lágrimas, una amarga como la pena, y otra ácida como la derrota surcaron
lentamente sus mejillas”.
Los diálogos anudan la acción en una red
de acontecimientos que se resuelve con acierto. Las reflexiones de tan
sagaz personaje no eluden ningún tema de interés social, educativo e
incluso moral.
El tema principal de esta novela es el
encuentro y desencuentro entre culturas. La historia de adaptación a un
nuevo país es terreno fértil para el escritor. La realidad de la
inmigración forzosa representa un ejercicio de adaptación que pone a
prueba a sus protagonistas. En la obra que nos ocupa, un hecho azaroso
provocará que Pepe cambie su lugar de residencia
de España a Alemania. Esta posibilidad no estaba prevista en su vida.
El argumento adquiere plena actualidad. Parte del talento de este país
ha emigrado y, por desgracia, en muchos casos no de forma voluntaria.
Y de pronto cambió mi vida aboga
por una solución de tolerancia como respuesta a la llegada de quienes
son “diferentes”. Estos, por no haber nacido en el marco de unas
fronteras, son vistos, en el mejor de los casos, como beneficiarios de
unas ventajas que no merecen. Para las posturas más radicales,
representan una amenaza para su integridad física, moral, y genética de
la que hay que protegerse. Al respecto, Pepe nos regala la siguiente
reflexión: “yo pienso que eso de pertenecer a una raza, a un pueblo, a
un grupo de seres que comparten raíces, cultura, mentalidad y
costumbres está muy bien, siempre y cuando ello no te impida aceptar que
en muchas otras partes hay seres pertenecientes a culturas
profundamente divergentes a la tuya , pero no por ello menos válidas”.
En el espacio de Agradecimientos,
Cristina asegura querer a sus lectores aún sin conocerlos. La respuesta
que está obteniendo es clara. Desde aquí, aplaudimos la lírica de tu
prosa y te devolvemos acrecentado tu cariño. Dices estar terminando tu
próxima novela: nosotros la esperamos.
Enlace a su blog: http://www.editorial-club-universitario.es/cjimena/